Al margen de la crónica

Vestida para infartar

Sin lugar a dudas Hollywood ha sido -y es- una máquina para proyectar mujeres bellas. En la historia hay algunas que son de una perfección infinita, como Grace Kelly; otras de fuego, como Rita Hayworth; esculturales como Ava Gadner o sensuales como Brigitte Bardot. Pero entre todas surge una que está un peldaño más arriba, Marilyn Monroe.

La geminiana Norma Jeane Baker, nacida en Los Angeles, California, sería la actriz que triunfaría a partir de un cuerpo maravilloso, un pelo platinado y una simpatía sin par. Hasta cantando la rubia hizo historia porque no sólo nos recordó que los diamantes son los mejores amigos de una chica y derritió a la platea norteamericana con una versión hot del Feliz Cumpleaños, dedicado al presidente John Kennedy cuando éste celebraba 45 años.

Por ejemplo, esa noche del 29 de mayo de 1962, la fiesta de cumpleaños tenía lugar en el Madison Square Garden y entre varios números sobresalió toda la noche la inocultable presencia de Marilyn. Es que lucía un vestido color piel lleno de piedras que la convertían en un objeto de deseo -como fue casi toda su vida cinematográfica- y cuando finalmente interpretó la canción de John Kennedy le cambió el to you por Mr. president y se convirtió en una gala inolvidable.

Y aquel vestido -ajustado, pesado y cargado de piedras- contrastó con el otro ícono que elaboró la industria de los sueños de los Estados Unidos. No hay quien no peine canas y no recuerde aquellos segundos en “La comezón del séptimo año” cuando un vaporoso vestido blanco se eleva por los aires y deja sus bellas piernas al descubierto cuando la rubia se acerca a una rejilla del subterráneo.

Y las noticias que fluyen por estas horas nos llevan a una subasta de recuerdos de Hollywood que se realizó el sábado en la casa de subastas Profiles in History, en Calabasas (California). Fue la primera parte de la subasta de la colección privada de la actriz Debbie Reynolds, que incluye 3.500 vestidos, 20.000 fotografías originales y varios cientos de pósters de películas y objetos relacionados con la industria.

Y los vestidos que tantos señores soñaron ver rodar se subastaron a valores increíbles. Por ejemplo, aquel vestido que Tom Ewell mira largamente mientras pasa el subte por debajo, se vendió en la friolera de 4,6 millones de dólares. El vestido rojo de lentejuelas que Monroe lució en Gentlemen Prefer Blondes se subastó por 1,2 millones de dólares. Otro de los vestidos de Monroe, en este caso de la película River no return fue vendido por 510.000 dólares, mientras que el que vistió también en “Los caballeros las prefieren rubias” durante el número Heat Wave se adjudicó por algo más de medio millón de dólares.

Las cifras extraordinarias muestran que Norma Jeane/Marilyn nació pero no murió en la memoria de los fanáticos. Ella siempre estará debajo de esas prendas que la inmortalizaron.