Un físico desestabilizado

Fabricio Welschen

“Solar”, de Ian McEwan. Traducción de Jaime Zulaika. Editorial Anagrama. Barcelona, 2011.

La noticia de la publicación de un nuevo libro del escritor inglés Ian McEwan siempre resulta una grata noticia para aquellos lectores que le son devotos. El caso de Solar (2010), la obra en cuestión, no resulta ser una excepción en la trayectoria literaria de McEwan, por lo que resulta placentera su lectura. Si bien se puede estar seguro de que en esta ocasión no nos encontramos ante la sublime y encumbrada escritura de McEwan que podemos apreciar en sus novelas Expiación (2001) y Sábado (2005), sobre todo en la primera, la nueva novela de McEwan no por ello deja de ser válida ante la búsqueda del placer de la lectura.La trama de Solar se centra en el físico Michael Beard, un personaje lujurioso, obeso y glotón, que ha sido galardonado con el Premio Nobel, y cuya vida caótica y desordenada, atravesada por una galería de divertidos personajes igualmente desordenados y desestabilizados mental y emocionalmente, le depara una larga lista de infortunios al físico gordinflón. Desde el comienzo McEwan aborda su novela con una impronta de mordaz humorismo, impronta con la que irá develando al lector el tipo de vida desestabilizada que lleva Beard junto a los otros personajes que forman parte de su círculo de conocidos, y las decisiones que toma en situaciones de tensa crisis y que a la larga le harán caer en un nuevo infortunio. Beard es un personaje que ha fracasado en todas sus experiencias matrimoniales, que no puede aplacar sus demandas sexuales, que tras haber alcanzado la gloria el galardón sueco se ve reducido a ser un simple nombre decorativo cuya vida corre el peligro de volcar irreversiblemente por sus propias acciones y decisiones.

Por supuesto que uno de los rasgos característicos de las novelas de McEwan, la fatalidad, se encuentra presente en la nueva novela, hecho que no podría ser de otra forma si se tiene en cuenta el desorden en el que se encuentra inmerso el protagonista. Pero a pesar de que la fatalidad se encuentre en combinación con un humorismo mordaz, la novela no llega a los grados escabrosos que caracterizan la primera etapa novelística de Ian McAbro (Primer amor, últimos ritos, por ejemplo).

La paradoja que presenta mordazmente McEwan es la incapacidad del ser humano en poder solucionar problemas a gran escala como lo es el calentamiento global (tema que junto con la desestabilizada vida del protagonista constituye la columna vertebral de la novela) cuando es incapaz e incompetente a la hora de dar con la solución de sus problemas cotidianos y sus conflictivas relaciones con el prójimo. Beard se embarca en un proyecto de gran envergadura para tratar de revertir el calentamiento global, cuando en realidad ni siquiera es capaz de mantener ningún compromiso sentimental con las mujeres con las que se acuesta y muestra indiferencia hacia su estado físico, que con el transcurrir de las páginas irá empeorando hasta volverse calamitoso. Se encuentra enfrascado en su proyecto para salvar al planeta, pero es incapaz de resolver las problemáticas sentimentales, corporales, laborales y penales que le rodean.

A través del humorístico relato de los infortunios del desastroso Michael Beard, Ian McEwan vuelve a invitar a sus lectores al placer de la lectura.

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Ian McEwan. Foto: Archivo El Litoral.