Uno de los padres de la comedia italiana

Se suicidó Mario Monicelli

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El consagrado director tiene una rica carrera de títulos emblemáticos de la industria italiana.

Foto: EFE

El afamado director italiano se mató a los 95 años.

 

De la redacción de El Litoral

Al director de cine italiano Mario Monicelli, que se suicidó ayer, a los 95 años, lanzándose desde el quinto piso del hospital San Juan de Roma, se le considera uno de los padres de la comedia italiana. El cineasta estaba ingresado aquejado de un cáncer de próstata en fase terminal, según informaron fuentes del centro médico.

Monicelli nació en Roma en 1915 y su dedicación al cine empezó cuando aún iba a la universidad. A los veinte años presentó en la Exposición de Arte Cinematográfico de Venecia una adaptación suya de “Los chicos de la calle Paal”. Al año siguiente consiguió entrar, aunque tímidamente, en el cine profesional, trabajando con Gustav Machaty en “Bailarinas”.

Monicelli tuvo primero cometidos de escasa importancia, pero pronto pasó a secretario de edición y más tarde asistente de dirección. Como tal, siguió a Augusto Genina a Africa para la realización de “Escuadrón Blanco”.

Luego trabajó con otros directores, al tiempo que se destacaba como guionista, colaborando en películas importantes como “La hija del capitán”, “Juventud perdida”, “En nombre de la ley”, “La brigada Musolino”, y “Arroz amargo”.

Después de este largo período de formación, Monicelli debutó como director en colaboración con Steno, en 1949. Ambos realizaron ocho películas, casi todas cómicas e interpretadas por Totó. Estas obras se caracterizan por un humorismo rico en escenas originales, aunque mecánico. La más destacada es “Guardias y ladrones”, de 1951.

Una intensa carrera

La primera película que dirigió solo fue también interpretada por Totó en 1954. Se tituló “Totó y Carolina”, pero era una obra de abierta polémica social. El mismo año hizo “Prohibido”.

“Un héroe de nuestro tiempo”, de 1955, posee una vena cómica que desemboca en la sátira costumbrista; y “Donatella”, de 1956, que abordaba con éxito la comedia romántica, fue premiado en el Festival de Berlín.

En 1956 dirigió también “Padres e hijos” y en 1957 “El médico y el curandero”. En estas obras, Monicelli consigue un perfecto equilibrio entre lo cómico, lo polémico y lo patético.

“Los desconocidos de siempre” supuso el descubrimiento de Vittorio Gassman como actor cómico, recordó EFE.

“Rufufú”, de 1958, tuvo gran éxito, así como “La gran guerra”, de 1959, hecha en clave cómico-patética que cuenta la historia de dos soldados cobardes que acabaron muriendo como héroes. La película ganó el León de Oro del Festival de Venecia y fue candidata al Oscar.

Después de “Risas de Alegría” (1960), Monicelli volvió al film popular con “Los compañeros”, ganadora del Festival de Mar del Plata en 1963.

En 1965 dirigió “Casanova 70” y al año siguiente, “La armada Brancaleone”, que fue un éxito de taquilla.

“La chica de la pistola”, de 1968, tiene un carácter humorístico y amargo al mismo tiempo. Es una cinta cómica y costumbrista que se sitúa al margen de los esquemas preexistentes.

En 1971 dirigió a Sofía Loren en “La Mortadela”, una sátira sobre la burocracia aduanera y su carrera prosiguió con una marcada intensidad de producción y dirección cinematográfica.