Abuela desconsolada

Elena y Gerardo Rópolo.

Señores directores: Soy la abuela de María de Belén Luna Rópolo. La vida me jugó tanto a mí como a su familia una mala pasada y mientras tenga un hilo de vida voy a seguir luchando por lo justo.

Le pido a Dios porque sé que siempre está conmigo, que por favor, cuando me vea caer, me tienda su mano para poder seguir, que no me abandone...

Pronto se cumplirán dos años de que nuestra nieta María de Belén no está con nosotros.

La madrugada del 22 de agosto, volvía a su hogar, después de bailar con sus amigas de siempre, y como es costumbre lo hacían en taxi, por seguridad, ya que no subían al auto de cualquier chico, más si había tomado durante la noche.

Y qué ironía, un irresponsable que sí había tomado toda la noche, cruzó el semáforo en rojo en 25 de Mayo y La Rioja, sin registro, sin frenar y a mucho más de 70 km., impactó en el taxi a esa velocidad, del lado de mi nieta. Ella y sus amigas, fueron golpeadas, pero mi nietita llevó la peor parte, porque salió despedida, impactando su cuerpito en los vidrios de una farmacia. Lo demás es historia conocida de dolor y lucha que nos hermana a tantos padres y abuelos que pasaron por lo mismo.

Este ser sin corazón sigue libre, y hasta tiene proyectos futuros. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué? Me gustaría saber qué párrafo perdió la ley. ¿Cómo hacer para seguir viviendo? ¿Cómo preguntarle a los padres cómo están? ¡Era su única hija! Lo único que hago es mirar a mi hija y callar. ¡Yo sí sé cómo está!

Señor abogado del culpable: No nos humille ofreciéndonos dinero en cuotas y trabajo comunitario, la vida de mi nieta no la paga el oro del mundo, la vida de mi nieta no se traduce en moneda corriente. No ensucie su alma escribiendo letra para defender a alguien que mató desaprensivamente; tenía solo 18 añitos.

Sólo hay un lugar donde debe estar, y ése sí es un precio a pagar ¡para con mi nietita, con su familia, con sus amigos y con la sociedad toda! Tengo una meta a alcanzar y está en manos de alguien que se parece a Dios en la tierra. Tengo fe en que Él lo ilumine y guíe sus pasos y su corazón. Sé que tarde o temprano la justicia de los hombres ante la cual estamos desnudos, sólo abrigados por la fe y la verdad, va a llegar. A quienes lean, agradezco su tiempo y su comprensión.