La lógica del pensamiento (II)

Lengua viva

Evangelina Simón

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Estábamos hablando de la Escuela de Port-Royal y el pensamiento de sus principales gramáticos con Claude Lancelot a la cabeza. Defienden el análisis lógico del pensamiento, propugnando su unidad. Se comprende, entonces, que pueda existir una gramática general del lenguaje, puesto que, prácticamente, es indudable que la lógica es universal y que parece que hay sprincipios también universales a los que todas las lenguas deben de acatar, cuando se trata de hacer visible, a través de la comunicación, la estructura del pensamiento lógico. El conocimiento de este principio debe de obtenerse en forma razonada (no inductiva) a partir de una reflexión sobre las operaciones lógicas del espíritu y sobre las necesidades de la comunicación.

La gramática planteada puede dar razón de los diferentes usos de las lenguas particulares, porque se trata de aplicar a ellas los principios generales e inmutables de la palabra.

Por lo expuesto, es que las principales categorías de palabras corresponden a los momentos más importantes del pensamiento lógico. Puesto que el juicio consiste en atribuir una propiedad a una cosa, la lengua tiene palabras para designarlas, por ejemplo los “sustantivos” para determinar sus atributos o propiedades cuentan con los “adjetivos”, para designar el acto mismo de “atribuir” con el verbo “ser”, pues todos los demás son una amalgama de dicho verbo con un adjetivo. En el ejemplo “el sol brilla” está implicado “ el sol es brillante”. Otras categorías de palabras están determinadas por las condiciones comunicacionales, por ejemplo la imposibilidad de contar con un nombre para cada cosa nos ha obligado a recurrir al recurso de los “nombres comunes”, cuya extensión está, a su vez, limitada por los “artículos y adjetivos”. De esta manera, combinando principios lógicos y exigencias de la comunicación llegamos a establecer reglas universales como: la concordancia de género y número entre sustantivo y adjetivo, puesto que ambos se refieren a una misma cosa. Se desprende, entonces, un principio universal en el orden de las palabras de tal suerte que la representación mental del “sustantivo” debe ser anterior a la del “adjetivo” para comprender la cualidad que éste proyecta sobre aquel.

Estos principios son universales, lo que implica la relación lógica entre: lengua, pensamiento y espíritu, integrados en las necesidades comunicacionales del hombre.