Mano a mano de El Litoral con Alberto Pompeo Tardivo...

“En el fútbol ya no hay maestros”

“En el fútbol ya no hay maestros”

Viendo a la selección. El Beto Tardivo estuvo recorriendo las plateas del Brigadier López las noches de los partidos de la selección en la Copa América. Tuvo dos pasos como jugador con la rojinegra. Foto: El Litoral

Habló de cómo descubrió a Batista, de lo que hizo por Agüero y de la cruda realidad que observa en inferiores. Ex jugador y técnico de Colón, fue un hombre clave en Argentinos. También jugó en Independiente y en Vélez.

 

Enrique Cruz (h)

—¿Cómo ve el fútbol argentino, Beto?

—No hay maestros trabajando a nivel de inferiores. Te doy el caso mío, yo tengo 65 años, estuve trabajando en Argentinos Juniors con el Bichi Borghi, salimos campeones en el Clausura, fuimos a Boca y nos fue mal, pero uno ve que los jugadores no tienen una buena formación. Aparece un pibe y ya lo comparan con Messi o con Falcao. Y el problema son los padres, que se quieren salvar con los chicos.

—Problema que parece no tener solución..

—Y por eso no se ve buen fútbol en inferiores. En Buenos Aires voy a ver a Argentinos, Boca, Vélez, Racing, a casi todos. El único que ha crecido es Vélez. Hace años que viene invirtiendo en inferiores y eso se nota.

—Pero los jugadores también se le van enseguida, como pasó con Ricky Alvarez...

—Es cierto. Y hasta a nivel de selección se observa, porque lo que se está viendo es que no se selecciona bien. Yo tengo una gran amistad con Pekerman y el otro día nos encontramos y hablamos. El sostiene que ahora es complicado. Los chicos están presionados por la familia, tienen representantes y ellos lo único que piensan es hacer el negocio y a los técnicos se les va la mano. Cuando estaba en Argentinos de coordinador, a los técnicos los elegía yo.

—Pero así debiera ser en todos los clubes...

—No, no te creas. Por ahí llegás a un club y te encontrás con que a la sexta la dirige el hijo del tesorero y a la quinta el hijo del vocal. Está faltando gente idónea para trabajar en inferiores. A los técnicos no los elige el coordinador, sino los dirigentes. Y mucha gente, como es mi caso, nos quedamos afuera del sistema. Por eso me vine para Santa Fe y me gustaría trabajar en la zona, en algún club que tenga ganas de hacer las cosas en serio y a largo plazo en el interior.

—¿Por qué pasa eso?

—Porque los dirigentes sólo piensan en cuánto sacarle a un jugador con una venta pero no se dan cuenta de que hay que trabajar abajo, en la formación de esos jugadores, en la fábrica.

—Volviendo al fútbol grande, otro tema es que no se mantienen los planteles...

—Eso es grave. Se van 14 jugadores y llegan 16 todos los años, así nunca se termina de armar un equipo ni congeniar un estilo de juego. Y tampoco hay economía que aguante.

—Se habla de cambiar los campeonatos en el fútbol argentino, ¿qué opina?

—Que los torneos cortos son silla eléctrica para los técnicos porque pierden dos o tres partidos y se tienen que ir, viven con la soga al cuello. ¿Cómo hace de esa manera un técnico para trabajar tranquilo?

—¿Y el Checho Batista?

—Es un hijo para mí... Yo lo hice “5” a él, no otro...

—¿De qué jugaba?

—Era cualquier cosa, yo lo hice volante central y lo acomodé. El tenía que salir campeón o pegarle en el palo para seguir, porque hoy todos son resultados. Barcelona es Barcelona porque vienen trabajando en La Masía desde hace 20 años. Ellos hacen los jugadores, los moldean. Y no me sorprende que tengan resultados.

—Es la única forma de tener un equipo y que ese equipo tenga un sello que lo distinga, ¿no?

—Por supuesto. Argentinos tiene una marca registrada, respeta una historia y un estilo. Nosotros cuando veíamos que un pibe venía y le pegaba de punta para arriba, le decíamos: ‘pibe, búsquese otro club, acá no’. Todo lo demás se consigue. La fuerza física se logra con trabajo y una buena alimentación.

—¿Conspira contra la aparición de talentos el hecho de que no hay más potreros?

—Conspira eso y también los torneos de baby en piso duro. Te lo digo por experiencia propia. A mí y a Victorio Cocco nos venía a buscar Francisco Campana, que tenía el club San Antonio, dos o tres veces por semana para ir a jugar los torneos de baby. Me acuerdo que llegaba a mi casa y me dolía la rodilla a lo loco. Entonces mi vieja me daba un geniol y me ponía una toalla con hielo y se me iba el dolor. Pero el problema fue cuando me fui de Colón.

—¿Ya profesional?

—Claro, me acuerdo que estaba en Independiente y me rompí los meniscos. Decí que me operó el doctor Fernández Schnoor, una eminencia, porque te lo juro que no jugaba más. Cuando me abrió la rodilla se dio cuenta que el cartílago tenía un agujero, me hizo un injerto y pude seguir jugando hasta los 31, pero ya a esa edad no daba más y abandoné.

—¿Se siguen jugando los torneos en piso duro?

—Por supuesto. Los pibes se cagan a patadas, se pelean. Y eso es porque si no ganan son un desastre. Es la cultura moderna. Se perdió la esencia de jugar. Los chicos tienen que aprender jugando.

—Estamos de acuerdo y daría la impresión de que se adelantaron los tiempos...

—Los chicos tienen que aprender jugando hasta los 14 ó 15 años. Y ahí es donde hay que inculcarles las cosas tácticas.

—¿Cómo se hace para enseñarles?

—El pibe tiene que creer en el entrenador, es lo que yo digo cuando hablo del desarrollo emocional. Te voy a dar un ejemplo. Yo como entrenador le tengo que enseñar al pibe que si me paro derecho a la pelota tengo que hacer dos secuencias: una es pararla y la otra acomodarme. En cambio si me perfilo y la saco para un costado, el pibe se va a dar cuenta de que hice un solo movimiento y no dos. Ahí, el pibe va a creer en mí, en el entrenador.

—¿Es difícil eso?

—Muy difícil. ¿Sabés qué es lo mejor que te puede pasar?, que el pibe crea tanto en vos para que cierre los ojos y diga: “yo le voy a hacer caso a este tipo porque siempre me está batiendo la justa”.

—¿Hay que saber mucho de fútbol o también de sicología?

—Al jugador se lo forma integralmente, hay que desarrollarlo como ser humano porque en el día de mañana tendrá que decidir adentro y afuera de la cancha. Cuánto más crezca como gente, más crecerá como jugador.

—¿Qué opina del descenso de River?

—Que Valdano no se equivocó cuando dijo que River era un equipo en decadencia. Y ojo que a Boca lo veo igual.

—¿Y Colón?

—Mirá, en 1968 los equipos venían a jugar acá, a la cancha de Colón, y les temblaba la marucha a cualquiera. Ese equipo jugaba al fútbol de verdad. El otro día hablaba con el Quique Medina y me contó que se acuerdan más del gol de Motura contra Unión que de los 23 que él hizo cuando el equipo ascendió en 1965. Parece que de Vignatti para atrás no existe Colón. A mí, cuando me vendieron, salvaron las torres de iluminación, el estadio, todo.

—¿Qué opina de los pibes de Colón?

—Veo algunos con condiciones como Luque, Graciani, Bellone, el coloradito Lessman, pero me parece que les está faltando algo... Yo me preocupé mucho por Ortigoza en Argentinos. Venía colgado en el tren desde Moreno y lo ayudaba al padre, yo le decía que se quedara después de la práctica y lo llevaba a tomar un café con leche. Algunos me decían que estaba gastando plata al pedo. Y yo les decía que no. Hoy, Ortigoza lo tirás en cualquier cancha del mundo y juega. ¿Sabés qué hizo cuando cobró la primera plata grande?

—¿Qué hizo?

—Le compró una casa a los padres... ¿Querés que te cuente una del “Kun” Agüero?

—Cuente...

—Pedí la ficha técnica de él cuando estaba en las inferiores de Independiente, y no había en el club. Tenía una deficiencia física que lo iba a llevar a la pubialgia crónica. Lo mandé a buscar al representante y le dije que el chico era oro en polvo, pero había que hacerle un test completo. Lo hicimos. Y el fisiólogo me pasó el informe y me dijo que tenía un problema en la cadera. ¡Mirá lo que es Agüero ahora! ¿Y sabés qué pasó conmigo en Independiente?, me deben la mitad de lo que tenía escrito.

—Ese es el otro tema: el sueldo de los que trabajan abajo...

—Mirá, mi mejor recompensa es lo que me dicen los jugadores. Me acuerdo que en Huracán había un jugador que yo lo había salvado de la calle, pero llegó un momento que no daba para más en el fútbol, se lo dije claramente y de frente. Hoy es el gerente del HBC, tiene un hotel en Villa Gesell y yo siempre tengo una habitación disponible. Esa es la satisfacción que uno tiene en inferiores, porque plata no se gana. Al contrario, se pierde bastante y uno tiene que andar a los saltos para poder cobrar.

Checho lo reivindica...

En plena disputa de los Juegos Olímpicos de Beijing, donde Argentina consiguió el segundo oro olímpico, Olé escribió lo siguiente: “... Batista no come en La Raya como Basile: su restaurante es La Cantina de David. Con su jefe (Basile era el técnico de la mayor en ese momento) comparte el vicio por el faso (un atado y medio por día) y una voz gruesa pero no tan grave. No es tan pretencioso como Simeone, que pondera a Passarella, Mancini y Erikson; el Checho, aun a riesgo de que lo tilden de antiguo, reivindica a Alberto Pompeo Tardivo, el que lo hizo debutar y le enseñó los secretos de su posición...”.

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El equipo de 1968

Fue el que cumplió una gran actuación en el Nacional de ese año. De pie: Mareque, Jáuregui, Lezcano, Tardivo, Sanitá y Drago. Agachados: Balbuena, Orlando Medina, Borgogno, Colman y “Can can” Ceballos. Foto: Archivo El Litoral

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Con la de los “Bichos”

El pasado futbolero del Beto Tardivo se hace sentir como jugador y hombre vinculado a las inferiores de Argentinos Juniors.

Foto: Archivo El Litoral

Aquella dupla

Dos jóvenes que la pelearon en momentos difíciles. Alberto Pompeo Tardivo acompañado por el recordado y querido profesor Ángel Villarreal. La foto fue tomada en la vieja redacción de Deportes, cuando El Litoral estaba en calle San Martín. Foto: Archivo El Litoral

Alberto Pompeo Tardivo apareció en Colón cuando el club transitaba los primeros años en la máxima categoría, en la segunda mitad de la década del ‘60. En aquel momento compartió plantel con Néstor Martín Errea, Sanitá, Mareque, Sebastián García, el Mencho Balbuena, Orlando Medina y Vladas Douksas, entre otros.

En 1968, Colón hizo un brillante torneo Nacional. Fue el recordado certamen que motivó un desempate entre River, Racing y Vélez. Los de Liniers se adjudicaron por primera vez el título de campeón en Primera División, gracias a un partido clave en Santa Fe. Fue el 8 de diciembre de ese año, cuando Colón venció por 4 a 2 a Racing.

Ese día, Colón alistó a Jorge Alberto Drago; Antonio Gaspar Mellit, Juan Vicente Lezcano, Jorge Omar Sanitá y Armando Luis Mareque; Juan Carlos Lo Bello, Alberto Pompeo Tardivo y Carlos Alberto Colman; Agustín Alberto Balbuena, José Orlando Medina Leites y Juan Ceballos, bajo la conducción técnica de Jim Lopes. Ese día, el primer gol del partido lo marcó, precisamente, el Beto Tardivo.

Más tarde, ya en la década del ‘70, Tardivo regresó a Colón pero para jugar de marcador central. El puesto de “5” se lo terminó ganando un jovencito Carlos Alberto Trullet, llegado de Estudiantes de La Plata de la mano de Juan Eulogio Urriolabeitia.

Una formación del Colón de 1971 era con Pintos; Aráoz, Tardivo, Zuccarelli y Rodríguez; Ripke, Trullet y Bustos; Ocaño, Di Meola y Zibecchi.

Dos pasos por Colón

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“Una vez me preguntaron quién fue el técnico que más influyó en mi formación, y no tengo dudas: Alberto Pompeo Tardivo. Me agarró en las inferiores de Argentinos y me enseñó a jugar y cosas de la higiene personal”.

Claudio Borghi

Entrenador de la selección chilena de fútbol.