Los riesgos de ser una mujer flapper

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Claudia Piñeiro en Santa Fe, en 2008.Foto: Amancio Alem

Por María Luisa Miretti

 

“Betibú”, de Claudia Piñeiro. Alfaguara. Buenos Aires, 2011.

“¿Por qué tanta gente cree que su vida es única y yo creo que la mía es igual a la de cualquiera?” (p. 42)

Piñeiro (1960) varias veces premiada, con títulos llevados al cine (La viuda de los jueves) y una prolífica obra que incluye relatos infantiles, vuelve a sorprender con una sagaz mirada analítica para analizar un hecho policial, en el que convergen variadas conductas humanas en escenarios similares un country-, sin dejar escapar con sutil ironía su perspectiva sobre los personajes intervinientes, tan próximos y familiares al actual contexto sociohistórico en el que vivimos.

Una doméstica, luego de atravesar los rigurosos controles de ingreso, descubre al dueño de casa degollado en un sillón, con un vaso de whisky a medio consumir. A partir de este hecho, los sucesos se precipitan en una investigación minuciosa que pilotea uno de los medios periodísticos más importantes, cuyos periodistas entremezclan competencias, con entredichos de pasados cercanos y futuros inciertos.

Simultáneamente aparece en escena un grupo de amigas que se reúne mensualmente a comer y leer todos los periódicos, para luego comentar lo más importante, entre ellas Nuria Iscar en esta ocasión la anfitriona-, escritora que ha suplantado la creación propia por la de ghost writer, por una cuestión económica, sumado a las consecuencias de sus últimos libros en el mercado. Convocada por el dueño del periódico, para darle el tono de non fiction al suceso, se instala en el country y junto con el chico de policiales, más el elenco de periodistas la historia toma forma.

El ingreso a estos tres mundos, dispares en apariencia, muestra los movimientos de los personajes en distintas escenas especial para el cine- detrás de móviles que remiten a otros mientras se trazan las coordenadas: el asesinato en el country se relaciona con otras muertes (accidentales y provocadas); la relación amorosa entre determinados personajes (periodistas y escritora); la amistad entre las mujeres. No son historias dentro de otras, sino que cada una genera o se relaciona con cuestiones de grueso calibre, que comienzan a desatarse ante un lector que salta de sorpresa en sorpresa al comprobar que todo y todos están relacionados, incluyendo las fuerzas policiales que como es de rutina- mientras investigan se van implicando.

Los 28 capítulos se devoran en busca de una luz cada vez más esquiva y los últimos tramos son de una dinámica espeluznante en relación con las sorpresas que se van develando.

La capacidad de análisis (y de síntesis) son destacables y se aconseja no perder la atención ya que todo está relacionado, desde el epígrafe inicial de Di Benedetto (con Anabella), hasta las actuaciones de los distintos personajes y la estrecha relación entre los medios y el poder, la incidencia en las decisiones y en la investigación, como así también las relaciones vinculares.

El temor a las represalias lleva a la protagonista a declinar su actitud, mientras el mundo sigue andando. Betibú en alusión a Betty Boop, primer personaje femenino ‘sexual’ en los cortos animados- es la mujer flapper (*) que da fin a la historia, al descubrir los pormenores de cada integrante, incluida la marca de la prenda íntima que lleva en esos momentos.

(*) Flapper: anglicismo (1920) que remite a un nuevo tipo de mujeres jóvenes con faldas cortas, sin corsé, con un corte de cabello especial (denominado bob cut), que escuchaban y bailaban música no convencional (jazz); mucho maquillaje, licores fuertes, fumaban y conducían, contrariando lo considerado socialmente correcto en esos momentos, como Betibú.


Dijo la autora

“En Betibú exorcicé varios fantasmas, cuando escribimos le prestamos cosas de uno a los personajes, yo a la pobre Nurit le presté mis fantasmas, para que ella se las viera con ellos y me aliviara a mí. Un proceso egoísta del que hacemos uso los escritores en nuestro propio beneficio, total, los personajes no se quejan. O eso parece” . (Claudia Piñeiro).