Trazos en una viñeta

1.jpg

Carlos Trillo cumplió 68 años el 1º de mayo. Murió una semana después, en Londres, acompañado por su esposa -la escritora de libros infantiles Ema Wolf- y a causa de una afección cardíaca.

El volumen y la diversidad de la obra de Carlos Trillo -la publicada en el país y la inédita en castellano- vuelven ilusoria cualquier pretensión de reflejarla en una nota, y merece ser leída de primera mano. Por eso, vaya este desprolijo entramado de anécdotas como un recuerdo-homenaje, y también como una invitación.

TEXTOS. EMERIO AGRETTI. FOTOS. EL LITORAL.

Con el no demasiado imaginativo título de “Las puertitas del señor Trillo” reconstruimos en estas páginas, en octubre de 2004, la charla que el guionista tuvo con Nosotros, en el marco de su visita a la Feria del Libro de Santa Fe.

Trillo llegó a la ciudad de la mano del infatigable y recordado Bianfa, para participar de un panel junto a otro grande de la historieta argentina, Rep. La charla con el público fue más breve de lo previsto: tuvo que ser cortada antes de tiempo para dar lugar a otra actividad, ya que se había demorado en empezar porque los tres estuvieron antes participando de un taller con un grupo de jóvenes, en el marco de un proyecto para contar la historia argentina en cuadritos.

En el interín, Trillo alcanzó a charlar un rato con Ulises Bechis y un grupo de artistas teatrales santafesinos que, en su momento, llevaron al escenario una adaptación de su historieta “Custer”. Bechis se acordaba de que, por aquél tiempo, pasaron a visitar a Trillo por su casa y se volvieron, como testimonio de la generosidad del escritor, con un lote de revistas del personaje.

Esa misma generosidad -que también demostró después retribuyendo el envío de la nota publicada en esta revista con cuatro lujosos tomos de obras suyas editadas en Francia, con el argumento de que “vos me mandás el resultado de tu trabajo, yo te mando el del mío”- es la que Trillo desplegaba con su tiempo y sus conocimientos de estudioso de la historieta argentina. Y, por supuesto, en la generación de un cúmulo de mundos y una muchedumbre de personajes, esparcidos por todos los tiempos, los géneros y las geografías, fraguados en una imaginación que alimentaba de manera incesante con su insaciable voracidad de lector.

“Soy un lector bastante consecuente y la pila que hay en mi mesa de luz es siempre grande”, contó, como parte de un extenso mensaje de correo electrónico que se tomó el tiempo para redactar, como ampliación del diálogo que habíamos tenido en una mesita de la Feria del Libro. Lo mismo que sus comentarios para una segunda nota que hicimos -en enero de 2009, y en medio de un intercambio que se volvió frecuente-, con motivo de la reedición de El Loco Chávez; la parte más conocida de una obra inmensa, de la que lo mucho que se conoce en nuestro país es sólo una parte.

Como muestra de ella, y del talento de los dibujantes con los que trabajó durante décadas, hoy se pueden conseguir en tomos El husmeante, Buscavidas, Cosecha verde (Mandrafina), El Loco Chávez, El ultimo recreo, Las puertitas del señor López (Altuna) Alvar Mayor, El peregrino de las estrellas (Enrique Breccia), Viajero de Gris, Un tal Daneri (Alberto Breccia), Video Noir, Fulu, Borderline, Yo vampiro (Risso), El libro de Gabriel, Irish Coffe, Cibersix (Meglia), Boggart (Domínguez), Sarna (Sáenz Valiente) . Las infantiles Torni Yo, El cuerno escarlata, Martín Holmes. En la actual etapa de la revista Fierro, El síndrome Guastavino (Varela, también en libro), El conejo de Alicia (Mandrafina), Trillo & Grillo, Sasha despierta (Varela) y, actualmente en curso, Bolita (Risso). En tanto, en el suplemento No de Página 12 continúa saliendo Clara de Noche (Bernet).

Una pila bastante grande para la mesa de luz, sin dudas. Pero apenas una parte de algo mucho más grande que -sospechamos- sólo alcanzamos a atisbar.

3.jpg
4.jpg
5.jpg
6.jpg
2.jpg