Atienden a niños y jóvenes pero no se articulan

ONGs y escuelas, caminos bifurcados

El encuentro nacional de referentes de la Red de Organizaciones Sociales por el Derecho a la Educación culminó con una advertencia: la escuela, por su formato rígido, es reticente a trabajar con estas ONGs.

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Las ONGs educativas, que tienen la herramienta de las clases de apoyo, advierten que la escuela continúa pensándose a sí misma en soledad. Foto: Archivo

Laura Hojman (DyN)

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Organizaciones sociales que trabajan desde hace décadas en incluir en el sistema educativo a jóvenes en calle o con adicciones, en el combate a la repitencia y aumento de vacantes y oportunidades, advirtieron sobre la reticencia de directivos y docentes de escuelas a trabajar en común en un encuentro que organizó el Ministerio de Educación.

En el predio de Parque Norte (Av. Cantilo y Güiraldes, Buenos Aires), como broche a encuentros que protagonizaron unos 6.000 referentes de la Red de Organizaciones Sociales por el Derecho a la Educación, entidades barriales y sociales alertaron en un documento que “en general las escuelas son reticentes a trabajar con las organizaciones”.

No obstante ello, coincidieron en que la impronta del directivo es determinante para una buena o mala articulación con la comunidad y las organizaciones sociales. Entre las reflexiones, las organizaciones manifestaron que las escuelas tienden a la formación pero “en función de productos y resultados muy concretos”.

En cambio, desde el lado de las entidades sociales “se trabaja para que los pibes sean felices, para rescatarlos de situaciones de vida que los vulneran”. Un poco abrevan en la pedagogía moderna que apunta al querer ser y ser feliz de las personas a través de la educación, más allá del aprendizaje en base a performances y resultados aislados.

Percepción

Las organizaciones comunitarias admitieron que se perciben a sí mismas como culturas institucionales más flexibles y cercanas a la realidad de sus integrantes, es decir, tratan de integrar a la educación por medios más sensibles al ser humano, dado que en su mayoría trabajan con niños, jóvenes y adultos en estado de vulnerabilidad por razones socioeconómicas.

El análisis que presentó la Fundación SES, que conduce Alberto Croce, en base a los encuentros con otros referentes sostuvo que la ONG “tiene más capacidad de adaptarse para que las cosas funcionen, y para que se produzcan cambios”, y en el caso de la escuela, ésta “tiene un formato más rígido, donde un pibe con dificultades puede quedar fijado más fácilmente como el pibe problema, al que hay que dar el pase”.

Para ellos, esta última opción, es decir excluir al alumno de una escuela no está contemplada como posibilidad en las organizaciones comunitarias, y en todo caso, consideran esa opción como “un modo diferente de tramitar el conflicto”.

Otros recursos a los que acuden para el rescate de este sector de niños y jóvenes son las mesas de articulación, las clases de apoyo y el trabajo conjunto con los gabinetes escolares, pero para ellos no son suficientes, al entender que prevalece en la mayoría de los casos “una escuela que continúa pensándose a sí misma en soledad”.

Para el trabajo de las organizaciones sociales, la escuela forma parte de un entramado educativo junto a otras instituciones, y por eso, sostienen que hay que trabajar en todos los ámbitos: la calle, los medios, el barrio, la esquina, pero también con la escuela, que aún mantiene su esquema de rigidez a estas nuevas visiones del proceso de enseñanza aprendizaje.