ÓLEOS SOBRE TELAS

Juego de marionetas en el MAC

María Luz Seghezzo expone sus pinturas en el Museo de Arte Contemporáneo de la UNL. La muestra se inaugura el viernes 5.

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“Muy finito”. Foto: GENTILEZA MAC

 

DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

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En el Museo de Arte Contemporáneo de la UNL, Bv. Gálvez 1578, el viernes 5 a las 20 quedará inaugurada la muestra “Juego de marionetas”, de María Luz Seghezzo.

La directora del museo y curadora de la exposición, Stella Arber, afirma que “bailarinas, mimos, maniquíes y marionetas aparecen en las imágenes de María Luz Seghezzo, una pintora porteña que hace de su obra una directa experiencia con el mundo de la representación, y de ella una inmediata relación con lo figurativo como objeto peculiar en su repertorio”.

“Hay en María Luz una actitud de naturaleza íntima en lo pictórico, una particular entrega que hace a la experiencia de lo profundo, de lo intenso como recurso creador”, sostiene.

“La artista no puede prescindir de la línea argumentativa al suspender sus imágenes sobre las telas, siempre hay un relato visual que acompaña sus obras. Podría decirse que la personalidad de la artista no aparece sólo como sujeto que realiza, sino como objeto mismo de lo que genera, en términos de experiencia estética.

“Sus figuraciones son puramente imaginativas con ribetes fantásticos; percepción y conciencia creativa van de la mano, dando fuerza y vivacidad a sus imágenes”.

“La simple visualización de cada una de ellas implica una inmediata sensación de entendimiento, hasta que uno trata de acapararlo todo y allí se presenta la barrera de lo inmanente subjetivo de su autora. Creadora de atmósferas por excelencia, el aura metafísica de cada imagen, con personajes rígidamente plantados en escenografías imposibles en la realidad, figuras humanas devenidas en marionetas cumpliendo la rigurosa función asignada, permiten a nuestros sentidos actuar con energías apropiándose de cada escena, y como en un reflejo correctivo, el ojo se adecua, asocia, percibe y ve, seguramente alcanza lo que subyace en la obra, aunque sea parcialmente. Así el juego propuesto de los muñecos humanizados, produce la conexión posible desde lo simbólico, ahí se aclara todo, se proyecta y se descubren los códigos comunes”.

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REGIONES MÚLTIPLES

“Aparecen regiones múltiples -continúa Stella Arber- y hasta ideas que lindan con lo filosófico, y se ponen en evidencia datos que poseemos y que descubrimos al mirar las obras.

“Las caracterizaciones de los personajes son impecables. María Luz Seghezzo pinta con todas las tradiciones pictóricas sobre su espalda, no ahorra horas de trabajo sobre cada obra, se ocupa de que materiales, modelos, temas y procesos se sostengan en igual medida. Avanza descubriendo el carácter distintivo de cada imagen, dando cuenta de lo pictórico formal a la vez que determina el lenguaje de última generación en su estrategia estética. Estamos en presencia de una pintora, de una artista que asume la pintura como su herramienta de anclaje, no sólo a las artes visuales, sino como un lugar desde donde asirse a una persistente y continua determinación por el goce de lo clásico incluido siempre en sus obras y lanzado desde ese respaldo consciente, al universo actual del arte.

“La artista se establece en un nicho visual, fuera de modas y tendencias, que se puede pensar como un desafío personal y una interna razón de peso para su trabajo pictórico, haciendo de este, una verdadera manifestación de su pensamiento fundido con su hacer, logrando de este modo un fundamento de apropiación que le es singular y exclusivo”, sostiene la directora del museo.

DISTINTAS MIRADAS

Raúl Santana sostiene que “en esta extraña inmovilidad de sus pinturas la densidad del mundo que nos circunda se ha transformado en un teatro donde lo exterior se nos presenta como un interior. Y lo de ‘teatro’ no es una mera figura retórica, es la descripción de lo que representa cada una de estas pinturas cuyo punto de partida ha sido el meditado montaje de cada una de las escenas dispuestas en un pequeño teatro que la artista prepara con luces y sombras y con sus minimalistas escenografías. A lo sumo los personajes que actúan son dos (hombre y mujer) y algunos objetos que se reiteran en distintos cuadros: roldanas, pesas, mecanismos indescifrables, cajas de cartón, maniquíes, sillas, escaleras, mesas, embudos, etc. Todo hace pensar en una combinación de trastos de un desvencijado desván, que se mezcla a los actores cargando los ámbitos de enigmáticas simbolizaciones”.

“A primera vista podríamos pensar que la obra de Seghezzo tiene estrechos vínculos con el surrealismo pues, por momentos, sus cuadros podrían parecer el efecto de sueños o pesadillas. Pero las escenas no son producto del mentado automatismo psíquico de aquella tendencia sino el producto de una elaborada puesta en obra de actores cuya tensión o falta de ella, hace circular en los cuerpos de posturas congeladas una subterránea resignación. Tal vez porque en este pequeño símil de la vida, el tiempo ha dejado de fluir para dar paso a una elíptica versión mecanizada de la existencia. La evocación de los juegos infantiles tantas veces presentes, parecieran aludir con metáforas justas a otros rasgos de la vida actual”.

CUIDADO MANÍACO

Por su parte, Ernesto D’Orsi opina que “los espacios escenográficos en los cuales se colocan los personajes y los objetos son iluminados con luces que tienden a subrayar el profundo sentido de irrealidad que anida en la realidad misma de las cosas. Éstas marcan un límite, un umbral sutil que divide -y al mismo tiempo une- la inefable inmanencia de la cruda manifestación, el sueño de la vigilia, el estupor de lo visible de la sombra que, casi amenazante, lo atraviesa y circunda”.

“En los cuadros de María Luz Seghezzo se pueden individualizar múltiples recorridos de sentido y cada uno de ellos tiene su precisa disposición elaborada y construida con un cuidado que me atrevería a llamar maníaco. Hay un signo que demanda un significado bien definido, pero que simultáneamente hace de soporte y habilita una polisemia la cual nos lleva a un juego atravesado por connotaciones semánticas imposibles de catalogar”.

“En la simplicidad escénica de sus obras hay puntos focales extremadamente significativos bajo los que se desarrollan incesantemente análisis sutiles y desprejuiciados de estados de ánimo, de condiciones existenciales que pertenecen al hombre en todas las realidades y en todos los tiempos: una especie de compendio narrativo que se vale de representaciones que no dan lugar a la dispersión, que no dan ninguna concesión”.

FORMIDABLE CALIDAD

Para Rafael Squirru, “ya se trate de curiosos mecanismos, ya de objetos que como la silla pueden llegar a ser claves enigma, lo cierto es que Seghezzo explora climas de neto sabor simbolista y metafísico. Lo que me incumbe destacar es la formidable calidad plástica de todas y cada una de estas obras. Me reconforta pensar que en la feria de galeristas organizada en Roma le otorgaron el primer premio a la pintura figurativa, y me reconforta no tanto por María Luz sino por saber que todavía en Roma quedan ojos críticos capaces de apreciar las más altas jerarquías del arte. Repetido hasta el cansancio vuelvo a afirmar que en nuestro medio hay pintores de primera fila mundial”.

Lucas Fragasso indica que “hay otras sobrevivencias en las complejas relaciones figurativas de la pintura que aquí nos ocupa: una memoria inintencional que se percibe apenas en el susurro de un rostro escondido detrás de la cortina, que se desplaza parsimoniosamente en el ‘mundo propio’ o anida en la ‘introspección’. Se ha captado otra dimensión fundamental de los personajes”.

“El maniquí aparecía como la imagen muda y deshumanizada del hombre en la pintura metafísica y se convertía en símbolo de una época, a igual que los torsos silenciosos, las arcadas profundas y las plazas vacías”.

Ana Aldaburu sostiene que “la falta de desplazamiento y de conexión con el afuera se percibe la clave simbólica de las vivencias de la artista: juegos individuales, caminos que no conducen a ninguna parte, objetos sin función, partidas sin viaje. Entre ellos y el espacio se crea una relación intensa y dramática sostenida por la sombra. Es la sombra que amplifica y dramatiza- la que fija las figuras en su ‘mundo’. Espectral, actúa de mediadora con la calidad abstracta de la superficie donde se proyecta pero con la forma del objeto que la proyecta. Son esas proyecciones, también, el lazo con la vida. Y es a través de este juego equilibrado en el que las que las figuras remiten al espacio y el espacio a las figuras, potenciándose mutuamente -el espacio cada vez más abstracto y las figuras cada vez más concentradas en sí-, donde el tiempo y las sombras se alzan como los grandes protagonistas.

Por último, Albino Dieguez Videla afirma que “Seghezzo se deja ver más segura que nunca en la creación de unos escenarios en los que se desenvuelven unas historias que -más allá de la vertebración surreal -tiene una adhesión literaria -y cinematográfica- hacia el género negro. Las protagonistas de las telas impecables son unas mujeres de apariencia ausente, en casos manipuladas como títeres, que posan en un choque de luces y sombras en el que parecen irremediablemente atrapadas”.

Horarios

La muestra se puede visitar de martes a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20, sábados y domingos de 17 a 20.

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“Cada cual”. Foto: GENTILEZA MAC

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“Pasaje de ida”. Foto: GENTILEZA MAC

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“Qué detrás de qué”. (Detalle) Foto: GENTILEZA MAC

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“El adiós”. Foto: GENTILEZA MAC