Editorial

Es el turno de los alimentos

En las últimas semanas el incremento en los precios de los alimentos parece volver a ocupar el centro del escenario mundial. Es que la tendencia puede generar problemas impensados hasta hace unos años, con fuerte incidencia en lo social e institucional. Las estadísticas son concluyentes: hace siete meses que ese aumento en el valor de los alimentos del mundo parece complicar las economías, a tal punto que un índice de precios de alimentos de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), de la Unesco, alcanzó en enero su nivel más alto desde que comenzó a medirse en 1990, y superó el máximo de junio de 2008, durante la recordada crisis alimentaria que se había iniciado un año antes.

La incidencia de ese aumento sostenido se puede apreciar en los países más pobres, muchos de los cuales no ocultan que su población destina gran parte de sus ingresos a la alimentación. Incluso, se admitió que la incidencia despertó la rebelión en Egipto, donde el desempleo trepó al 70%. Protestas como las de Túnez y Jordania estarían vinculadas con esta situación, apreciación entendible si se tiene en cuenta el valor internacional de las manufacturas y su influencia en el costo de la canasta de alimentos.

Lo peor es que, aun cuando se espera que las correcciones vayan apareciendo, la especulación es que ese repunte en los precios podría mantenerse hasta mediados de año, con lo cual la presión inflacionaria tendría su arrastre hasta el 2012. Según los datos que comenzaron a trascender, las manufacturas aumentaron sus precios internacionales en más del 30% en el segundo semestre del año pasado, cuando se pensó que podría ser un comportamiento estacional.

En este panorama, la Argentina también juega un papel destacado. Es uno de los proveedores mundiales de granos, pero no alcanza a cubrir la demanda que no pueden atender otros mercados, como Estados Unidos y Brasil. China aparece como una complicación a muy corto plazo. Anualmente, miles de chinos se incorporan al mercado, acaparando los stocks de sus proveedores. Hace pocos meses, ese país tomó una serie de medidas destinadas a enfriar la economía, pero no se observa respuesta. Según los especialistas, el caso más complejo, que lejos está de resolverse, es que la población mundial crece más rápido que la superficie cultivada.

De allí que los sectores exportadores adviertan al gobierno argentino la necesidad de superar conflictos y aprovechar esta realidad mundial para recomponer su participación en el mercado de alimentos, con lo cual habría más actividad comercial y ocupación de mano de obra. En estos días, hasta el Grupo de los 20 países más industrializados alertó sobre las graves consecuencias que padecerán los países en vías de desarrollo, por lo que plantean regular los precios de las materias primas.