Las marcas del agua

Para la ciudad, la inundación marcó un antes y un después. Para la vida de muchos de los chicos y chicas que viven en los barrios que la padecieron, también. Y los docentes lo confirman en el miedo que gana a sus alumnos cada vez que llueve. El aula se convierte en un espacio para capitalizarlo como experiencia, y ensayar mejores maneras de estar preparados.

TEXTOS. NANCY BALZA. FOTOs. el litoral y gentileza de las escuelas consultadas.

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Ocho años atrás, en el momento de mayor desconcierto, cuando el agua ganaba las calles, las escuelas abrieron sus puertas como centros de evacuados.

Cuando nadie sabía adónde ir, a quién recurrir, ni cómo refugiarse de un río desbocado que ganaba calles, edificios y vidas, las escuelas fueron las primeras en abrir sus puertas. Aquel 29 de abril de 2003 y durante mucho tiempo, las aulas fueron dormitorios; las galerías, comedores, y los patios, escenarios de la desesperación. Poco a poco, las sillas volvieron a ser ocupadas por niños y jóvenes, el bullicio fue creciendo en tiempo de recreo, y los docentes -muchos inundados- que durante meses habían sido improvisados pero eficaces líderes de centros de evacuados, recuperaron su vínculo con la tiza y el pizarrón.

Varios años después, y mientras admiten que la huella de la inundación se observa en las paredes pero más se adivina en el miedo de los alumnos cada vez que llueve, un grupo de maestras y maestros decidieron aceptar el convite y abordar la inundación desde la perspectiva de la gestión de riesgos. Así, fueron adaptándose a términos ásperos y hasta ese momento alejados de toda currícula, como vulnerabilidad y mitigación, e incorporaron nuevos argumentos para enseñar cuándo un fenómeno meteorológico se convierte en desastre, y hasta qué punto importa lo que cada uno hace en su entorno.

Aquel curso, dictado a fines de 2008, tuvo como destinatarias a escuelas de cuatro barrios. Fue dictado por docentes de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral, a partir de un convenio entre la Municipalidad, el Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos y la Asociación Civil Canoa, y se materializó en el manual “Santa Fe y las inundaciones. Hacia una gestión de riesgos”. El texto reúne conceptos y propuestas para trabajar dentro y fuera del aula, y llegó a unos 40 establecimientos educativos. Pero el resultado trasciende esas páginas y se sigue actualizando con el aporte y la propia experiencia de alumnos y maestros.

EL MIEDO COMO ARGUMENTO

- Seño, hay olor a lluvia, ¿nos vamos a inundar otra vez?

La pregunta se repite cada vez que el cielo se oscurece o el ruido de los truenos se cuela en la clase. Mariana Miranda, docente de la escuela Falucho escuchó tantas veces esas palabras que decidió que por allí debería pasar el argumento de la obra de teatro que iba a escribir. Y así fue: el año pasado, chicos y chicas del plurigrado a su cargo y de otros cursos de la escuela representaron lo que ocurre cuando llueve, “porque es un caos de papás que vienen a retirar a sus hijos”.

La maestra no duda de que el miedo a la lluvia quedó como secuela de la inundación de 2003 pero también de 2007, cuando Barranquitas -de donde provienen sus alumnos- revivió aquella historia.

Con el tema de los miedos como motor decidió poner en marcha lo aprendido en el curso y, pasado el tiempo, afirma sin dudarlo que “a los chicos les dio mucha tranquilidad: ahora saben que si llueve mucho tienen que estar atentos a la información, escuchar la radio, y saber por dónde salir de su casa si se declara una emergencia”. Y para ello cuentan con un plano donde figuran los puntos de encuentro en el barrio.

“No digo que los chicos no van a tener miedo, pero ven el tema desde otro punto de vista”, aclara, mientras coincide con sus pares en que antes de 2003 los conceptos que hoy aplica con sus alumnos no resultaban de uso frecuente ni figuraban en los manuales escolares, mientras que ahora cuentan con un texto específico sobre el tema. No es poco en una ciudad cuya mayor amenaza la constituye, precisamente, estar rodeada por ríos.

MÁS INFORMADOS, MENOS VULNERABLES

¿Qué es eso de vulnerabilidad, esa palabra tan difícil de pronunciar?, se preguntaba Fabiana Morante más de dos años atrás cuando se anotó en el curso. Tiempo después, no solo puede ofrecer una respuesta; también sabe cómo aplicarla a Santa Rosa de Lima, el barrio donde se erige la escuela Luis Borruat de la que es docente.

Al margen de bromear con sus alumnos sobre que es una buena palabra para jugar al ahorcado, les explica que las personas vulnerables son precisamente las que menos saben y, al no saber, se pueden defender menos. Entonces admite que aquella experiencia fue productiva pero también lo que vino después, con el intercambio de saberes y propuestas con sus pares, y el trabajo fuera y dentro del aula, donde escuchaba de boca de los chicos los relatos de cómo el agua tapó su casa, dónde estuvieron evacuados o cómo se desencontraron y luego se reencontraron con su papá o su mamá. “A mi también me hacía bien, porque lo había vivido; estuve inundada en La Florida, aunque pude alojarme en casa de familiares”, relata.

Una vez que las palabras estuvieron afuera y con ellas se pudo exteriorizar un dolor particular y a la vez colectivo, Mariana empezó a explicarles a los chicos que “había que lograr que aquello no vuelva a suceder y que, en caso de que suceda, era necesario estar preparados para una situación de emergencia”. El plano actualizado con los puntos de encuentro en el barrio le sirvió para explicar adónde tenían que ir si se producía una situación similar. “Junto con otros docentes recorrimos esos lugares, fuimos al origen de los desastres, de por qué nos inundábamos, vinculamos este tema con el cuidado del medio ambiente, de la responsabilidad del hombre sobre lo que pasa en la naturaleza”. Todo eso se volcó en láminas y otros formatos, y en octubre de 2009, para el Día Internacional para la Reducción de Desastres, se presentó ante maestros y alumnos.

Fabiana sabe que el 2003 fue un año importante para la ciudad y para el barrio, pero también lo fue 2007 “cuando los chicos y sus familias la pasaron muy feo y la escuela estuvo inundada, y fue saqueada y destruida”. El 29 de abril es abordado, entonces, desde la perspectiva de que la historia no se repita.

CONOCER EL TERRITORIO

La escuela Gregoria Pérez de Denis fue sede de aquel primer curso. A su equipo docente pertenece César Soria, este año a cargo de Matemática y Ciencias Naturales de 7º. Si bien el barrio Belgrano, donde está la escuela, no atravesó la inundación con el mismo rigor que la enorme franja del oeste, a Soria -que sí la vivió en barrio San Lorenzo- le interesó comprometer a sus alumnos en un tema que involucra a toda la ciudad.

Una de las acciones fue conocer las estaciones de bombeo, en el marco de un programa que desarrolla la Municipalidad con las escuelas. “Nos llevamos una buena sorpresa viendo su funcionamiento”, recuerda Soria en diálogo con Nosotros. Fue en 2009, justo cuando se estaban realizando refacciones así que la experiencia fue particularmente interesante.

En cuanto al concepto que le pareció más relevante trabajar en el aula, el docente señala que fue importante “reconocer lo que significa vivir en un espacio rodeado por ríos y, por otro, abordar cestiones como la prevención”. Con los chicos y chicas a su cargo este año viene trabajando desde 5º y el año pasado le dio forma a todo esto y, junto con el Taller de Tecnología, llevó la experiencia a la Feria de Ciencias. Allí se hizo hincapie en reciclar y reutilizar materiales, “pensando en una de las problemáticas del barrio”. Para este año tiene previsto profundizar ese tema pero también, con la docente de Ciencias, abordar el tema de los ríos, fundamental en el desarrollo geográfico pero también social de la ciudad.

UNA PREGUNTA QUE ENCONTRÓ RESPUESTA

A poco de empezar el curso y mientras intentaba superar el calor, el cansancio propio de los últimos meses del año y la aridez -valga la paradoja- del tema, Carolina Cerasuolo, docente de la escuela 809 Estanislao López, trataba de comprender por qué se había elegido a los establecimientos educativos para ser protagonistas en tamaño proyecto.

Al principio, la experiencia no fue nada sencilla: surgieron conceptos con los que costaba familiarizarse y la actividad de taller exigía un compromiso total con el curso. Luego llegó el momento de aplicar lo aprendido en el aula. Con niños y niñas que por entonces estaban en 3º grado, la maestra decidió que un buen punto de partida sería recorrer el sector de Santa Rosa de Lima al que pertenecen los alumnos que van a su escuela, “y mostrarles lo que ven todos los días pero no miran: la basura y todo lo que hace a que, cuando llueve, se inunde todo”. También llegaron al punto de encuentro incluido en el plan de contingencia.

“Les expliqué que este sector de Santa Rosa de Lima se formó sobre el margen de un río seco; es un barrio de 40 000 habitantes y cuando el río se desborda usa su camino. Eso les puedo explicar desde el punto de vista natural. Pero ¿qué papel cumple la mano del hombre? ¿Qué hizo el hombre que contribuyó a que nos inundáramos? Sacando los cuestionamientos políticos, lo que se hizo y se dejó de hacer, a ellos les muestro la realidad. Hubo defensas que no se terminaron, el río entró por ahí y arrasó con lo que arrasó porque había cosas que no tenían que estar en ese lugar”

“Hay muchos conceptos que tenemos que tener claros para transmitírselos a los chicos. Cuando se dice que Santa Rosa de Lima es una zona vulnerable, ¿qué quiere decir? Que estoy ante una desventaja porque este lugar era del río y ante cualquier situación el agua puede avanzar por este espacio. ¿Cuándo una inundación es un desastre? Uno se puede inundar por múltiples causas, pero pasa a ser un desastre cuando afecta lo humano, lo económico, cuando se pierden bienes”, explica, mucho más segura de los conceptos que al principio parecían inaccesibles.

Para la maestra, está claro que “los chicos se involucran si el docente los involucra. Les puedo decir y se van a olvidar, les puedo enseñar y lo van a recordar; pero si los involucro, lo van a aprender”

En algún punto del curso y aún después, Carolina encontró la respuesta a su pregunta inicial y se la dijo al propio intendente en oportunidad de presentar el manual: “recurrieron a los docentes porque se dieron cuenta una vez más de que la escuela es un bastión de resistencia y es el lugar adonde recurre la comunidad escolar y los demás vecinos también, cuando se trata de dar respuesta a cuestiones sociales”.

“La escuela -afirma mientras suena el timbre que pone fin al recreo y a la charla con Nosotros- es el único lugar donde los chicos pueden ser receptores directos y transmitir a sus familias la mejor forma de estar preparados”.

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Un mural que representa la inundación cubre el frente de la escuela Borruat, en Santa Rosa de Lima.

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LA INFORMACIÓN COMO DERECHO

POR ASOCIACIÓN CIVIL CANOA

Nuestra ciudad, en la última década, ha sufrido dos catástrofes (una hídrica y otra pluvial) y varios eventos que la amenazaron. Los barrios del borde oeste y del norte como la zona costera fueron los más afectados por su situación de vulnerabilidad previa y por la ineficacia e inoperancia en algunos casos y la insuficiencia en otros- de las gestiones gubernamentales tanto municipales como provinciales.

Considerando este problema como social y político y que nos involucra a todos aquellos actores que deseamos construir una ciudad inclusiva, la Asociación Civil Canoa junto a la organización de cooperación italiana CISP y con los actores territoriales define el Proyecto Integral y Participación para la Rehabilitación y el Desarrollo de Barrios de Santa Fe, conjunto de acciones que tiende a la prevención, rehabilitación y desarrollo integral del barrio.

Una de sus líneas de acción trata de la Prevención en Catástrofes a partir de la formación y la recuperación de saberes de los diversos actores que comprenden la Gestión del Riesgo (1). Para ello, se piensa en dos actividades principales: un curso destinado a docentes de las escuelas primarias de los territorios del proyecto y espacios de formación e intercambio para integrantes de instituciones y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que están involucradas en estos procesos.

En el año 2008, se organiza e implementa en forma conjunta CISP/CANOA y la Dirección de Gestión de Riesgos del Gobierno de la Ciudad de Santa Fe, el curso “Santa Fe y las Inundaciones. Hacia una Gestión de Riesgos”, destinado a docentes de escuelas primarias y a referentes barriales, como complemento de las acciones que ya se vienen realizando desde distintos sectores y actores de la ciudad de Santa Fe.

¿Por qué pensamos en generar un espacio de encuentro y formación para docentes y referentes barriales? Porque consideramos que las poblaciones afectadas tienen el derecho de acceder a la información y formación para comprender qué son las inundaciones y la gestión de riesgos. Esto pretende también, en clave de prevención, involucrar a diferentes actores en la generación de estrategias cotidianas y estructurales para estar mejor “preparados” ante la posibilidad de un nuevo evento. Y también, consolidar aquellos espacios de socialización habituales en el barrio como son las escuelas y las diferentes organizaciones sociales.

Acceder a la información, la formación y a la comunicación son derechos que debemos defender y promover. Si contamos con ellos, no sólo seremos ciudadanas y ciudadanos “preparados” sino que estamos en condiciones de proponer, reclamar y trabajar por la ciudad en la que queremos vivir.

(1) Tomaremos la Gestión del Riesgo como un proceso social complejo por medio del cual se trabaja en la concientización acerca del riesgo, se analizan sus causas, y se diseñan las soluciones socialmente aceptables. Involucra numerosos actores sociales y requiere de un proceso de negociación, decisión política y asignación de recursos, contemplando los diferentes momentos que componen el ciclo de desastre: prevención, mitigación, preparación, respuesta, rehabilitación y reconstrucción.

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Una obra de teatro, en la escuela Falucho, puso el foco en los miedos y en cómo estar preparados ante una situación de emergencia.

UNA PERSPECTIVA INTEGRAL

POR DIRECCIÓN DE GESTIÓN DE RIESGO (GOBIERNO DE LA CIUDAD)

Desde la perspectiva de la gestión de riesgos, el objetivo no es solamente enfocarse en una situación de emergencia, o prepararse para afrontarla mejor, sino también en ir trabajando sobre las condiciones que generan el riesgo. Dentro de ese cambio de enfoque, el rol que tiene la escuela es fundamental para formar conciencia ciudadana sobre la responsabilidad individual, sobre un tema complejo y que nos involucra a todos como es la problemática de las inundaciones, en particular, y el riego en general.

Si planteamos la gestión de riesgos como una política transversal que toca, dentro de la Municipalidad las diferentes áreas de gobierno, de la misma manera en la escuela hay temas transversales como es la problemática ambiental. ¿Por qué decimos que una crecida del Paraná nos da una anticipación para saber cuándo puede llegar el pico? ¿Por qué es importante que haya crecidas? ¿Por qué es necesario para el ciclo natural que existan lluvias? ¿Cómo hemos construido la ciudad? ¿Cómo ha sido nuestra relación con el agua? Todo eso configura una problemática ambiental muy compleja, y es importante que los chicos comiencen a tener otra mirada sobre este tema, que tiene una implicancia sobre la formación cívica y ciudadana muy importante.

Además, este tema no tiene que ver sólo con el lugar geográfico que fue afectado por una lluvia o una crecida: esta cuestión de ampliar la mirada a la problemática ambiental involucra a todos los sectores porque la escuela está formando a los jóvenes, a los políticos, a los profesionales del futuro. Entonces, es importante que toda la ciudad se vaya involucrando en esa transformación.

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Alumnos de la escuela Estanislao López, en Santa Rosa de Lima, aprenden a reconocer y reducir los efectos de los desastres con Riesgolandia, un juego de mesa ideado por Unicef.

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Chicos y chicas de la escuela Gregoria Pérez de Denis en su recorrida por una estación de bombeo.

NUEVO CURSO

Desde el 30 de marzo pasado y en 9 encuentros se desarrolla el curso de capacitación a docentes de ciclo superior primario y secundario “Santa Fe y las inundaciones. Hacia una gestión de riesgos”, organizado por la Municipalidad santafesina y con sede en la escuela Simón de Iriondo de esta ciudad.

RIESGOLANDIA

Es el nombre del juego de mesa elaborado por Unicef, en el que los participantes aprenden qué pueden hacer para reducir el efecto de los desastres, respondiendo preguntas y avanzando por el camino sinuoso del tablero. Es uno de los recursos que utilizan las escuelas santafesinas que participaron del curso de gestión de riesgo, a fines de 2008, para abordar este tema.

AGENDA

El 13 de octubre fue establecido por Naciones Unidas como el Día Internacional para la Reducción de Desastres. Es una de las fechas en que las escuelas abordan, con distintas actividades, el tema de la prevención. Para el año pasado y 2011 el lema es “Desarrollando ciudades resilientes. Mi ciudad se está preparando”.