Cumplió seis años en Sauce Viejo


Intensa labor del comedor Jesús Niño

Cristina Martínez tiene un comedor en Sauce Viejo. Comenzó con 10 chicos y ahora asiste a 300 personas. Sólo tiene la ayuda de particulares, algunas empresas y 500 raciones mensuales de la UNL.

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“A veces se hace muy difícil cumplir todos los días incluso los domingos-, porque son muchas bocas y no alcanza para todos”, dice María Cristina Martínez.

De la redacción de El Litoral

Giuliano tiene 9 años y a poco de cumplir 2, le detectaron una enfermedad que le afecta los riñones y que, progresivamente, se fue complicando con otras patologías. En aquel momento y ante la gravedad de su estado de salud, su abuela María Cristina hizo una promesa que, aunque le cuesta sostener, está dispuesta a no abandonar. “Mi promesa fue que si Giuliano superaba la primera crisis nefrótica que le agarró, iba a dar una copa de leche y hacer un comedor. Por suerte salió de la crisis, y fue superando ésa, y muchas otras, a lo largo de estos años, y yo hice el comedor. El problema es que empezamos con 10 chicos y en la actualidad asistimos a 300 personas entre niños, abuelos y embarazadas”. Con los crudos fríos, le da la comida a cien todos las noches y a las 200 restantes se las envía a su domicilio particular como vianda. El comedor y copa de leche Jesús Niño está emplazado en el barrio San Cayetano de Sauce Viejo, muy próximo al Parque Industrial. Y hasta allí, donde no hay calles de asfalto, ni todas las casas son de material, se dirigen los niños y gentes de ése y otros barrios.

Pequeña gran historia

“El comedor abrió hace 6 años y se llamaba Caritas Sucias. Cuando comenzamos a averiguar para hacer la personería jurídica nos dijeron que ese nombre ya estaba utilizado, entonces buscamos otro. Elegimos el nombre de comedor y copa de leche Jesús Niño en un concurso de un programa radial de 87.5 de Roberto Maina” contó María Cristina y agregó: “Roberto es el primer padrino del comedor, nos consigue bolsones de verduras y frutas del Mercado de Abasto, para poder asistir semanalmente a los chicos”.

La cantidad de personas que comenzó a llegar al comedor fue progresivamente en aumento, y al mismo tiempo fueron aumentando los precios de la mercaderías. Las diferentes crisis que debió sortear fueron asistidas por “padrinos” que colaboran con el comedor. Algunos de ellos se acercaron cuando El Litoral publicó una extensa nota de “auxilio” en marzo de 2009, plena crisis del campo. A raíz de ese pedido pudo comenzar nuevamente con la copa de leche, y sumó carne al comedor por la donación de una empresa frigorífica de la zona.

Cristina y su familia ponen el gas de su bolsillo, las instalaciones, buscan la mercadería donada, y le agregan el esfuerzo diario de cocinar para todos. Con los años, y las donaciones de particulares, el lugar donde funciona el comedor se fue ampliando progresivamente, y se inaugurará, para el Día del Niño, la Biblioteca del Comedor así los niños pueden acceder a textos escolares y recreativos.

“Al Ministerio de Bienestar Social nos cansamos de llevar papeles y documentación. Siempre nos dicen que nos falta un papel más o que coloquemos los nombres de las calles en donde viven los chicos. Acá las calles no tienen nombre. Las personas viven en tal o cual barrio. Ésa es la manera de ubicarlas. El señor Adrián Diserio, director de Desarrollo Social, nos acaba de prometer la tarjeta institucional. Pero aún no nos la dieron ni nos llamaron. Sólo la Universidad Nacional del Litoral además de los particulares y algunas empresas- nos da 500 raciones de comida preparada que nos alcanza para dos días. El candidato a senador Marcuzzi, por la lista de Barletta, fue el único que se acercó para el cumpleaños del comedor y nos donó comida para la fiesta y un anafe grande de dos hornallas para la cocina”.

Faltan cosas

Además de comida “nos hacen falta ollas, platos, cubiertos, vasos, ropa de invierno para los chicos, sillas, y ahora libros de textos para la primaria, y recreativos para la biblioteca. Una empresa de Avellaneda Santa Fe-, nos envía bolsones de recortes de telas para que las mujeres empiecen a fabricar acolchados para el invierno. También queremos terminar el baño, cuyos sanitarios fueron donados, para que los chicos tengan en dónde lavarse; muchas veces llegan de trabajar sucios y embarrados”.

A pesar de las falencias, el relato sigue con énfasis: “Les damos de comer por turno y llegan con su platito y hacen la cola: entra la primera tanda, luego la segunda y así sucesivamente. Tenemos tablones para que se sienten y si no cajones de cerveza. Les damos la cena para que no se vayan a dormir con la panza vacía”.

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Un grupo de empresarios y particulares colabora permanentemente para sostener con sus aportes Fotos: Gentileza Amigos del Comedor

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Las personas

que puedan ayudar al comedor Jesús Niño de Sauce Viejo pueden hablar con María Cristina Martínez al 4995422. Las donaciones son retiradas en cada domicilio.