Isabel, la Moderna

Graciela Pacheco de Balbastro (*)

Respondiendo a un viejo hábito, tiempo antes del Día del Idioma, mis pasos se encaminan infaliblemente hacia lecturas sobre el tema. Este año elegí detenerme en la figura que hizo cargar las carabelas con palabras, con acentos, con refranes, con fragmentos del romancero y que con ese tesoro intangible llegaron a América. Y la figura que sobresale con méritos propios no es otra que la Reina Isabel de Castilla.

De esta ‘adelantada‘ poco se sabe. Resumiendo brevemente su vida: Hija de Juan II, Rey de Castilla con Isabel de Portugal, su segunda esposa, Isabel nació en la ciudad de Madrigal de las Altas Torres, el 22 de abril de 1451. Falleció el 26 de noviembre de 1504, en el castillo de La Mota, en Medina del Campo, Valladolid.

Trataremos de aportar algunos datos llamativos tomados de estudiosos del tema: Isabel madre y maestra: vigiló de cerca la educación de sus cinco hijos (cuatro mujeres y un varón). Para formarlo al príncipe Juan y a otros diez niños, instaló una escuela en el palacio, tomando como ejemplo la Escuela Palatina de los Carolingios. Y era ella quien supervisaba la elección de maestros y el aprendizaje de esos alumnos.

En cuanto a la educación de las mujeres, respetó cuidadosamente el formarlas en las tareas habituales de su época: hilado, costura, ¡zurcidos y remiendos! Alguien escribió que el rey Fernando se enorgullecía de que al igual que Carlomagno, él no se ponía jamás una prenda de vestir que no hubiese estado confeccionada por su mujer o sus hijas. Se sabe que ella misma remendó una faldilla de su marido, el rey, hasta ¡siete veces! Y desalentó en su corte los lujos excesivos y las conductas inmorales. Pero Isabel no reservó sólo para los varones una formación humanística y científica muy superior a la acostumbrada en su tiempo. Apoyó la educación popular elevando el nivel de las universidades.

Isabel, feminista: no sólo demostraría su preocupación en dotar a las mujeres de las mismas oportunidades de educarse que los varones, sino que había logrado que en el acuerdo prenupcial realizado entre ella y Fernando para el gobierno de sus dominios, los esposos mantuvieran iguales derechos de autoridad, un principio expresado en el lema, ‘Tanto monta, monta tanto; Isabel como Fernando’.

Isabel gremialista: a su iniciativa se debió que Castilla imitase algunas instituciones aragonesas, como ser la de los gremios, especialmente a los que hacían a la explotación de la lana, lo que se tradujo en un mayor florecimiento económico.

Isabel, primera indigenista: en el testamento que dictó antes de morir ordenaba a los príncipes sucesores: “no consentir ni dar lugar a que los naturales y moradores de las Indias y tierras firmes, ganadas y por ganar, recibiesen agravio alguno en sus personas y bienes, sino que fuesen bien y justamente tratados, y si algún agravio hubiesen ya recibido, que lo remediasen y proveyesen”. Los Reyes Católicos, ordenaron a los que iban en su armada y los que fueren en adelante ‘traten muy bien e amorosamente a los dichos indios sin que les hagan enojo alguno procurando que tengan los unos con los otros mucha conversación e familiaridad’ y que el almirante dé a los indios gratuitamente de las mercaderías que lleva de sus altezas. Y si a alguien se le ocurre tratarlos mal a dichos indios, el almirante, como ‘virrey y gobernador, lo castigue mucho por virtud del poder de sus Altezas que para eso lleva’. Y más adelante repiten (en 1497 y después) la conversión de los indios; que diga de parte de los Reyes a caciques y principales que los indios sean ‘bien tratados como nuestros súbditos e vasallos (es decir lo que hoy serían ciudadanos de un estado europeo), e que ninguno sea osado de les hacer mal, y si alguno les hace algún daño, lo castigaréis en tal manera que en adelante a ninguno le queden ganas’. En cuanto a la relación con las mujeres, la reina inspiró la orden de que si los cristianos ‘con las yndias se quieren casar, sea de voluntad de las partes y no por fuerza’. Y en este punto reitera la Corona: ‘procuren que los indios se casen con sus mujeres y que algunos cristianos se casen con indias y algunos indios con cristianas, para comunicarse mejor y adoctrinarse en la Fe y enseñarse las labores, para que indios e indias se hagan ‘onbres y mugeres de rrason‘. Esto pergeñaba Isabel mientras salía de la España medieval para ingresar a la España de los tiempos modernos. ¡Adelantada que lo fue! Y más si se tiene en cuenta que la primera declaración sobre los derechos humanos recién se efectuó en América (Filadelfia) en 1776 y después en Francia en 1789, es decir... ¡casi 280 años más tarde del cuidado y defensa que hiciera Isabel del aborigen americano!

Isabel, soldado: tomó parte importante en la reconquista; no sólo cuidó de la logística de las tropas de Fernando mientras éste combatía a la cabeza, sino que repetidamente se hizo presente en el campo de batalla. Ramón Ruiz Amado refiere que en Málaga animó a las tropas y que en Baza, habiendo sido detectada por Cid Hiaya, éste dirigió la fuerza de su caballería contra Isabel y que también estuvo a punto de perecer en el sitiado campo de Granada.

Isabel reflejada en algunas de las previsiones que tomó: dispuso que a su muerte fuese velada en el templo de San Francisco de Granada, vestida con la sencilla túnica franciscana, en tumba austera. Que no se usasen demasiadas velas y que lo ahorrado por falta de exequias lujosas, se destinara en cambio a vestir a doscientos pobres y a pagar el rescate de cautivos.

Y para los que se pregunten si fue linda... dicen que sí. Que era hermosa.

Créditos: Ramón Ruiz; Ignacio Tejerina Carreras, Andrés Mendieta, Joseph Pérez, Arturo Gutiérrez Carbó.

(*) Presidente del Instituto de Cultura Hispánica de Santa Fe.

a.jpg

Isabel de Castilla. Capilla Real, Catedral de Granada, España.