En el Hospital Iturraspe

Novedosa cirugía le quitó el dolor y ahora puede volver a caminar

Novedosa cirugía le quitó el dolor  y ahora puede volver a caminar

Dosis mínima. Gracias a la bomba, la droga actúa directamente en los receptores del dolor de la médula.

Foto: Mauricio Garín

Por primera vez en Santa Fe, se operó a una mujer -con aplastamiento de vértebra- para implantarle una bomba que actúa directamente en la columna. Estuvo postrada durante tres años con dolores crónicos, pero ahora puede movilizarse.

 

Agustina Mai

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Sully Ayala entró al quirófano del Hospital Iturraspe sin poder caminar. Gracias a una novedosa cirugía, se le implantó una pequeña bomba con morfina, que calmó sus dolores crónicos de columna y le permitió recuperar la movilidad. “Pasé los últimos tres años en silla de ruedas y postrada en la cama por los dolores que tenía. No podía mover las piernas, me arrastraba. Ahora pude volver a caminar y para mí es una alegría enorme. Es algo milagroso”, contó por teléfono esta mujer de 50 años, que se está recuperando en su casa.

Sully nació con raquitismo y toda su vida sufrió problemas de columna y movilidad. En 1998 la operaron por un aplastamiento de vértebra y le colocaron una varilla de titanio para arreglar la curvatura anómala de su columna. Pero cuatro años después tuvieron que sacársela porque le provocaba intensos dolores. “Arrastraba las piernas y no podía caminar. Fui al médico, pero no sabía qué era. Fui a otro y a otro, hasta me mandaron al hospital Italiano en Buenos Aires, donde decidieron que la única solución era ponerme la bomba”, narró Sully.

Recientemente se realizó -por primera vez en la ciudad- una cirugía que permitió colocarle “un implante de bomba de infusión continua para el tratamiento del dolor crónico rebelde”, según detalló el Dr. Daniel Souroujon.

Sully es paciente suya desde 2005, cuando fue derivada por la Asociación de Cuidados Paliativos (Acupa). “Ingresó con intensos dolores y fue medicada con los analgésicos más básicos, que se fueron aumentando de acuerdo a la intensidad del dolor”, explicó Souroujon.

Pero el sufrimiento se incrementaba y Sully llegó a necesitar morfina a diario. “Me daban inyecciones de morfina cada cuatro horas porque no toleraba el dolor. Era terrible: me descomponía y me desmayaba”, recuerda la mujer. Estas dosis tan altas tenían efectos colaterales, como adormecimiento, constipación, mareos y hasta vómitos.

Todo esto perjudicó la calidad de vida de Ayala. “El dolor seguía in crescendo y no podíamos remediarlo. Le impedía movilizarse y le condicionaba su calidad de vida. Esta mujer estaba reducida a su cuarto y dependía por completo de su marido”, relató el médico. Souroujon definió al dolor crónico no sólo como el dolor físico, sino que “crea un cuadro de angustia, depresión y ansiedad que va desencadenando el dolor total”.

La solución

El implante de bomba de infusión continua para el dolor crónico es una técnica muy frecuente en Estados Unidos. Fue allí donde el Dr. Souroujon la conoció. Frente a los efectos secundarios de la morfina, se decidió realizar -por primera vez en el hospital Iturraspe- esta cirugía.

“La bomba, que es muy pequeña, se implanta a la altura de la cintura. Tiene un reservorio que se llena con morfina y va unido a un catéter, que se tuneliza debajo de la piel hasta la columna. El catéter llega hasta el líquido céfalo-raquídeo de la médula, donde están los receptores opioides al dolor. Entonces, se libera una concentración mínima de morfina en esos receptores. De esta forma, la droga va directamente a dónde tiene que actuar, sin pasar por el aparato digestivo y el torrente sanguíneo. Por eso la dosis requerida es mucho menor. Esto el cambió la vida a la paciente”, detalló el dr. Souroujon. Sully lo confirma, emocionada: “Había médicos que me decían que lo mío ya no tenía solución. Por eso me parece un milagro: no sentir más dolor y poder moverme”.

Esta técnica ofrece varias ventajas, pero la principal es la calidad de vida que alcanza la paciente. “Ya no está atada a una medicación horaria o a darse inyecciones. Tiene una bombita que funciona las 24 horas y le va calmando el dolor con una dosis mínima”, señaló el doctor.

La cirugía fue cubierta por Profé, la asistencia con la que contaba la paciente. “Entendieron que si bien se trata de aparatos caros, resulta más beneficioso que todos los otros tratamientos”, indicó Souroujon.

Nueva tecnología

La bomba es ajustable a las necesidades del paciente. “Tiene capacidad para 40 ml y se programa cuántos mililitros se determinan por día para que lleguen a la columna. En este caso, la programamos en 0,5 ml por 24 horas: una dosis mínima. Antes, la paciente utilizaba hasta 180 mg diarios”, detalló el especialista.

La programación se realiza por telemetría. “Si acerco este aparato a la bomba puedo codificar sus características. Si la paciente siente dolor, se puede aumentar la dosis y hasta se puede programar la hora para que libere la morfina”, agregó.

La droga debe recargarse cada dos meses aproximadamente, con una jeringa especial. Además, la bomba tiene una pila, con una vida útil de 8 años.

El médico aclaró que este aparato está indicado para determinados pacientes, como los que tienen cirugías fallidas de columna, dolores neuropáticos intratables y, en ocasiones, dolores oncológicos.

/// LA CLAVE

Contacto

La Asociación de Cuidados Paliativos (Acupa) funciona en el Hospital Iturraspe. Atiende consultas los miércoles por la mañana.

/// EL DATO

Alternativa

Otra técnica para tratar los dolores crónicos es la neuromodulación: se implanta una bomba que genera corriente eléctrica, a través de un cable hasta la médula. Esto estimula la médula, ocupa la vía dolorosa y el paciente no siente más dolor.

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El Dr. Daniel Souroujon, médico personal de Sully, explicó al El Litoral los detalles de la operación a la que fue sometida su paciente. Foto: Mauricio Garín