Demasiados agujeros que tapar en la eurozona

Fernando Heller - DPA

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La Unión Europea asiste casi impotente a una fuga masiva de agua por los cuatro costados, pero cuyos focos sólo se logran taponar de forma temporal, hasta que una nueva gotera acaba inundando el tejado de la “casa euro”.

Mientras Bruselas cree haber cerrado la válvula de escape en las tuberías financieras de Irlanda o Portugal, tras sendos paquetes de rescate, las goteras vuelven a aparecer en Grecia, pendiente de un segundo salvavidas, y nace un nuevo problema, Italia, que hasta ahora parecía al margen de la tormenta.

Y es que las formulaciones oficiales al uso como “no dejaremos caer a Grecia” o “haremos todo lo que está en nuestras manos para garantizar la estabilidad de la eurozona”, diseñadas para calmar a los mercados, ya no parecen convencer y son ignoradas por las agencias encargadas de la calificación de deuda soberana, a las que algunos acusan de ser el poder en la sombra.

En ese contexto, la reunión de ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo de este lunes, que en principio estaba destinada a ajustar detalles del segundo plan de rescate para Atenas, y también el Ecofin de este martes, quedaron empañados por las alarmas desatadas en torno al elevado endeudamiento de Italia.

Roma está bajo la lupa de Standard & Poor’s y Moody’s, que advirtieron al primer ministro, Silvio Berlusconi, sobre una posible rebaja en su nota por el magro crecimiento de la economía y el alto nivel de endeudamiento, por encima del 120 por ciento del PIB, cuando el Pacto de Estabilidad fija un techo del 60.

En ese contexto, el ministro italiano de Finanzas, Giulio Tremonti, abandonaba este martes la reunión de Bruselas, tras sólo una hora de participación, y salía para Roma, donde se prepara un nuevo paquete de reformas y austeridad.

Tremonti salía a toda prisa hacia la capital italiana, mientras la vicepresidenta económica y ministra española de Economía, Elena Salgado, se quedaba en Madrid para una reunión extraordinaria con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Demasiadas filtraciones en el tejado, más permeable que nunca, de algunos de los socios más débiles del euro, especialmente en el flanco sur, al que se ha agregado la preocupación por Italia.

“Italia debe cumplir sus compromisos (de ajuste)”, afirmaba este lunes Angela Merkel en un mensaje que sonaba más a advertencia que a recomendación.

El hecho es que desde hace más de un año, con el primer rescate de Atenas a manos de la UE y del FMI, por 110.000 millones de euros, Berlín parece haber asumido el papel extraoficial de “nueva Bruselas”, desde donde se hacen recomendaciones y se lanzan advertencias a los socios incumplidores del euro, superando el protagonismo del comisario de Asuntos Económicos.

La situación de la zona euro, con tres socios rescatados, Portugal, Irlanda y Grecia, es tan compleja que quienes soñaron con la unión económica y monetaria y con la moneda única, nacida en 1999, jamás la habrían imaginado.

No faltan tampoco los pájaros de mal agüero, como Georges Soros, quien ha sentenciado que la suspensión de pagos de Grecia es inevitable. “Grecia se acerca a un ‘default’ o a una devaluación desordenada de consecuencias imprevisibles”, aseguró en una columna publicada hoy en el Financial Times.

En el seno de la eurozona ya no se excluye el impago parcial de la deuda helena, en el marco del segundo rescate para Atenas, según aseguraba el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager.

Se trata de un matiz inédito pues supone un claro desafío del Eurogrupo a las directrices del Banco Central Europeo, que rechaza cualquier tipo de quiebra parcial o selectiva del país mediterráneo: la institución teme que esto provoque un efecto dominó parecido al ocurrido con el hundimiento de Lehman Brothers en 2008.

La situación actual de impasse -que podría prolongarse hasta septiembre- sin decisión europea sobre un nuevo rescate heleno, con Italia bajo la mira de los mercados y con España aguantando su posición para evitar un contagio de su vecino luso rescatado, entraña serios riesgos, opinan los expertos.

La pregunta es si los mercados, y las agencias de calificación crediticia darán una tregua veraniega a Atenas o si habrá una nueva inundación en la eurozona en breve.