Editorial

Honduras vuelve a la OEA

Fue una de las crisis políticas más importantes y graves de América latina, al punto que llegó a decirse con evidente exageración y dudosas intenciones políticas, que desde los tiempos de la Guerra Fría, cuando Cuba protagonizaba la llamada crisis del Caribe, no ocurría un episodio semejante. Nos referimos a los acontecimientos de Honduras como consecuencia de la decisión institucional -Parlamento y Corte Suprema de Justicia- de hacer cumplir normas que limitaban las ambiciones reeleccionistas del entonces presidente Manuel Zelaya.

La crisis se extendió durante unos meses, llegándose a hablar de guerra civil y desmembramiento territorial. Mientras tanto, Zelaya convocaba desde Nicaragua a la huelga general revolucionaria y amenazaba con invadir el territorio invocando consignas sandinistas, las mismas que había combatido desde Honduras en la primera etapa de la revolución sandinista, liderada por su entonces archienemigo Daniel Ortega, quien más tarde, por esas azarosas circunstancias de la política caribeña, devendría su entrañable aliado y socio político.

Finalmente los hechos se impusieron a los deseos, las autoridades políticas de Honduras lograron convocar a elecciones libres, el presidente electo, Porfirio Lobo, se hizo cargo del poder con el apoyo y el reconocimiento de todo el espectro político e institucional y Zelaya y su ostentoso sombrero blanco quedaron algunas semanas recorriendo los pasillos de las embajadas de países como Venezuela, supuestamente solidarios con su causa. Por fin se resignó a admitir lo irremediable, es decir que Honduras podía seguir viviendo sin él.

La noticia auspiciosa de estos días fue que la OEA acaba de aceptar el reingreso de Honduras a su seno. En realidad el proceso no se dio de un día para el otro, sino que estuvo precedido por el reconocimiento progresivo de diferentes países hasta que, para sorpresa de muchos, el propio Hugo Chávez -uno de los más enconados rivales de Porfirio Lobo- terminó por reconocer la legitimidad del gobierno hondureño. En la misma línea se pronunciaron países que en su momento fueron muy severos con el proceso de Honduras -como Brasil y la Argentina-, motivo por el país centroamericano se reincorpora a la OEA con todos sus atributos, y a la vez demuestra que la institucionalidad se impuso sobre los intentos hegemónicos de Zelaya y las desprolijidades de quienes le bloquearon el camino.

Las gestiones diplomáticas de los gobiernos de Colombia y Venezuela permitieron, además, que el presidente Lobo se reconciliara con Zelaya; y éste, que desde entonces estaba exiliado en República Dominicana, ahora regresa a su patria para reanudar su actividad política.

El único voto en disidencia fue promovido por la diplomacia de Ecuador, que quedó en absoluta minoría. Por eso los opositores internos de Correa no vacilaron en calificar el acto como un error más de un presidente que, desde hace rato, adopta posiciones efectistas que pierden fuerza con el transcurso del tiempo.