Ocurrió en San Javier

Está procesado el autor del ataque al hijo del senador

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La policía departamental realizó varios allanamientos esa madrugada, en los que secuestraron varias armas de fuego.

Foto: Corresponsalía San Javier

El reo reconoció que efectuó los disparos por el cual Eduardo Baucero terminó en el hospital. El hecho se produjo en la madrugada del 27 de marzo.

 

Juliano Salierno

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El juez de Instrucción Segunda, Nicolás Falkenberg, procesó a Francisco Javier Mendoza como probable autor del delito de “tentativa de homicidio, calificado por el uso de arma de fuego” contra Eduardo Baucero, hijo del senador por San Javier.

La medida adoptada el 25 de abril pasado le mereció el reproche de la defensa técnica de “Chirda” Mendoza, ya que pretendían que el caso se analizara bajo la imputación de “lesiones”, puesto que la herida infringida a la víctima no puso en riesgo su vida.

Además, el juez confirmó la prisión preventiva que venía sufriendo el imputado, atendiendo al posible peligro de fuga, atento al monto de la pena que le correspondería en caso de ser encontrado culpable.

Barrio San Antonio

El hecho tuvo lugar en una calle del barrio San Antonio, de San Javier, el 27 de marzo pasado. Esa madrugada, alrededor de las 4.30, Baucero cargó en su vehículo a un amigo de apellido Olivera, que a su vez le pidió que los llevara a comprar cerveza, y luego a la casa de una prima de dos hermanos de apellido Robles.

Sin sospechar, el hijo del senador José Baucero no tuvo más alternativas que llevarlos, a pesar de que conocía que dos de sus pasajeros no eran gente de confianza.

Una vez en el lugar detuvo su Fiat Uno rojo delante de la casa que le habían señalado y se quedó esperando que los hermanos Robles regresaran al auto. Como demoraban, descendieron en busca de sus compañeros, que rápidamente regresaron al auto.

Fuga y disparos

Según pudo establecer la Justicia, lo que Baucero desconocía era que los Robles habrían ido en busca del tal Mendoza, que alertado de la inminente pelea prefirió fugar por los patios y emboscar a los recién llegados en las inmediaciones.

Así fue que ni bien arrancó el auto y dobló la esquina, se oyeron varias detonaciones, una de las cuales rozó el cuero cabelludo de Baucero, que rápidamente comenzó a sangrar.

Alarmados por la herida se dirigieron al Samco local, pero antes se descartaron de los hermanos Robles, ya que estos le pidieron despegarse del caso por “estar complicados por la policía” -uno de ellos con salidas transitorias de la Cárcel de Coronda-.

Tras salvaguardar la vida del joven de 26 años la policía del departamento San Javier montó un impresionante operativo para dar con quien desde un primer momento fue señalado como el autor de la agresión.

Único acusado

Los testigos coincidieron en el nombre de Mendoza a la hora de apuntar los cañones.El propio Olivera dijo que fue un tal “Chirda”, de 25 años, vecino del barrio El Triángulo. También Jésica, la dueña de casa donde se originó la contienda, señaló al sospechoso. Y por último, Baucero aportó ese nombre durante la testimonial.

El imputado, que de entrada reconoció el ataque armado, sostuvo en cambio que fue en defensa propia que repelió un ataque de los dos sujetos que iban a bordo del coche, sobre quienes aseguró que portaban una recortada y un revólver calibre 38.

Mendoza relató que creyó que “Bolsita” y los suyos habían ido a atacarlo a la casa de su cuñada Jésica, que a su vez es prima del primero. Contó que a pesar del intento por esconderlo, “Bolsita” lo vio en un momento en el interior de la vivienda tomando fernet. Para evitar que le ganasen de mano, Mendoza salió por los fondos de la vivienda y emboscó a los del auto rojo.

 

/// LA CLAVE

Para defenderse

Cuando le preguntaron al reo por el revólver calibre 22 que portaba, contestó que lo había comprado en Santa Fe y que lo tenía “para defenderse”. La noche del ataque lo escondió en un cajón en la casa de su hermano, antes de que fuera detenido.

/// EL DATO

No lo quiso matar

Sin demasiadas alternativas, el imputado Francisco Mendoza reconoció en declaración indagatoria “haber efectuado los disparos de arma de fuego que se le atribuye”, a punto tal que confesó haber utilizado “un revólver calibre 22”; y que lo hizo “en dirección a las personas que iban a bordo del automóvil rojo”. No obstante se defendió diciendo que “en ningún momento quiso matar a Baucero” y que “ni siquiera lo había visto esa madrugada”.

Malas compañías

Lejos de atribuirle alguna responsabilidad o siquiera alguna sospecha, de lo único que se puede acusar al hijo del senador Baucero es de haber estado en malas compañías aquella madrugada.

Propio de la vida de una pequeña comunidad, muchas veces sus habitantes se codean con quienes no son justamente personas “ejemplares”. Compartir la escuela, el club y el picadito de fútbol en el barrio muchas veces estrecha esos vínculos inconvenientes.

Esto habría sido lo que le sucedió a Eduardo Baucero, que por heredar una cierta notoriedad pública y ser “conocido por todos”, se encontró de pronto en un aprieto que le resultó difícil evitar.

Él mismo reconoció ante el juez ser amigo de uno de sus acompañantes y que esa madrugada había salido a dar una vuelta cuando se lo encontró junto con los otros dos.

Claro que juró que ninguno de los ocupantes del vehículo estaba armado, que “de haber sido así no los hubiera llevado”; y que Bolsita le pidió que lo llevara de su prima, lo cual le pareció sumamente normal.