Coyuntura

Combustibles: saltó la liebre

Las colas para cargar nafta no son una anécdota circunstancial. Expresan un problema estructural, relacionado con el hecho de que la Argentina, luego de 20 años, ya no es energéticamente autosuficiente.

Félix Canale

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La actual escasez de combustibles no proviene de una conjunción de factores coyunturales, como aducen las usinas oficiales, sino por una falla estructural en la política energética de la actual administración nacional, enfocada en el corto plazo antes que en planes de largo aliento. En realidad, es la manifestación de un fracaso.

Lo señala tajantemente el documento difundido el 4 de julio por el grupo de ex secretarios de Energía de la Nación. Dicen en un párrafo: “Advertido el actual gobierno por múltiples canales -tempranamente en 2004- que el sector afrontaba problemas estructurales graves (caída productiva sin precedentes en sus yacimientos; falta de inversión de riesgo; subsidios crecientes) que perjudicarían su funcionamiento, éste adopta una decisión equivocada: negar el problema y denostar a todo aquel que osara poner en tela de juicio la “racionalidad del modelo”.

El relato oficial, pese a su sonoridad militante, no puede ocultar que entre 2005 y 2010 la producción petrolera cayó en 3,35 millones de metros cúbicos anuales. En igual lapso, el parque automotor argentino creció de 6,34 millones de vehículos a 9,38 millones, y de ellos el 86,8% son automóviles, en su mayoría conducidos por particulares. Un dato que debe relacionarse con el humor social, cuando hay que hacer cola para cargar combustible.

Importaciones

El resultado de las políticas oficiales -afirman los ex secretarios- ha sido y es lamentable. La Argentina, que en 2006 tenía un saldo comercial positivo para el sector energético de 5.600 millones de dólares, terminará 2011 con un saldo negativo estimado de 3.000 millones, con un horizonte en el que las importaciones crecerán mucho más en los próximos años, tanto en volumen como en precio.

En línea con este criterio, los propietarios de estaciones de servicio, sector con serias dificultades y donde la mayoría son Pymes, dan por descontado que antes de fin de año será necesario incrementar la importación de nafta, porque la actual capacidad de las destilerías, que prácticamente trabajan al 100 por ciento, no puede responder al crecimiento de la demanda, que sólo en los primeros 5 meses de este año se acrecentó en 6,2 por ciento.

Pueden tener razón si se observa la tendencia: en el primer trimestre de 2011 se importaron 106.739 metros cúbicos de nafta premium, que representan el 76% de lo importado en todo 2010. El incremento se explica porque, hasta febrero de 2011, (datos de la Secretaría de Energía) el consumo de este combustible de alto octanaje se incrementó en 50 por ciento con respecto al año anterior. Aun así, es improbable que las petroleras importen masivamente, a menos que el precio de venta cubra el costo. Según el Estudio Montamat & Asociados, para que eso ocurra la nafta debería venderse en los surtidores casi 45% más cara que en la actualidad.

La semana pasada, Rosario Sica, presidenta de la Federación de Expendedores de Combustibles de la República Argentina (Fecra), refiriéndose a la actual escasez dijo: “No hay una salida inmediata. La única solución es que el gobierno eleve los precios para ponernos a la altura de los valores regionales y que las petroleras puedan importar. Cada día que pasa seguimos cerrando fuentes de trabajo. De las 6.500 estaciones de servicio que había en 2001 hoy quedan poco más de 3.000”.

Política y subsidios

En su documento, los ex secretarios afirman que “la dependencia de importaciones más caras tiene su correlato en subsidios más onerosos, para sostener precios y tarifas internos que no recuperan costos. Esos subsidios energéticos, que el año pasado treparon a 26.000 mil millones de pesos, este año pueden llegar a duplicarse considerando lo sucedido en el primer trimestre”.

Agregan: “Mucho más aún si se toman en cuenta los subsidios al transporte que también son de raíz energética. Como los recursos fiscales no alcanzan y ahora se financian con impuesto inflacionario (emisión de billetes sin respaldo), se han transformado en un engaño a toda la sociedad. Para mantener la ficción de los precios y las tarifas congeladas mediante subsidios indiscriminados, las políticas populistas licuan el poder de compra del salario con más inflación”.

Ya en frontal cuestionamiento político, el documento dice que los crecientes subsidios tienen el propósito de disimular ante la ciudadanía una mala gestión gubernamental, en una acción con fines electorales que apunta a evitar la protesta social. Desde otro ángulo, también disimulan la falta de inversión privada, “lo que evidencia la falacia del ‘modelo en el sector’, imprescindible para la ampliación de la oferta y distrayendo fondos públicos de otros usos socialmente más productivos”.

+ Información

El documento de los ex secretarios en http://blogs.ellitoral.com/empresariosyempresas

 

Estacioneros de Santa Fe

En concordancia con las argumentaciones que a escala nacional advierten que la actual escasez de combustible es crónica, Daniel Aprile, prosecretario de la Cámara de Expendedores de Combustibles y Afines de Santa Fe, aporta detalles poco conocidos.

Dice: “En julio estamos en una situación crítica, porque desde hace 10 días nos entregan cupos restringidos. En vez de proveernos un 6 por ciento más, con respecto a los volúmenes que vendíamos en 2010, tal como lo dispuso la Secretaría de Comercio, las petroleras están proveyendo menos. Esa disminución respecto de 2010, dependiendo de la petrolera, oscila entre un 10 y un 20 por ciento”.

Es decir que existe una reducción neta en la entrega de combustible con respecto a 2010, mientras, según las cifras de la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara), en la provincia el patentamiento de vehículos creció casi un 40 por ciento entre junio de 2010 e igual mes de 2011. Más vehículos y menos combustible. Argumentar que la escasez es consecuencia de las huelgas petroleras y magisteriales en Santa Cruz es olvidarse que igual situación se vivió en la Navidad y Año Nuevo de 2010 y la Semana Santa de 2011.

Agrega Aprile: “La situación crítica no sólo proviene de la escasez de combustible, sino porque el precio de venta al público, regulado, es imposible de sostener. El margen de ganancia de los estacioneros es de entre 7 y 8 por ciento sobre el precio de costo. De ahí se descuenta el 3,25% de ingresos brutos y 0,5 para la Municipalidad. A eso se agregan los descuentos por tarjeta de crédito, más el impuesto al cheque. ¿Cuántos millones de litros mensuales debe vender una estación para poder subsistir? En Santa Fe, a lo sumo 2 estaciones de servicios se acercan a un millón de litros. Las restantes nos movemos en rangos menores a los 500 mil litros”.

Otras quejas

En la investigación del tema, El Litoral conversó con algunos propietarios o gerentes (éstos últimos, “encargados”, en la jerga del sector), de estaciones de servicio. Surgieron nuevos datos de los que se extrae que la comercialización se hace a cara de perro.

Cuenta un propietario: “Para comprar un camión con 30 ó 35 mil litros tengo que disponer de 150 mil pesos. Debo depositar por adelantado esa plata, donde ya están incluidos los impuestos nacionales y los impuestos internos. Pero puede suceder que me manden un volumen menor, aunque ya haya pagado el total del pedido. Nos dicen que debemos denunciar a la petrolera, pero no puedo denunciar a mi único proveedor, con el que tengo un contrato. Hay abuso de poder dominante”.

Refiere un encargado: “Si pedimos 300 mil litros de gasoil (que es nuestro cupo) tiene un precio. Pero si la demanda crece y pido 100 mil litros adicionales, ese adicional tiene un costo mayor (siempre plata en mano y por adelantado), que no podemos trasladar a precio final”.

Otro propietario: “Hace más de 15 años que tengo la estación. Primero tuve que negociar con San Lorenzo, después con Pérez Companc, luego con Petrobras y ahora debo pasar a Oil . ¿Qué trato comercial sólido puedo tener si me cambian de proveedor cada 3 años? Para el que viene no soy un cliente importante. Si yo no vendo un millón de litros no me tienen en cuenta. Y si les digo que me retiro del negocio, me aplauden; uno menos a quien atender”.

El Litoral trasladó estas inquietudes a Aprile, quien se excusó de agregar comentarios. Se limitó a decir: “Es difícil pelear contra molinos de viento”.

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