La desconfianza en EE.UU. y Europa sacude los mercados en el mundo

Los consumidores norteamericanos se asustan, ahorran y enfrían su economía. El Viejo Continente no logra dar credibilidad al rescate de sus socios con deudas impagables. Los países emergentes debilitan sus exportaciones; la Argentina mira con atención a Brasil y China.

a.jpg
 

Ignacio Hintermeister

[email protected]

La rebaja a la calificación de la deuda norteamericana por parte Standard & Poor’s recrudeció la crisis internacional: ayer cayeron muy fuerte las acciones de las empresas y los papeles de las deudas soberanas de los países, pero también retrocedieron los commodities (granos, petróleo) en todo el mundo.

En nuestro país, la economía mira con especial atención la devaluación del Real y la caída en el precio de los granos. De esas dos variables dependen en mucho el sostenimiento de la actividad industrial local por un lado y la exportación de granos que permite el ingreso de divisas y es la clave de los superávit fiscal y comercial.

Las causas del sacudón global de la economía pasan fundamentalmente por la desconfianza en Estados Unidos y Europa. Los conservadores impusieron a Obama un ajuste que promete enfriar su economía, mientras el Viejo Continente no alcanza a restablecer la confianza de que pagará la deuda de todos los países que integran la Comunidad.

Los consumidores se asustan y ahorran, lo que enfría la economía de países desarrollados y agravan sus problemas de empleo; se retrae el comercio internacional por lo que ingresan menos divisas a China o Brasil que son los “motores” emergentes -entre otros- de la economía mundial; éstos a su vez compran menos y se abarata el precio de los granos que vende nuestro país.

En esa secuencia de trazos gruesos se puede advertir el riesgo para la Argentina más allá de las fortalezas internas. Hay más de 50 mil millones de dólares en reservas en el BCRA; pero con la moneda devaluada de Brasil y con los chinos teniendo excedentes de producción que los países centrales dejan de colocar, las presiones sobre las fronteras económicas y su impacto de la estructura productiva interna son enormes.

Paradoja

Sin respuestas particulares ni articuladas por parte de las grandes potencias económicas, Wall Street y las Bolsas de toda Europa, Asia y América Latina se desplomaron ayer y miran hoy con fuerte expectativa la evolución de los mercados.

Barack Obama hizo su discurso y el G7 prometió respaldar a sus países más complicados, tales los casos de Grecia, España o Italia. Pero ni eso, ni los balances positivos de las grandes empresas del mundo que estaban mostrando recuperación desde la crisis de 2008, frenaron las caídas.

Lo curioso es que los inversores, temerosos de volver a perder como hace dos años, vendieron esos papeles pero buscaron refugios en inversiones tradicionalmente seguras como los bonos del Tesoro norteamericano, justamente aquellos que expresan la deuda con la que Washington financia su déficit y cuya calificación fue rebajada por Standard & Poor’s. Toda una contradicción que sólo se explica por el señorío estadounidense en el mundo; la misma distinción que de todas maneras entró en cuestionamiento esta semana con las advertencias de China (el principal acreedor norteamericano) de que Washington debe honrar sus deudas, y con el gesto de muchos inversores que dejaron el dólar para buscar refugios en propiedades o en las barras de oro, aquellos tradicionales valores previos a las guerras mundiales.

“In God we trust”

“En Dios confiamos”, dice el billete de dólar. Hasta principios de los ‘70 y por imperio de los acuerdos de posguerra de Bretton Woods, Washington cambiaba por oro su moneda. Richard Nixon abandonó esa “convertibilidad” y devaluó; desde entonces EE.UU. se financia con emisión y deuda, las dos premisas que más discuten hoy el Congreso y Obama. El consumidor norteamericano ha perdido parte de la “fe” que la Casa Blanca busca restablecer; curiosamente los especuladores le siguen comprando bonos de su deuda como refugio de seguridad.

No somos inmunes, no vivimos en una isla, pero sabemos que Brasil tiene fuerza suficiente”

Dilma Rousseff

Presidenta de Brasil

“Lógica Cavallo”

Amado Boudou dijo que EE.UU. y Europa aplican “la lógica Cavallo” en “una crisis de deuda” pero no “recesiva”. Advirtió que los países centrales “cortan programas sociales, congelan sueldos, enfrían la economía, todo buscando dar señales a los mercados para que aporten más capital. Así terminamos en 2001. Una economía no puede funcionar sin trabajadores, sin un sistema que sostenga la demanda agregada, sin inversión”, remarcó. Sostuvo que “la cuestión es generar capacidad de repago de la deuda y con el ajuste no lo van a conseguir”.