Primer Congreso Tecnológico CREA

Tendencias que modelarán el futuro

El movimiento volvió a convocar a sus miembros, pero esta vez para pensar cómo anticiparse a las necesidades que tendrá el mundo y estar listos para hacer negocios. La creciente demanda de alimentos y las exigencias ambientales fueron los tópicos más trabajados.

Tendencias que modelarán el futuro
 

Juan Manuel Fernández

Enviado Especial

“Saber hoy qué haremos mañana”. Bajo este lema el Movimiento CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) vertebró tres días de disertaciones en su primer Congreso Tecnológico, realizado del 22 al 24 de junio en Córdoba. Más allá de las cuestiones técnicas sobre agricultura, ganadería o economías regionales (que las hubo), se estudiaron las exigencias que el futuro impondrá sobre países agropecuarios como la Argentina. Se analizó cómo condicionará al sector la creciente demanda de alimentos proyectada, cómo satisfacerla en forma sustentable y de qué modo las empresas deberán adaptarse para seguir en carrera en el mediano plazo.

“No quisimos hacer un congreso coyuntural, de recetas para llevar directo al campo; quisimos que la gente se llevara los temas que deben empezar a elaborar en conjunto para anticiparnos a las cosas que van a venir y aumentar la competitividad en el futuro”, sintetizó Rafael Llorente, presidente de la entidad. “Vamos a tener que hacer menos lo que queremos y más lo que debemos” estimó ante las crecientes exigencias y controles que imponen los mercados.

Una de ellas, por ejemplo, es la Huella de Carbono, una escala que mide la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emite el proceso de producción de un producto y que se está se está incorporando a la información de los alimentos en las góndolas europeas para que los consumidores decidan si compran o no un artículo según la cantidad de gases de efecto invernadero que se emitió para su elaboración.

También se habló de “Huella de Agua” (cantidad necesaria para producir un producto), Buenas Práctica Agrícolas (BPA) y Responsabilidad Social Empresaria (RSE), entre otros conceptos que en el futuro podrían incidir en la regulación de los mercados.

¿Ambientalismo para arancelario?

Holm Tissen, Director del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI) desde 2005, puso el acento en la Huella de Carbono, que ahora también se mide por países. En esa escala sobresalen gigantes como China y EE.UU. entre los grandes emisores mientras Argentina no es relevante, excepto cuando se habla de la huella de carbono per cápita dividir la del país por la cantidad de habitantes y entonces resulta que es similar a la de EE.UU.

El impacto en la producción llegará “cuando los países desarrollados adopten políticas que condicionen la relación con América Latina”, advirtió Tissen. Por ejemplo premiando bajos niveles de emisión o castigando los altos. En Argentina, por la mayor participación de la agricultura, “redundará en restricciones a la exportación”.

Por esto propuso a los productores “pensar en un balance de carbono”, teniendo en cuenta la combinación entre emisiones y fijación. “Es una situación difícil criticó, porque nos culpan por las emisiones pero compran nuestra comida y además nos piden energía”.

Mientras se debate en Europa, antes de que se establezca un protocolo definitivo aplicable a todos los países, la Huella de Carbono se presenta más como una amenaza de barrera para arancelaria que un incentivo a recortar las emisiones. Es difícil imaginar cómo un alimento argentino, que tiene que cruzar el océano (en un barco que va emitiendo dióxido de carbono) puede competir con uno producido en el mismo país europeo que lo consumirá. Al respecto Tissen afirmó que ese flete no es tan contaminante y recomendó a la Argentina desarrollar redes ferro e hidroviales, porque el transporte automotor para la producción sí es un gran emisor.

Frederik Vossenaar, consejero agrícola de la Embajada de los Paises Bajos en el país, sugirió que “la Argentina no tiene que victimizarse”, por ejemplo porque “la siembra directa da ventajas en la Huella de Carbono”. Además, aseguró que hay casos de productos lejanos que llegan a Holanda con una Huella más baja que los producidos en su país, como el cordero de Nueva Zelanda.

Felix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, afirmó que “la Huella es un tema ríspido en la OMC (Organización Mundial del Comercio) porque escapa a sus reglas y puede significar jugar con trampa”. Por eso, resaltó “la importancia de jugar en conjunto entre países similares”. Además, señaló al holandés (sentado a su lado) y lo previno: “ustedes (los europeos) dentro de poco van a tener serios problemas con la seguridad alimentaria”. Pareció sugerirle que cuando eso pase tendrán que bajar las pretensiones.

Cómo serán los negocios

Sobre el comportamiento futuro del mercado mundial, Peña aseguró que seguirá dominado por la volatilidad, por lo que “tener un diagnóstico preciso de los cambios” es fundamental. Por ejemplo, aseguró que la concentración de consumidores “está en las ciudades y las góndolas” y “cuanto más urbanizado, más exigente es el consumidor”. Por eso recomendó pensar en una “presencia sostenida en las góndolas” (lo que necesita capacidad de organización); y talento “para tejer redes”, articulando acuerdos dentro y fuera del país.

Vossenaar, por su parte, dijo que la supresión de subsidios a la agricultura en la Unión Europea hará “que se vea una agricultura más competitiva”. Por ejemplo, el sector lácteo estuvo produciendo desde 1984 con cuotas por países y “si ese techo desaparece, liberará el espíritu emprendedor”.

Al margen de las tendencias europeas, se sabe que las mayores expectativas de la economía mundial están puestas en grandes emergentes como China e India.

El hindú Viraj Tarkunde, jefe de plataforma de aceite de semillas oleaginosas de Louis Dreyfus Commodities India Ltd, afirmó que también en su país “la gente empieza a ser más exigente en materia de medioambiente y eso se nota en las campañas de márketing”. India informó pasó de tener un consumo per cápita promedio de u$s1.000 a u$s3.000 en los últimos 30 años. Sin embargo, la demanda por persona de commodities es de sólo 13 kilogramos anuales, contra un promedio mundial de 22. “Por el aumento de los ingresos se consumen más alimentos elaborados”, explicó.

Otro dato importante que brindó Tarkunde es que India “hoy está explotando al máximo la totalidad de la tierra agrícola” y que las semillas transgénicas “son resistidas para alimentos”. Los agricultores son pequeños, con un promedio de 1.5ha cada uno, y “es difícil que inviertan en genética y recursos humanos”. También anticipó que si bien el país se convertirá en productor neto de 8.5 millones de toneladas de aceite, también crecerá entre 5 y 6% la importación.

Otra revolución verde

Entonces, en un país como Argentina, ¿cuál debiera ser el rol de la agricultura? El brasileño Roberto Mangabeira Unger, ex Ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil durante la gestión de Lula, sacudió a los asistentes desde el arranque al señalar que la agricultura debiera ser la vanguardia de un nuevo modelo de desarrollo.

Pródigo en conceptos altisonantes, afirmó que es necesario concebir la actividad “como estrategia rebelde de desarrollo nacional, no como lobby”. Sería la gran oportunidad de superar la “tragedia histórica” de la región de negarse a las oportunidades. “La tarea de nuestros países es organizar un nuevo modelo de desarrollo”, dijo. Lo llamó “productivismo incluyente” y sostuvo que exigirá “un avance institucional de la cultura republicana: cortar la línea entre poder y dinero”.

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También habló de “fomentar relaciones de competencia cooperativa” entre los productores, coordinando estratégicamente las acciones entre el Estado y las empresas. “La agricultura es la vanguardia para la innovación institucional”, repitió, y los países deben fomentar que se siga este modelo, sustentado en 3 ejes: superar el contraste ideológico entre agricultura familiar y empresarial (buscando que los pequeños productores sean más empresarios y no al revés); el agregado de valor en origen para suavizar el contraste entre campos vacíos y ciudades llenas; y consolidar la clase media rural como avanzada de este proceso.

Para realizar el último punto sugirió, por ejemplo, “superar la dependencia ruinosa del cártel mundial de fertilizantes”; popularizar el acceso a herramientas antirriesgo; y reorganizar los mercados agrícolas (actualmente con productores fragmentados y compradores cartelizados), para lo que es necesario “radicalizar la competencia imponiendo el capitalismo a los capitalistas”, por ejemplo con arbitrajes ante la existencia de oligopolios.

“Los productores tendrían que intervenir proponiendo líneas avanzadas de un nuevo camino nacional”. Pero para eso advirtió “hay que combatir el desencanto con la política, necesitamos desesperadamente de la política”.


Eficiencia en el uso del agua

Ernesto Viglizzo, investigador del INTA y el Conicet, se refirió a otro de los indicadores ambientales clave en el futuro, que es la eficiencia en el uso de agua para producir una tonelada de un producto, también llamada “huella del agua”.

“Existen países que son deficitarios en agua y otros son superavitários; es decir, algunos países pueden emplear sus excedentes de agua para producir alimentos y exportarlos, con lo cual están exportando agua virtual”, señaló el investigador argentino. “De esta manera, si se estima que para producir una tonelada de soja se requieren alrededor de 900 litros de agua y eso puede ser certificado, entonces eso podría ser una ventaja para nuestros productos en aquellos mercados que deban emplear sus recursos de agua para uso humano al no disponer de ese recurso en abundancia”, añadió.

La pelea ambiental, el arroz y la RSE

Christian Jetter, Presidente de la Asociación Correntina de Plantadores de Arroz y miembro del CREA Avati-i-Arrocero, utilizó una metáfora regional para definir su postura ante las cuestiones vinculadas con la preservación de los recursos: “Yacaré que se duerme, termina en billetera”.

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“Tenemos que ser proactivos explicó-. No podemos quedarnos en la defensiva. No permitamos que nos dividan entre ambientalistas y productivistas, porque esa pelea la vamos a perder. No debemos permitir que se ponga de un lado a quienes dicen no tener fines de lucro, y del otro a los empresarios. Tenemos que demostrar que nuestra producción es absolutamente sustentable”.

Los productores arroceros, agregó, están “en la mira” debido al uso intensivo del agua que requieren. “Además de tierra, el arroz necesita agua durante 100 días. En la provincia de Corrientes utilizamos sólo el 2% del agua; el 98% va hacia el Río de la Plata, y nadie se preocupa por ello”. “Mi opinión es que no podemos ser pasivos en este debate. Tenemos que tomar decisiones e intervenir en la ciencia y la política. La responsabilidad social empresarial no termina en ayudar a la escuela del pueblo, por más que sea muy importante. Es fundamental que nos involucremos en estos temas”.