CARTAS A LA DIRECCIÓN

Otra burla a los jubilados

MIGUEL ANGEL MADEO DNI 4951 466

Señores directores: Con bombos y platillos se ha anunciado el otorgamiento de $500, por única vez, a los jubilados de Anses, a percibir con los haberes de diciembre. Pero esta dádiva, porque otra cosa no es, queda limitada a aquellos pasivos que perciben hasta $1.500. Es decir que quienes cobran de $1.501 en adelante pasan a formar parte orgullosamente de la categoría de “pudientes”. Claro está, esto a criterio de la señora presidenta, quien al formular también orgullosamente este anuncio, fue lógicamente aplaudida por todos los genuflexos liba-calcetines que habitualmente la rodean como si esto fuera una gran conquista para los jubilados.

Analicemos: esta limosna sale de los cuantiosos fondos acumulados en el organismo estatal, gracias a la deuda que mantiene con todos los pasivos, que año tras año sigue aumentando. Fondos de los cuales el Estado no muestra intenciones de desprenderse, para poder contar con medios que, ya lo hemos observado, le permitan atender otras necesidades financieras que no son precisamente las de los jubilados.

Según las propias cifras oficiales, se verá beneficiado el 83,6 % de los pasivos, o sea 4.062.000 lo que a razón de $500.- cada uno, importan $2.031 millones. El resto, 796.000, o sea los “pudientes”, nada. ¿Por qué esta discriminación? ¿Será que se quiere atenuar la desfavorable repercusión que tuvo el veto del 82% a quienes cobran la mínima? Pero sigamos analizando: si en vez de haber otorgado $500, hubieran sido $450, se produciría un ahorro de $203.100.000 con los cuales se hubiera podido otorgar $255 a quienes se ha dejado afuera del reparto, y aún sobrarían algunas chirolas. Es sabido que ni con $255, ni $450, ni $500 alguien podrá solucionar sus problemas, hoy acuciantes para la clase pasiva, pero qué buen gesto hubiera sido demostrar que se los ha tenido en cuenta a todos, en lugar de esta odiosa discriminación. Claro que los “buenos gestos” no figuran en el manual de este gobierno. Ha sido reemplazado por la confrontación y la agresión permanente, sobre todo a quienes menos posibilidades tienen de defenderse.