Poemas de Héctor Martín Rotger

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“El pájaro bello, descifrando lo desconocido a una pareja enamorada”, de Joan Miró.

Ese pájaro

 

Ese pájaro prueba

hasta dónde le es confiable

mi cercanía.

Es gentil de su parte,

de ser él

yo no estaría tan cerca.

Debe pensar que soy inofensivo

porque no lo amenazo.

No sabe que le envidio las alas

y que esa envidia, entre los humanos,

es la más insidiosa.

No sabe que me recuerda a qué vine,

y ese ignorarlo él y yo saberlo

vuelve mi carga menos soportable,

más todavía si, como ahora,

acorta la distancia

hasta quedar a tiro de mi alcance.

Perplejo me pregunto

si me está desafiando,

(alternativa a mi creerlo ingenuo).

Y me respondo: qué más da;

de cualquier modo

si escapase

a una rauda embestida de mi mano,

yo sé de buen seguro

que el asalto terminaría ahí,

porque la envidia no vuela.

Mutualidad

 

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Que la palabra sea servicio de silencio.

Que la mirada sea solicitud de huecos.

El silencio y el hueco se anidan mutuamente,

son uno para el otro.

Y por mutualidad de engendramiento

son uno “por” el otro.

Pero ¿puede la palabra servir silencio?

Sí, si se da ahuecada.

Y eso ocurre

si la mirada no está llena,

si puede respirar

sin obstrucción de imágenes,

tan ventiladamente

que hasta pueda abstenerse de nombrarlas

y deje a la palabra suspendida

en un lecho de aliento

al modo en que los pájaros se suspenden en vuelo

y esperan que la altura los convide

que les otorgue ascenso

por pura sintonía

con una calidez propia del aire.

Hallada esa corriente que la aspira y eleva,

la palabra se inclina

la distancia le muestra que lo mismo de siempre

se ha quitado el vestido.

Y ella nombra

y asoma por un hueco

una forma,

y es silencio parido.

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