Editorial

La democracia en las escuelas

En los últimos días las escuelas santafesinas fueron noticia a partir de un simulacro que resultó ser la primera prueba del sistema electoral que se estrenará, en los hechos, el próximo 22 de mayo. Chicos y chicas de distintos niveles, junto a los docentes, tuvieron a su cargo la organización de los comicios en los que se disputaron los mismos cargos que estarán en juego en territorio provincial, sólo que ocupados, a los fines de la práctica escolar, por próceres.

Para aquellos que alcanzaron la edad para votar y participarán de manera concreta en las próximas elecciones, el simulacro les permitió reconocer las características del sistema de boleta única que ellos mismos deberán utilizar en pocos días más. Y de paso, la información pudo ser transmitida en el seno familiar. Precisamente, el hecho de que la capacitación se haya dirigido a los más chicos -lo que fue objeto de algún comentario cáustico desde la cúpula del Poder Judicial- encontró su justificación no sólo en el entrenamiento temprano de los futuros ciudadanos, sino en el “efecto rebote” en los hogares, reforzado a través de la participación familiar que se propició en algunos casos.

A la vez, la elección de los nombres y cargos habrá requerido para no pocos estudiantes, investigar sobre las figuras que debían representar o pretendían elegir -según el caso-; un aprendizaje histórico que resulta de mucho valor para darle un marco al proceso electoral y que es indispensable para otorgar contexto a debates y decisiones.

Paradójicamente, hasta los aspectos controvertidos de la iniciativa le otorgaron valor agregado: las objeciones por la incoherencia ideológica de algunas listas, la discusión sobre los incluidos y los excluidos, la falta de mujeres en las nóminas -lo que implica, entre otras cosas, eludir la ley de cupo femenino- y ciertos datos cuestionables en la trayectoria de los postulantes, dieron pie a nuevas discusiones y obligaron a documentarse y ejercitar la argumentación, una práctica saludable e indispensable en cualquier debate.

Mientras ésto ocurría en Santa Fe, se daba a conocer el resultado de una encuesta realizada entre estudiantes de nivel secundario de capital federal y Gran Buenos Aires, que concluyó en que sólo el 40 por ciento de los alumnos considera a la democracia como la mejor forma de gobierno. A la vez, una amplia mayoría de los jóvenes consultados se mostró interesado por lo que ocurría en el país, y dijo valorar el pluralismo y el disenso.

Sin lugar a dudas, las escuelas cobran un protagonismo innegable en la formación de ciudadanía y en un año netamente electoral, en el que se renovarán cargos en todos los niveles y se volverá a ejercer el poder que confiere el voto, este rol tiene particular relevancia.

Volviendo al caso concreto del simulacro escolar, la experiencia tuvo un plus cuyo valor quizá no logre ser apreciado aún en toda su dimensión por sus protagonistas, pero que resulta clave para una vida en democracia: permitió la libre elección de sus representantes y, por añadidura, la posibilidad de debatir, argumentar y expresar sus ideas.