Una investigación de las TOE

Capturaron al acusado de matar a Rodrigo Betinelli

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Magín Alberto Betinelli, padre de la víctima, realizó una larga peregrinación en busca de justicia para su hijo. Foto: Archivo El Litoral.

El fugitivo se resguardaba en una villa de Temperley y recibía giros postales del exterior. Además, circulaba con una identidad falsa.

 

Juliano Salierno

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La Tropa de Operaciones Especiales detuvo el viernes pasado a Alberto Miño, de 30 años, acusado por el crimen de Rodrigo Betinelli, ocurrido el 14 de enero de 2006.

Con su captura, la Justicia le puso fin a más de cinco años de búsqueda y de impunidad para el hijo de Magín Alberto Betinelli, el hombre de 73 años que emprendió una lucha incesante por el esclarecimiento.

La investigación de la Tropa de Operaciones Especiales -a cargo de Roberto Benítez y Luis María Siboldi- comenzó a raíz de un pedido expreso de un alto jefe policial, y con la autorización del juez de Instrucción Séptima, Diego Andrés de la Torre que dio vía libre a las intervenciones solicitadas.

Desde un primer momento, los especialistas de la Tropa tuvieron un arduo trabajo, ya que hubo que volver varios años en el hilo de la causa. Primero debieron confirmar si la información disponible era real, luego saber si estaba actualizada y de ahí en más solicitar algunas medidas que allanen el camino.

Escuchas telefónicas

Entonces, se realizaron intervenciones telefónicas. Estaba el rumor de que Alberto Miño estaba en Santa Fe, que venía habitualmente a visitar a sus parientes y que circulaba libremente, pero esos dichos se fueron descartando con el paso del tiempo.

Aunque parecía una tarea imposible, la clave del hallazgo de Miño fue el teléfono de su madre, que estuvo cuatro meses intervenido, casi sin movimientos sospechosos. Hasta que un día las TOE lograron interceptar una llamada de Miño.

Con el número del imputado todo sería más fácil, porque sólo restaba interceptar la antena y la zona por la cual se movilizaba. Pero otro imponderable hizo que la investigación se dilatara.

Ese celular que perseguían apareció en un cabaret de Buenos Aires, donde se cree que el buscado lo perdió en medio de una borrachera o acaso lo abandonó a propósito para desviar a sus perseguidores.

Correo postal

Una vez reencauzada la pesquisa, se ubicaron los puntos de cobro en los que Miño buscaba los giros que le enviaban familiares desde Santa Fe, a través de Correo Argentino; y su mujer desde una población de España, a través de Western Union.

Con esos datos, las TOE desarrollaron una estrategia, que consistió en acorralar al fugitivo, que apremiado por la falta de efectivo se viera obligado a retirar el dinero personalmente en una sucursal segura para el operativo.

Seleccionaron una sucursal “accesible para concretar la operación”, a pocos kilómetros de la villa Iapi de Temperley, considerado “un lugar impenetrable” para las fuerzas del orden.

Las TOE contaron con la colaboración de las sección Crímenes Organizados de la policía de la Plata y el Grupo Halcón.

Aguardaron durante 15 días para que le hicieran el depósito, que lograron demorar por 24 horas. Retrasando el cobro de dinero, las TOE ganaban tiempo y podían de ese modo solicitar la autorización del juez para montar la trampa.

“Desesperación económica”

Finalmente, el último viernes Miño cayó detenido en la sucursal de Correo Argentino de calle la candelaria al 172 de Temperley. Ese día Miño iba a recibir $ 200, cuyo cobro rebotó en otras sucursales, como estaba preestablecido.

“Jugamos con su desesperación económica”, reconocieron los investigadores, a la vez que aseguraron que también tuvieron mucha fortuna en dar con el sospechoso, dado que cambiaba el teléfono cada tres meses.

Según las antenas de celular que alcanzaban sus llamadas, el prófugo se encontraba en calle Misiones, entre 176 bis y 177, de Quilmes Oeste.

Cuando lo atraparon estaba solo, llevaba el teléfono celular pinchado y el DNI de otra persona. En cuanto al nombre que utilizaba, éste no trascendió, ya que lejos de ser falso, pertenece a otro santafesino que le habría facilitado la fuga, y que también sería un conocido del ambiente prostibulario local.


/// el dato

Cinco años

Rodrigo Betinelli tenía 28 años cuando recibió un balazo en la cara, debajo del párpado izquierdo, la mañana del sábado 14 de enero de 2006. El lamentable episodio ocurrió en la puerta de su casa de calle Boneo al 3800, en el barrio San José, luego de que su padre discutiera con un conductor que arrolló a su perro. Rodrigo falleció en el hospital Cullen, donde también fue hospitalizado su padre Magín Alberto, con heridas en el antebrazo.

Emoción de padre

Magín Alberto Betinelli, actualmente de 73 años, lloraba de la emoción al teléfono esta mañana, cuando hablaba con los periodistas que llamaban para saber cómo estaba. “Lo detuvieron, está en Coronda”, gritaba desde el otro lado de la línea.

“Ahora voy a tener que hacer la identificación” en Tribunales; “qué le puedo decir, sabe lo que es aguantar cinco años... Nadie sabe lo que es perder un hijo de esa forma, a nadie se lo deseo, es algo imposible. No sabe lo que es hablar con las paredes”, resumió con amargura.

Exitado por la noticia de la captura del presunto asesino de su hijo y muy a su estilo, Betinelli dijo desaforado: “Estoy más contento que perro con dos colas”. También se ofreció para hablar en otro momento “cuando quiera háblenme de a uno que yo los voy a atender, ahora

no doy más” dijo entre lágrimas.

En Tribunales

Esta mañana, el abogado defensor de Alberto Miño, el Dr. Daniel Rocca, confirmó a El Litoral que su cliente declarará esta semana ante el juez Diego De la Torre, luego de mantener una charla con el profesional.

“Lo detuvieron en Quilmes el viernes, al solo efecto de averiguación de antecedentes”, dijo Rocca, minimizando la investigación de las TOE. “Como tenía pedido de captura fue remitido a Santa Fe”.

El juez De la Torre le tomó indagatoria el sábado por la mañana, en la que Miño “se abstuvo de declarar porque no estaba su abogado”, amplió Rocca que iba a solicitar nueva fecha de audiencia con el magistrado.