mascotas

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COLITA

Mi nombre es Colita y me encontraron perdido en la peatonal. Mi tamaño es mediano y en este momento estoy viviendo en una guardería a la espera de alguien que esté dispuesto a confiar en mi y abrirme las puertas de su hogar. Yo prometo recompensarlos con mi lealtad y con mi amor. Soy una excelente compañía, muy educado y tranquilo. Me gustan los paseos en los que aprovecho para hacer mis cosas... Soy ideal para departamento. De ser necesario, me hago cargo del alimento y vacunas. Tel. 4-591828 ó 154-404399. Magdalena.

 


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ROSÉ

Es una cachorrita de tamaño mediano-chico. De carácter alegre y no demasiado revoltosa. Esta semana será castrada para dar en adopción. Los interesados pueden llamar al 4531169 (Ermelinda o Gloria), o al 4535254 (Renee).


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ASUSTADA

Con las bombas por el festejo de Unión esta perrita entró a mi casa, se acurrucó y no se movió más. Es joven, marrón oscuro y tiene canitas blancas. Tiene collar amarillo. Está bien cuidada, es mediana y de patitas largas. La encontré en Pedro de Vega al 1900, entre Alvear y Marcial Candioti. Está muy asustada. Si alguien la reconoce que se comunique conmigo al 155-191324. Pamela.


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HERMOSA TUMBITA

El viernes 10, a las 4, te fuiste en brazos de mamá, estando yo lejos. Pero Dios logró ponerte al lado mío otra vez. A pesar de tu alegría, trajiste con vos una enfermedad que te llevó dejando un vacío en mi corazón. A pesar de ese vacío, te recuerdo con mucho amor. Tumbita: ahora estás tranquila, sin dolores y cuidándonos desde arriba. Gracias por haber sido mi negrita. Julito.

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ENCONTRADA

El domingo encontré esta perrita en barrio Candioti, a una cuadra de la Plaza de las Banderas. Es Pointer o mezcla con Pointer, de pelaje blanco con manchas marrón-naranja. Tiene la cola cortada. Estaba muy asustada por los bocinazos y bombas de Unión, pero en buenas condiciones. No llevaba correa. Es de aproximadamente 1 o 2 años y muy buenita. El dueño, o quien quiera adoptarla, puede comunicarse al 154-080474.


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Historia terrible

Esta carta fue escrita el 18 de noviembre de 2009. Hoy, a casi dos años, creemos oportuno hacerla pública, para bien de todos los que amamos a los animales:

“Nuestra querida perrita Carola tenía solo siete años, y desde sus 45 días de vida estuvo junto a nosotros. Tuvo una excelente vida en esta, su casa, y le brindamos todo el amor que humanamente pudimos. Desde la primera semana con nosotros, su médico veterinario fue X.

“Si bien X tuvo una correcta y hasta a veces ‘cariñosa’ atención para con Carola, siempre se refirió a ella como un ‘clavo’, por el hecho de que padecía varias patologías no leves pero tampoco tan graves, por las que constantemente teníamos que consultarlo o visitarlo, obviamente con el abono mensual de cobertura médica al día, que es una especie de Obra Social para animales que tienen todas las clínicas veterinarias.

“Tal vez el error haya sido nuestro, al no cambiar de profesional en el primer momento en que se refirió a Carola en esos términos, pero siempre priorizamos su atención ‘cariñosa’.

“Hace poco más de una semana nos mandó a otra veterinaria para que le hiciéramos placas de la columna, pues por algunos síntomas previos sospechaba que sufría dolores intensos relacionados con algún problema vertebral.

Efectivamente, la columna de nuestra perrita no estaba en el mejor de los estados.

“El 16 de noviembre Carolita tuvo una especie de ataque. Fue algo parecido a una convulsión, ya que después de un grito la encontramos tirada en el piso sin reaccionar, pero con los ojos abiertos y respirando agitada, habiendo defecado en el lugar. Todo el episodio fue relacionado con el dolor por una hernia de disco cervical. Llamamos a X inmediatamente a su domicilio particular, y a los 20 ó 30 minutos llegó a casa. Carola todavía estaba en el mismo estado.

“Con X la llevamos en nuestro auto hasta su clínica, y allí le aplicó corticoides para calmarle el dolor, Valium y algo para hidratarla. En el proceso le dio otro ataque, presenciado por X. Luego de una hora, más o menos, la trajimos nuevamente a casa. Estuvo toda la mañana y parte de la siesta dopada. A la tarde de ese mismo día, pasado el efecto de los calmantes, Carolita pudo levantarse unos minutos, hasta que estando parada, las patitas traseras no pudieron sostenerla y cayó en seco. La acomodamos un poco y pudo levantarse, para volver a caer, pero por última vez. La llevamos alzada a su cucha, con los ojos abiertos pero sin que moviera un músculo. Respiraba agitadísima.

“De inmediato llamamos por teléfono a X, que sin asimilar la situación, nos dijo que se la lleváramos a la veterinaria.

Lo llamamos nuevamente porque Carolita no mejoraba, y le explicamos que resultaba imposible llevarla, aunque nosotros vivimos a dos cuadras y media de la veterinaria, porque el estado de la perrita no lo permitía, no podía moverse. Nos dijo que él no podía venir a casa (hasta hoy desconocemos las causas); entonces le pedimos que en todo caso, nos diera el número de teléfono de alguien que pudiera cubrir la urgencia. Nos dijo que eso no iba a solucionar nada y que tratáramos de llevarla envuelta en una sábana, o que fuéramos para allá a buscar la camilla. Mientras tanto, Carola seguía en un estado lamentable.

“Optamos por dejar de lado la impericia e imprudencia de X, y tras varios fracasos, logramos dar con un veterinario que pudo llegar en diez minutos a nuestra casa, pero después de más de media hora con Carola en el mismo estado de gravedad. El nuevo veterinario le aplicó corticoides para calmar el dolor, y nos dijo que para él el pronóstico era de grave a reservado. Antes, X nos había dicho que con un tratamiento por él recomendado, Carola iba a tener una muy buena calidad de vida. Una hora después de haberse retirado el veterinario de la urgencia, notamos que Carola, con los ojos abiertos, respiraba muy lentamente. Minutos después, nos pareció que no respiraba.

“Un familiar fue corriendo a buscar a X y al rato llegaron ambos, más un colaborador de X. Le recriminamos el hecho de no haber estado cuando más lo necesitábamos, y ofendido, atinó a irse sin decirnos si Carola estaba muerta o no. Le dijimos que lo menos que podía hacer era informarnos eso, y entonces accedió y la auscultó. Luego, como se iba sin decirnos nada, tuvimos que preguntarle qué pasaba. Su respuesta profesional fue un grito violento diciendo ‘¡Está muerta!’. X se libró de un ‘clavo’ y nosotros perdimos una parte muy importante de nuestras vidas.

“Es oportuno recordar que el ‘Código de Ética profesional’ de los médicos veterinarios es el mismo que el de todos los profesionales del arte de curar y sus ramas auxiliares, y puede leerse por completo en www.colveterinariossfe.com.ar/CEP.htm.

Los datos precisos sobre la identidad de X y demás, serán dados en privado a todos aquellos interesados que escriban a [email protected]

De todo corazón, deseamos que nunca ninguno de ustedes se cruce con semejante irresponsable.‘

María Elena Baigorria

Nicolás de Olazabal