La meta: superar retos

La meta: superar retos

Rodrigo Castagno

 

Este rafaelino de 41 años vive en Chile desde hace 18 años. Su amor por la naturaleza lo llevó a estudiar Geología. Fue uno de los profesionales que trabajó en el rescate de los 33 mineros chilenos y se convirtió en uno de los destacados para la nominación de El Santafesino 2010 de El Litoral.

TEXTOS. ALINA POZZOLO. FOTO. MAURICIO GARÍN.

ADOLESCENCIA DEPORTIVA. “Tuve una infancia muy feliz, marcada por amigos de la escuela primaria Bernardino Rivadavia, con quienes ahora nos juntamos una vez al año, en Rafaela, de básquet del club Independiente (adonde jugué desde los 5 años, conocí muchas provincias viajando por competencias) y de la pileta todos los veranos. Mi adolescencia y juventud fueron a full, con mis compañeros de secundaria de la Escuela Nacional de Comercio de Rafaela. Fue la etapa de mayor locura, de salidas. No me gustaba mucho estar de novio así que viví la etapa como ninguno. Hacíamos viajes y salíamos en lo que por aquella época denominábamos ‘afuera’, es decir, ir a otras ciudades. Otra etapa distinta pero igual de entretenida fue la de la facultad en Córdoba, viviendo en un departamento con 5 amigos. Mis papás me bancaron todo, confiaron en mí. Como no puedo devolverles la mano en efectivo se lo devuelvo en acciones”.

TODAS LAS PASIONES EN UNA. “Siempre me gustó la naturaleza, el aire libre, las matemáticas y la física, por eso me decidí a estudiar Geología, ya que era una buena combinación. La encontré en un libro de carreras y en su descripción decía que el geólogo iba seguido a las montañas, a acampar y una pila de cosas más. Nací en 1969, año en que el hombre llegó a la luna y de todos los viajeros tripulados, el único que no era militar ni ingeniero, era geólogo. Es una carrera que da para muchas cosas interesantes. Si retrocedo en el tiempo la volvería a elegir”.

A CHILE, POR UN AMOR. “Yo estaba terminando la carrera en Córdoba con 23 años, cuando me puse de novio con Daniella, mi prima, que nació y vivía en Chile y la conocí a los 18 años. La decisión de irme a Chile no fue nada en comparación con decirle a mis papás que me iba a casar con mi prima y viviríamos en Chile. Después de 18 años de haber tomado la decisión, y el anecdotario que esto trajo, pienso que fue lo mejor que pude haber hecho”.

UNA EXIGENCIA PROFESIONAL. “El trabajo con los mineros fue el momento más exigente de mi vida profesional y a la vez comprometido. Fallar significaba perder vidas, en todo lo demás significa perder plata y poder intentar otra vez con nuevas oportunidades; no es comparable. Viví todo muy intensamente, preocupado por la seguridad del pozo y de las personas que allí trabajábamos. Ésa era mi tarea y sostenerla en el tiempo fue difícil. A medida que avanzábamos fuimos creando más expectativas en nosotros, en las familias, el gobierno y todo un país. Fueron distintas etapas pero en la última fue muy difícil manejar la ansiedad y la presión que significa que todo salga bien sin lugar a equivocación. Hoy, a la distancia, cuando veo a los mineros disfrutar de las familias, pienso que nada es imposible, cuando todo está muy lejano, si se hace un buen trabajo, lo más probable es que tengas éxito”.

EL APOYO FAMILIAR. “Mis papás estaban de visita en Chile cuando me llamaron para viajar a Copiapó. Comprendieron que tenía que estar allí y después seguimos en contacto por redes sociales. Estaban más ansiosos que yo con el tema, como aquel jugador que vive el partido desde las tribunas. Mi señora e hijos tenían línea directa y hablábamos mucho, cuando el ruido de la máquina lo permitía”.

EL RECONOCIMIENTO. “Creo que el reconocimiento de mis pares, de mi familia y amigos fue lo más positivo; incluso, seguimos charlando con gente que conocimos ahí. Al día siguiente de haber salido el último minero, volví a trabajar en lo mío y todo volvió a lo mismo, con la satisfacción de haber contribuido, junto a un importante grupo de gente, a un hecho histórico”.

VUELTAS Y REENCUENTROS. “Vuelvo a Rafaela una o dos veces al año, para Navidad, Año Nuevo y si se presenta algún acontecimiento familiar me hago un tiempo, siempre es importante estar presente. A lo lejos lo que más extraño es el asado , los amigos, la gente, la siesta, la familia, esa buena y sana vida de pueblo de la ciudad de Rafaela”.

así soy yo

Nombre: Rodrigo Damián Castagno Arancibia.

Hobby: Todos los deportes y artes marciales.

Familia: esposa Daniella y 4 hijos Franco (15), Luciano (13), Antonella (10) y Julián (8).

El momento del día ideal: la tarde.

Un lugar al que volvería: a nadar con delfines.

Su camino: vivió en Rafaela toda su adolescencia y juventud hasta los 24 años. En 1995, luego de estudiar en Córdoba, se recibió con el título de geólogo y actualmente está dedicado a la exploración de metales.

El rescate: “La premisa fue: no puede ser que a esta altura de la tecnología y profesionalismo no seamos capaces de sacar con vida a estas 33 personas. El resto todos lo conocen”.