Áreas naturales para disfrutar y preservar

¿Qué es el turismo sustentable? ¿Qué características debe reunir? ¿Cuál es su desarrollo en la Argentina? ¿Es posible revertir experiencias negativas? Son algunas de las preguntas que respondieron dos expertos convocados por la Fundación Hábitat & Desarrollo.

TEXTOS. NANCY BALZA. FOTOS. FLAVIO RAINA Y EL LITORAL.

Áreas naturales para disfrutar y preservar

San Carlos de Bariloche, un destino tradicional en el sur argentino.

La ocasión fue el 18º aniversario de la Fundación Hábitat & Desarrollo y el tema convocante, “El rol de la Áreas Naturales Protegidas en el Desarrollo Regional”. En ese marco, disertaron Fernando Ardura, sobre “Naturaleza y turismo sustentable: la oferta Argentina al mundo”, y Hernán Laita acerca de “Cuenca del Plata: una perspectiva regional”.

El primero fue presidente de Parques Nacionales durante una década e integra la institución que ofició de anfitriona. El segundo es docente e investigador y vive en el Delta del Paraná, una geografía que inspira buena parte de sus reflexiones.

Ambos profundizaron con Nosotros sobre el concepto de turismo sustentable, que se desarrolló en los años ‘80, pero recién se hizo carne -en diferentes países- en la década del ‘90. “Sustentabilidad significa que el recurso que se puede usar hoy, también lo puedan utilizar las futuras generaciones. De esa forma, estamos hablando de una solidaridad que se tiene que dar en dos planos: el intergeneracional, hacia el futuro, y el horizontal, es decir, para los congéneres actuales”, definió Ardura.

En base a esa definición, el experto planteó varios niveles de sustentabilidad:

Ambiental: “Implica que no se agote el recurso, que no se impacte, que no se deteriore. Y eso no lo puede plantear el que pone un hotel o inicia un emprendimiento turístico. Lo tiene que determinar el sector técnico-científico y definir cuáles son aquellas actividades que pueden ser aceptadas por el medio natural y cuáles no”.

Social: “No se puede hablar seriamente de turismo sustentable ni social si no garantizamos que las comunidades locales se beneficien de ese desarrollo. Si la idea es poner un resort cerrado a la comunidad local al que se traen expertos extranjeros para todas las actividades, excepto para la limpieza, lo que se genera es un odio importante frente a ese emprendimiento. Éste es un turismo que en la Argentina no ha prosperado. Tenemos la experiencia de Bariloche o de San Martín de los Andes, en el área de Península Valdéz, Puerto Iguazú o Tierra del Fuego, donde toda la comunidad vive del turismo en forma directa o indirecta. Son ciudades y comunidades que en lugar de ver el turismo como un enemigo, lo ven como fuente de trabajo. Y defienden la actividad pero también el recurso natural que lo genera”.

Política: “Los dos lugares turísticos más importantes desde el punto de vista cultural tendrían que ser Jerusalén y El Cairo. Sin embargo -sumados- Israel y Egipto no llegan a recibir la misma cantidad de visitantes que la Argentina. Y la Argentina no tiene ni la ciudad santa judía, ni la ciudad santa cristiana, ni la ciudad santa islámica, ni las pirámides. No lo logran porque hay guerra. Colombia, el país de mayor diversidad biológica de América Latina que debería convocar naturalmente al público, no llega a recibir ni un tercio de los turistas que recibe la Argentina porque hay guerra. La violencia expulsa. Las selvas africanas tendrían que ser uno de los lugares centrales de visita turística; sin embargo, lo único que se visita en forma masiva es Sudáfrica, que es una especie de aperitivo comparado con el centro de África”.

Cultural: “Involucra el nivel de transformación que genera el turismo en el pueblo que lo recibe. Tenemos mucha fortaleza cultural en la Argentina por nuestra diversidad, además de una gran fortaleza cultural en la región andina, que hace que el que se sienta transformado sea el turista. Existen otros países donde la presencia de turismo ha generado grandes niveles de fractura de identidad nacional, como en Isla de Pascua, o en algunos países de la Polinesia que han desarrollado como principal industria la prostitución, incluso la prostitución infantil. Creemos que es importante que el turismo ayude a enriquecer y no a debilitar la identidad nacional”.

Económica: “Implica que el turismo dé ganancias y sea rentable. Pero, si para generar turismo sustentable tenemos que hacer una fuerte inversión en subsidios no recuperables por parte del Estado para que los hoteleros desarrollen energías alternativas o incorporen puestos ambientales -que de lo contrario no harían-, no sirve, porque estaríamos poniendo a la estructura del Estado y al conjunto del pueblo a financiar y a quitarle riesgo a una actividad que naturalmente tiene que tenerlo, porque está dentro de la ley del capitalismo”.

EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO

Para Ardura resulta claro que la Argentina es el país de América Latina que tiene más experiencia en materia de turismo sostenible.

“Toda la línea andinopatagónica, que arranca en Junín de los Andes e incluye San Martín de los Andes, Villa La Angostura, Bariloche, Lago Puelo, el Bolsón hasta Esquel y Calafate, e incluso Ushuaia, ha conformado un corredor desde 1930 hasta ahora. Argentina tiene una experiencia de 80 años en función de los parques naturales, que se caracterizan porque hay una conservación del recurso que convoca al turista; porque hay un beneficio social; y porque es una zona de gran beneficio económico: es sustentable, no tiene ningún subsisdio del Estado y es de una fuerte identidad cultural”.

E insiste: “Lo hicimos sin darnos cuenta, no fue planificado y como la gente sabe que vive de eso, los principales defensores de los parques nacionales son los miembros de estas comunidades. Otro tanto ocurre en Iguazú, en la Puna (Salta-Jujuy), en los Esteros del Iberá (Corrientes) y en la región chaqueña a partir de los parques nacionales de Chaco y Formosa”.

OTRA EXPERIENCIA

Hernán Laita vive en el Delta, una zona que “desde el punto de vista turístico tiene una relevancia muy importante a escala local”. Pero reconoce que “el turismo es muy poco sustentable: no reconoce la especificidad del lugar como humedal y tiene una mirada mercantilista. Ahí se vuelve difícil la sustentabilidad porque el turismo, además, termina degradando el ambiente y la gente se va del lugar sin saber qué es un delta”. Propone, en tal sentido, como política de Estado, “no subsidiar pero sí divulgar y motorizar el interés de los privados”.

Para este docente e investigador, “la política ambiental forma parte de un rol intransferible del Estado”, y explica que “el Delta está en el área de inundación de la cuenca del Paraná-Río de la Plata, y no tendría que haber edificaciones porque es como si las hubiera en las islas de Santa Fe. Todo el proceso del delta, que es sedimentario, es en movimiento: en la medida en que los hombres le ponen columnas de madera o cemento ese movimiento termina y lo que es un delta se está modificando en un grado importante”.

Laita asegura que “el proceso de mayor agresión está sucediendo ahora; no ocurrió en el pasado sobre estos territorios de humedales porque entonces no existía la estructura productiva y no se podían transformar los lugares como ahora. Antes, la gente modificaba los humedales con una pala; ahora lo hace con una topadora o una máquina, es decir, a una escala mucho mayor. Antes no había una concientización, pero la limitante de la acción sobre el lugar era la fuerza del cuerpo y esto hacía que el lugar se conservara no porque la gente no lo quería hacer sino porque no había posibilidades de modificarlo”.

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Fernando Ardura y Hernán Laita, en diálogo con Nosotros.

ACTIVOS Y PASIVOS

¿Es posible transformar centros turísticos tradicionales en alternativas sustentables?, se le preguntó a Fernando Ardura. Y respondió con el ejemplo de Mar del Plata, “que se edificó sobre las dunas, por lo cual la relación entre la costa y el mar está fracturada”.

Según explicó, “en las últimas dos décadas, el gasto público más importante de la ciudad se lo lleva un proceso que se hace cada 4 ó 5 años, y consiste en colocar artificialmente arena en las playas. En función de un concepto equivocado de edificar sobre el mar, la ciudad tiene ahora el gasto más importante: crear una playa artificial cada 4 ó 5 años. En algunos casos hay pasivos ambientales muy importantes y hay forma de revertirlos, generando activos paralelos; por ejemplo, nuevas playas sustentables”.

Y reflexionó: “Hay que aprender de la experiencia: comencemos a revertir el pasivo ambiental, por ejemplo, creando el parque nacional Islas de Santa Fe, que significa un activo ambiental importante y permite mitigar los impactos negativos que hemos generado durante varios siglos”.

PERFILES

Fernando Ardura: se desempeñó como vicepresidente de Parques Nacionales durante una década; dirigió el planeamiento de la visita pública del Parque Nacional Iguazú y el diseño de su actual infraestructura turística; fue consejero regional para América Latina de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN); integra la Fundación Hábitat y Desarrollo y es Presidente del Fondo para las Américas (ente binacional argentino-estadounidense de financiamiento al sector civil en proyectos ambientales y de niñez en riesgo).

Hernán Laita: es profesor en Ciencias Antropológicas; investigador sobre naturaleza en la cuenca del plata: ríos, flora, fauna y sus relaciones; docente en materias de Ecología en escuelas del Delta del Paraná, donde reside; autor, junto con Gustavo Aparicio, del libro “Cien peces argentinos” y del “Manual Delta: Tierra de Agua”; dicta cursos y talleres sobre el tema en distintos espacios de formación profesional.

+ datos

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En el Parque Nacional Iguazú se concreta una de las experiencias de turismo sustentable del país.