LLEGAN CARTAS

Los órganos del ser humano

 

M. Carlos Visentín.

DNI. 2.389.173. Ciudad.

Señores directores: Los poetas y el pueblo en general cantan loas al corazón del ser humano y lo dan como el principal órgano que origina los sentimientos en el hombre. Los románticos lo invocan como autor de toda relación donde aparece el amor, que es el sentimiento más sublime de todos los conocidos. Otros lo incluyen con todo lo que se relacione con la ayuda al prójimo, “tiene buen corazón” y en fin, olvidan al resto de los órganos para volcar su simpatía exclusivamente en el corazón.Creo que todos están equivocados y que el órgano del humano al que hay que rendir todos esos elogios es al cerebro. El corazón es como un reloj, se le da cuerda y marcha sin otro pensamiento; se le da sangre y marcha; es una máquina que si anda mal se le pone un marcapasos y si aun así no funciona bien, le hacen un transplante, que es algo similar, como colocar un motor nuevo a una máquina. Pero el alma, ¿donde está? Para mí reside en el cerebro. El sabio es sabio por su cerebro especial, que lo hace sabio, y el hombre sin cerebro es como un desecho humano, le falta lo principal. Calificar a alguien como un ser “sin cerebro” es colocarlo en una escala inferior al resto de los humanos.

Creo que las ondulaciones de la masa cerebral envuelve al hombre y le dan su personalidad; cada pedazo de cerebro actúa independientemente del otro, el sector del habla del de la locomotriz, del de la visión, etcétera, y sin embargo hay una relación entre todos ellos que ningún médico ha descubierto totalmente. La medicina ha avanzado enormemente en el conocimiento del cuerpo del hombre, el soma; se hacen operaciones maravillosas, hasta transplantes de muchos órganos, pero los misterios del cerebro, con sus intrincadas curvas y ondulaciones aún no han sido descubiertos por los cirujanos que no llegan a sus secretos más íntimos. Los psicólogos y psiquiatras hacen largas consultas con los pacientes y estos raras vez pueden asegurarse totalmente curados. El cerebro es mucho más delicado que el corazón. Los huesos que rodean al cerebro lo defienden como si fuera la caja fuerte de un banco; no se puede sustituir cada globo ocular, ni tampoco hacer oír cuando se está realmente sordo, y obviamente, aún no se puede quitar un cerebro y colocar otro cuando el primero no funciona correctamente.

Además, el cerebro es tan hábil que los pensamientos que tiene los lleva a los labios y los transforma en palabras, cuando cree que debe hacerlo. Es un órgano discreto, educado, que sabe callar y no pronunciarse durante las relaciones sociales. ¿Qué ocurriría si todos los pensamientos del cerebro llegaran al exterior? No podrían ocultarse el odio, el amor, la desconfianza, el engaño, la infidelidad; el deseo de robar, la codicia, etcétera, defendidos tras los huesos que cubren este misterioso órgano. Las relaciones humanas no podrían funcionar, habría disputas, divorcios, hasta guerras entre los países del globo. Bueno, en realidad todos los órganos del ser humano son vitales y no es conveniente darle prevalencia a uno sobre otros. Pero en esta carta he querido hacer una comparación entre el corazón y el cerebro, poniéndome en abogado defensor de este último.