Llegan cartas

No todo lo que brilla es oro

Jorge Mántaras Cullen.

DNI: 6.214.031.

Señores directores: “No todo lo que brilla es oro”, es un dicho muy común y que significa que no todo es como aparenta ser. Quiero referirme con esto a la situación por la que está pasando la economía del país, donde la euforia del consumismo parece ser la panacea y si lo analizamos en detalle no es tan así.

La situación no surge de políticas acertadas del Gobierno Nacional sino del ya famoso viento de cola que se produce por la gran demanda de alimentos que requiere el mundo y que estamos desperdiciando.

Esta es la gran oportunidad para consolidar el crecimiento de la infraestructura productiva para el futuro inmediato, es imprescindible un plan de desarrollo para que se reactiven las redes ferroviaria y portuaria, que bajen los costos de nuestra producción de granos e industrial para cuando deje de soplar el viento de cola.

Es necesario invertir en exploración de petróleo y de gas y en la generación de energía para que la industria nacional la tenga a un costo accesible y que no haya cortes de la misma cuando el clima no nos favorece.

Hoy se recaudan cifras siderales por las retenciones y las exportaciones en general y casi todo se destina a subsidios improductivos para consumir un gas, una electricidad, un transporte a menor valor que el de su costo y para un sector privilegiado de la capital federal y el conurbano bonaerense. Veamos si no, las cifras del Ministerio de Planificación: en el 2010 los subsidios a la energía fueron de $ 7761 millones, colectivos, trenes y subterráneos $ 4350 millones. El monto estimado en los últimos 5 años es de $ 136.000 millones.

Tenemos un déficit educacional que es urgente corregir, para que el hijo del pobre tenga las mismas oportunidades que el hijo del rico, que es la forma efectiva de terminar con la exclusión social, tan declamada y sólo usada para el clientelismo político.

Muchas más serían las razones que podríamos enumerar, pero como yo no soy un economista ni un político, sino un ciudadano corriente, quisiera que se aplicaran los principios básicos del sentido común y cuando se tenga que votar, se vea que no todo lo que brilla es oro.