Un disparo en el cuello


Robo, disparos y muerte en Barranquitas Oeste

Un asalto fue seguido de una fuga que concluyó con la muerte de un perseguido por la policía.

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El lugar del asalto donde empezó la secuencia, que siguió con un accidente y terminó con disparos de armas de fuego. Foto: Danilo Chiapello

José Luis Pagés

jpages@ellitoral

Una confusa secuencia de incidentes registrados en la tarde de ayer en las calles del barrio Barranquitas concluyó abruptamente con la muerte de un joven que, en compañía de otro -que logró desaparecer de la escena-, huía de una patrulla de la URI.

Las versiones recogidas en el ámbito policial coinciden en ese punto con una denuncia por robo, donde el hombre fallecido y también su acompañante son presentados como quienes despojaron de su motocicleta a una mujer ante un comercio de Luciano Molinas al 3700.

En la misma línea estarían los hechos referidos por la víctima de 23 años de edad y las personas que se hallaban junto a ella al momento de producirse el asalto, las mismas que alertaron sobre el delito al 911.

Las patrullas del Comando Radioeléctrico salieron en persecución de los ladrones, que tripulaban una Guerrero plateada, la moto robada frente a un kiosco; pero cuando estaban a punto de darle alcance, los perseguidos chocaron y rodaron sobre el pavimento.

De allí en más la persecución, ahora a la carrera, siguió en paralelo a la avenida de circunvalación, con dirección al norte hasta que, al llegar uno de los fugitivos a calle Ecuador y Estrada, a cien metros del paredón del cementerio municipal, se escucharon numerosos estampidos.

En ese lugar, David Alejandro Cuevas (19) cayó herido de muerte frente a una casa de familia, cuya puerta encontró cerrada con llave. Cuevas se desplomó cuando una bala policial le acertó en el cuello.

Agentes de la Policía Científica que trabajaron en el lugar de los hechos secuestraron un arma que encontraron junto al cadáver, un revólver 22 marca Pasper, con cápsulas servidas en el tambor.

El juez y la fiscal en turno, Dres. Nicolás Falkenberg y Liliana Lauxmann, se constituyeron en el lugar, e instruyeron al personal respecto de las medidas que debían adoptar; no obstante la autoridad judicial debió alejarse de la escena con protección policial, dada la violenta reacción de los vecinos y allegados del fallecido Cuevas.

A una lluvia de insultos contra la policía -la que también alcanzó al juez y a la fiscal-, siguieron las pedradas y nuevos disparos de armas de fuego, una inesperada andanada que dejó sus huellas impresas en la carrocería de los móviles policiales.

Tal fue la belicosidad demostrada contra los uniformados, que retirar el cadáver -para ser llevado a la Morgue Judicial- fue una tarea que sólo se pudo cumplir gracias a un operativo de seguridad que contó con la participación de numerosos efectivos.

En la División Judicial de la Unidad Regional I se instruyen las actuaciones sumarias acerca de los sucesos que concluyeron ayer con la muerte de Cuevas, mientras que, en estado de libertad, los funcionarios policiales envueltos en la refriega fueron puestos en situación de disponibilidad. Las armas secuestradas, la encontrada junto al cuerpo de Cuevas y las provistas por la repartición a los suboficiales del Comando, fueron secuestradas y peritadas; éstas, entre otras diligencias ordenadas por la Justicia. El segundo hombre que aparece en los relatos de la víctima, los vecinos y la propia policía, desapareció sin dejar rastros.

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El sector de calle Ecuador, donde David Alejandro Cuevas cayó muerto, fulminado por un proyectil que lo alcanzó en el cuello. Foto: Danilo Chiapello