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La investigación se acerca al productor

La investigación se acerca al productor

 

 

Juan Manuel Fernández

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Enviado Especial

Nuevas fórmulas de fertilización en alfalfas, preservación de malezas como hospederos de organismos benéficos para los cultivos, intensificación agrícola con nuevas secuencias de rotación, alta producción de sólidos en leche con cruzas Holando Jersey, además de una exhaustiva evaluación de todos los cultivares de soja, uso de efluentes, mejoramiento genético de pasturas megatérmicas, estabulación de tambo y recuperación de suelos sódicos conformaron el completo programa que ofreció el INTA Rafaela a los visitantes que participaron de la Jornada para Productores 2011, realizada el miércoles 30 de marzo.

Montados en carretones, unos 400 visitantes, entre productores, asesores y estudiantes, recorrieron las 11 estaciones en cada una de las cuales los esperaba un referente del organismo para darles una breve charla sobre los trabajos que se realizan en la Estación Experimental. La jornada se extendió hasta pasado el mediodía y finalizó en el Salón de Usos Múltiples con el contacto directo y distendido entre asistentes y técnicos, almuerzo mediante.

Por más pasturas

Por ser la delegación Rafaela la máxima referente en temas lecheros, buena parte de los trabajos expuestos se relacionaron con esa actividad. En la primera de las estaciones, por lo tanto, el especialista en fertilización de pasturas Hugo Vivas mostró los avances conseguidos en alfalfas. “Necesitamos producir más forraje y la fertilización es una tecnología para lograrlo”, fue la consigna que disparó el especialista antes de detallar los resultados logrados con el uso de yeso y kieserita.

De los monitoreos realizados desde 1994, se desprendió que en la zona de Esperanza hasta 2000 sólo hizo falta fertilizar con fósforo pero a partir de entonces también hubo carencia de azufre. “Entonces —dijo— hoy son los dos elementos que los productores y profesionales de aquella zona tienen que usar si quieren tener buena producción de alfalfa”. En Rafaela, en cambio, aún hay niveles altos de fósforo (30 a 35ppm) que permiten lograr unos 10.000 kg/MS/ha/año (kilos de materia seca por hectárea al año) aunque “está declinando, porque solía haber 60, 70 u 80 partes por millón”.

Como es lógico, el desafío es lograr incrementos de producción donde hay altos niveles de fertilidad. Por lo tanto, los ensayos de Vivas se orientaron hacia este objetivo y en Rafaela logró “aumentos que van de 13 o 14% hasta un 17% usando yeso, que es sulfato de calcio, o kieserita, que es sulfato de magnesio”. Ambas fuentes rindieron lo mismo, pero con costos diferentes ya que la primera variante es considerablemente más económica que la segunda. “La kieserita cuesta u$s 530/tn y el yeso u$s 230 y se aplican en las mismas dosis”, explicó el investigador, y detalló que se ensayaron fertilizaciones de 250 y 500 kg/ha en ambos casos. Por lo tanto, “si logro lo mismo voy a elegir la variante más barata” —señaló Vivas— aunque recomendó al productor optar por “un yeso de buena calidad y estoy seguro que va a lograr lo mismo que nosotros o mejor”.

Si la reposición de nutrientes es un deuda en agricultura, “en producción pastoril es (una práctica) mucho menos extendida”, agregó, y conminó a los productores a usar fertilizantes como forma de conseguir más forraje, primer paso de un camino que los llevará a “aumentar la carga animal, la eficiencia de uso individual del animal y la relación de vaca en ordeñe sobre vaca total”.

Grupos y fechas de siembra

Por su parte, el ingeniero Oscar Keller recibió a los contingentes en la segunda estación para mostrarles cómo combinar grupos de madures y fechas de siembra para disminuir riesgos y optimizar la cosecha. “La soja —afirmó— ya dejó de ser una competidora de la explotación ganadera o tambera” y por lo tanto permite asociarse tanto a la lechería como a la producción de carne. “Hoy forma parte importante de una dieta para vacas de alta productividad y se puede hacer una muy buena reserva de forraje en base a sojas de ciclo intermedio o largo, tanto rollo como silo”. Además indicó que, al ser RR, contribuye a dejar campos limpios de malezas perennes para volver a sembrar alfalfas.

Keller relató que se probaron grupos de III a VII, aunque los más comunes en la zona son V y VI, en cuatro fechas de siembra entre los últimos días octubre y los primeros de enero con implantaciones intermedias en noviembre y diciembre. Con varios años probando estas secuencias, “como conclusión en todo este tiempo me quedo con que, para el centro santafesino, noviembre es la mejor fecha de siembra con grupos intermedios 5.6, 5.7 o 5.8”. La receta no es fija y hay que modificarla según como venga el año. Con campañas más benévolas y campos buenos, el especialista indicó que se puede usar grupos más cortos con chances de rindes muy importantes. Pero si la siembra arranca con poca humedad, y además hay pronóstico de Niña, “ahí hay que estirarse un poquito más a grupos VI e incluso VII”.

En cuanto a fechas de siembra, recomendó largar en octubre “cuando hay que sembrar bastante” y no aventurarse a hacer mucho con grupos cortos (III largos o IV y hasta 4.9) porque “si bien son de altísimo potencial de rendimiento, cuando tienen un traspiés hídrico en el medio te terminan pasando la factura y rindiendo menos”. En resumen, los máximos potenciales son menos estables y viceversa: los grupos largos prometen menos rindes pero son más seguros.

Intensificar con nuevas secuencias

Jorge Villar, en tanto, expuso algunas variantes para intensificar planteos agrícolas con secuencias alternativas de cultivos. El ensayo exploratorio lleva dos ciclos y para la segunda fase espera implementar rotaciones intensivas en doble cultivo durante 3 años consecutivos.

La idea, explicó, es detectar nuevas combinaciones superadoras del trigo-soja, incorporando otros cultivos de invierno o incluso haciendo doble cultivo de verano. Los estudios consisten en medir el desempeño de soja, sorgo, maíz y girasol detrás de trigo y de colza para determinar cual combinación tiene mayor posibilidad de éxito e incluso descartar otras, como por ejemplo el girasol de segunda.

Si bien el desempeño del trigo es indiscutible, “la colza nos aporta la posibilidad de diversificar el riesgo físico y comercial; nos permite sembrar anticipadamente y cosechar más temprano (últimos días de octubre contra fines de noviembre en el caso del trigo) y ganar 30 días por lo que el cultivo de segunda en realidad son de primera por fecha”, indicó Villar. Para el maíz, por ejemplo, significa una chance de acumular humedad durante 30 o 40 días y “hacer un maíz de segunda —sembrado a mediados de diciembre— hasta con barbecho, mientras que el maíz atrás de trigo depende únicamente de las lluvias que tenga durante el ciclo”. Incluso la colza sería la única combinación posible para intentar un girasol de segunda.

En cuanto al doble cultivo de verano, el girasol se perfila como el mejor antecesor ya que se puede “anticipar un poco la siembra a la segunda quincena de agosto” (lo normal es septiembre), además de su capacidad de desarrollarse con pocas lluvias. “Se adapta muy bien a condiciones de sequía; este año hicimos girasol de 43.000 kilos casi únicamente con el agua de reserva”, detalló, y agregó que cosechándolo un poco antes (a mediados de enero) se puede sembrar atrás un maíz como cultivo de tercera. Para poner al maíz como antecesor, en cambio, hay que usar materiales hiperprecoces pero no anticiparse mucho en la siembra por el riesgo de heladas: “sembrado en septiembre y con manejo adecuado (se puede) cosecharlo a mediados de enero con muy buenos resultados”.

Los que sí están descartados para hacer sobre cultivos de verano son soja, sorgo y girasol “porque se van muy tarde las siembras, limitándose mucho el potencial de crecimiento y por lo tanto también el de rendimiento, incluso con riesgo de no poder cosechar por heladas”.

Levantando sólidos

En la segunda mitad, el recorrido se hizo más lechero. El ingeniero Eduardo Comeron junto a la licenciada en genética Milva Vera mostraron las vacas Holando Jersey de cruzamiento alterno rotacional (se alterna la raza del toro que se usa cada año), con las que hacen producir un tambo desde el año 2000. Con esos animales, más el manejo adecuado, consiguieron triplicar los 5.500 litros de leche por hectárea vaca total (VT) al año de media nacional hasta alcanzar 17.000 litros “gracias a una carga de 2.6VT/ha y a una producción individual de 6.500/7.000 litros de leche por lactancia” con valores promedios de 3.92% de grasa y casi 3.6% de proteína.

En este esquema la figura del genetista es preponderante, ya que “tiene que estar muy bien organizada la parte reproductiva porque es una rutina de saber a qué toro le va determinada vaca, que raza usar y la calidad de la genética”. El objetivo es “lograr la mayor cantidad de sólidos por hectárea, lo cual significa todo un desafío en cuanto a carga y mantener niveles de grasa y proteína elevados”, dijo Comeron.

Respecto del alimento, el especialista puntualizó que “el hecho de que sean cruza no quiere decir que se le de cualquier cosa”. El consumo total de materia seca es la diferencia fundamental, ya que las cruzas demandan menos cantidad y puede cambiar también la concentración de megacalorías de energía por kilo de materia seca. Las cruzas pesan 100 kilos menos y consumen unos 17kg/MS/día contra 22kgMS/día que demanda un Holando.

El ingeniero advirtió que a estos números no se llega con sólo incorporar la raza Jersey, sino que se necesita “ir quemando etapas con Holando antes de dedicarse a esto”. En realidad, aclaró, primero se deben superar todas las falencias que se tienen con las Holstein, especialmente la rutina de alimentación, además de la dieta adecuada y el personal motivado y convencido. Sanitariamente, no hubo diferencias sobre patologías de ubre pero sí de patas, con menor incidencia en las cruzas.

El INTA Rafaela realizó una nueva jornada a campo en la que se mostraron las principales líneas de trabajo que se desarrollan en la Estación Experimental. Lo último en pasturas, fertilización, cultivos agrícolas, forrajeras, cruzas lecheras e instalaciones de tambo.

Una sana costumbre que se afianza

La maleza sirve

La bióloga Julieta Merke sorprendió a propios y extraños mostrando la importancia de la “vegetación espontánea”, más conocida por los productores como malezas, que brindan algunas ventajas para los cultivos agrícolas. “Con sus flores contribuyen al alimento y al refugio de organismos benéficos como insectos polinizadores o predadores de plagas”, explicó rodeada de algunos ejemplares de plumerillo, hinojo, falso alcanfor, cerraja, escobadura, carqueja, 4 cantos, achicoria, colmelina y hasta rama negra. Además —agregó— las malezas funcionan como refugio de los organismos perjudiciales, por lo que “si se las elimina estos se pasan al cultivo comercial”.

Merke aseguró que no todas las malezas son invasivas como el sorgo de alepo o el cardo. Especies como el diente de león, la cerraja o la vara de oro brindan “servicios ambientales” y son muy comunes de encontrar en bordes de alambrados o banquinas. “Generalmente el productor lo limpia sin tener en cuenta el valor que tienen esas especies”. De hecho, los ingenieros Jorge Frana y Cesar Salto vienen desarrollando el Manejo Integrado de Plagas en INTA Rafaela y han detectado que plantas como la cerraja hospedan gran cantidad de insectos predadores o parasitoides que atacan a las plagas de los cultivos.

Además estas especies son un recurso muy importante para la producción apícola, ya que han medido que las abejas usan hasta un 65% de flores de “vegetación espontánea”.

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El tema del momento. Una de las estaciones estuvo dedicada a analizar la producción lechera estabulada. Se habló de dietas, enfermedades e instalaciones.

Fotos: Juan Manuel Fernández

“La soja hoy forma parte importante de una dieta para vacas de alta productividad y se puede hacer una muy buena reserva de forraje en base a variedades de ciclo intermedio o largo, tanto rollo como silo”