Llegan cartas

En recuerdo de Elvira Cuddé

 

Dorita. Familia Dastugez.

Señores directores: Por la presente quiero recordar que hoy habría cumplido 92 años la señora Elvira Mónica Cuddé, poeta muy reconocida y también olvidada en sus últimos años, que falleció en circunstancia trágica, caso que está siendo investigado por la justicia.

Tengo 60 años y en los últimos dos he aprendido mucho de esa maravillosa persona, muy querida por nosotros ya que era buena vecina, poeta y escritora de los que ya quedan pocos.

No tomaba remedio alguno, ni siquiera aspirina. Muy dulce, de hablar pausado, de buen humor, siempre presta para un chiste, una sonrisa o carcajada. Siempre agradeciendo los gestos que teníamos para con ella.

¡Hasta corría jugando a la pelota con mi nietito!

Envío a continuación un poema de ella que me pareció oportuno en este caso y unas palabras mías, que está en usted reproducirlas total o parcialmente.

Amiga, hermana, chiquita mía “Muñeca” como te decíamos. Según vos “éramos la familia que no tenías...”.

Te dedico tu mismo poema, pero te digo hermana, amiga que aquí sí se te recuerda todos los días, y mil lágrimas caen por nuestras mejillas...

Extrañamos tu lugar en la mesa que con orgullo compartíamos y ese beso y ese abrazo que te daba todas las mañanas cuando llegabas... También cuando te ibas...

¡Jamás comprenderemos los designios que Dios nos pone en la vida!

¡No te has ido... has dejado en la casa y en cada uno de nosotros un pedacito tuyo!

¡Feliz cumpleaños hermana-amiga!

Te queremos.

El poema de Elvira Mónica Cuddé se titula “Soledad”, y dice:

“Por los caminos del alma / donde florecen recuerdos, / se me van yendo las horas / como arena entre los dedos.// Sé que tenía mil rumbos / ya ni siquiera un sendero, / ni una mano que extendida / me llamará desde lejos.// Sin por las noches un beso / en el nidal del cabello, / ni una boca que mi nombre / pronunciara como un rezo.// Sin el abrigo de un pecho / donde quedarme dormida, / sin tener donde posar / las azulinas pupilas.// Sin el calor del afecto / que va rielando dos sueños.// Fuerte muralla invisible / que nos protege del cierzo,// del cierzo cruel de la vida / de todo real desvelo./ La muralla del amor / sustentada por los besos!// Ni una lágrima por mí / con gran cariño vertida, / ni lágrimas que por mí / humedecieran mejillas.// Sin una voz que me nombre / con tristeza a mi partida, / como arena entre los dedos / se me está yendo la vida!// En el nido de mi boca / donde aguardan los besos, / se adormece con un nombre / el duende de los recuerdos”.