Artes Visuales

Inauguraciones simultáneas

Inauguraciones simultáneas

“Deux Ami”, de Adrián Acosta / Carlos Asiain. Foto: Mauricio Garín.

Domingo Sahda

“Ha llegado a ser obvio que ya no es obvio nada que ver con el Arte, ni él mismo, ni su relación con el todo, ni siquiera su derecho a la vida”... “la pérdida de actuación sin reflexión ni problema no queda compensada por la infinitud abierta de lo que se ha vuelto posible,... en tanto que la ampliación resulta ser estrechamiento”. (Adorno Th. W., “Teoría Estética”, Obras completas, Edit. Akal, Madrid 2004, Esp.).

El encabezamiento refiere a la exposición “Inauguraciones simultáneas” que recientemente ha sido abierta a consideración pública en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, 4 de Enero 1510, Santa Fe, e incluye a varios artistas,con sus correspondientes selecciones de obras. Estas “Inauguraciones Simultáneas” se proponen: “Con mucho esfuerzo arribamos a este conjunto de muestras individuales marcadas por un eje común: el empleo de distintos materiales y productos de la industria masificada y serial de que autores se sirven para hacer muchas propuestas de inesperado vuelo y nuevas significaciones” (texto del impreso de la muestra, Marcelo Olmos, Director MPBAA.)

Así las cosas,es posible apreciar diversos enunciados y realizaciones tales como la rotulada “Deux Ami”, de Adrián Acosta / Carlos Asiain, autores; “Hello”, de Cristian Amaro, autor; “Entramados” de Fernanda Aquere; “Paranatellon”, de Juan Batalla, en tanto que César Benzi denomina al conjunto de sus proposiciones como “Intangible con aparente posibilidad de fuga”. De Norma Catán se exhibe “El halla de los espejos”;de Santiago Iriel: “El vuelo de las abejas” y de Noemí Schnec, la colección “Transmutaciones”.

El conjunto de muestras simultáneas se balancea entre diversos puntos de partida, sean sucesivos o alternados, emergentes todos ellos del fin de la Modernidad, su entroncamiento con diferentes versiones de la Post-Modernidad y la Contemporaneidad. En suma con lo que se ha dado en llamar, según el filósofo Artur C. Danto, “El fin de las grandes narrativas de la Historia del Arte, desde Vasari (Florencia, 1550) a Clement Greenberg (Nueva York, 1960).

En las colecciones parciales se percibe una mirada internacionalista, ajena al contexto inmediato de su creación-producción, flotando en todas ellas una mirada contextuada en el marco de los parámetros de sociedad de consumo y las industrias culturales.

La idea del “no lugar” es un precepto sustantivo que incide sesgadamente en los trabajos a la vista, todos ellos elaborados con esmerado oficio y delicadas técnicas. La “grisalla” está en el qué y no en el cómo.

Excelente factura

Siguiendo el orden impuesto por el impreso de mano, la colección “Deux Ami” reúne a dos autores, a saber: Adrián Acosta y Carlos Asiain. Con soluciones plásticas conjuntas de excelente, minuciosa factura, subrayándose las imágenes construidas por Adrián Acosta. Cada uno de los diminutos personajes están “encabalgados” y actúan en situaciones montados sobre personajes (cerdos alcancía) elaborados en cerámica, profusamente intervenidos pictóricamente. Estos volúmenes de base seriados sostienen sobre sus lomos a personajes-sectores elaborados con cierta elegancia plástica, asociada con la miniatura y la orfebrería en versión “Camp”. Cada obra conjunta no puede evitar ser contemplada como sumatoria de dos propuestas diversas ocasionalmente unidas. Cada uno de los sectores aporta un modo de hacer y crear que no se vincula esencialmente con el otro, sin que ella signifique que no estén cargados de fina poética, esencialmente las piezas logradas por Adrián Acosta, de por sí autosuficientes.

El expositor Cristian Amaro, en su colección de pinturas de absoluta planimetría, apela a las configuraciones conocidas del “cómic”, en una particularizada versión inscripta en el “Pop-Art”. (El término fue utilizado inicialmente por el crítico inglés Lawrence Alloway para designar a un tipo de arte próximo a la cultura de masas, que comenzó a perfilarse en Londres hacia 1953, definido inicialmente como popular, transitorio, prescindible, barato, producido en serie, joven, divertido, sexy, tramposo, lleno de glamour, un buen negocio). (López Anaya, Jorge “El extravío de los límites”, Emece Editores, Buenos Aires, 2007. Cita textual). Amaro juega de modo disperso y alternativo con estos conceptos y logra buenos resultados visuales, de tópico esencialmente ornamental, de fácil acceso a la comprensión y fruición directa. La calidad de ejecución es impecable.

Por su parte, Fernanda Aquere exhibe una colección de sobrerrelieves de tónica vinculada al plano de ornamentación arquitectónica, reiterando un módulo con el cual alude a apreciaciones subjetivadas del acontecer humano dentro de crípticas realizaciones de regularidad infinita. En la Serie “Entramados” las ideas motrices de las obras son “el deseo encaminado hacia su consumación...”. Consolidaciones visuales de tensiones y enigmas personales que, planteados regularmente, inducen forzadamente a la participación como en un juego de espejos reversibles. La calidad inobjetable de las realizaciones no inhibe la idea de prototipos impersonales añejos al diseño que embargan la mirada más allá de la apreciación inobjetable de estas realizaciones autosuficientes.

Fuerte presencia visual

“Paranatellon”, del autor Juan Batalla remite en una cita a: “Un elenco de estrellas / que / surge sobre el firmamento, inseparables y guardando una relación insoslayable y única”, texto que el expositor toma de un relato de Juan José Saer para señalar al conjunto de volúmenes espaciales de su autoría, construidos a partir del caucho como materia de volumen ya elaborado sobre el que labora, sostenidos sobre estructuras de madera. Estos trabajos de fuerte presencia visual y determinado volumen espacial-tactil se retuercen sobre sí mismos, produciendo imágenes de fuerte presencia y marcada tensión dramática. En ellos el atisbo de lo innombrado, casi siniestro, se perfila en impecables realizaciones sin fisuras ni titubeos. La fuerza del gesto expresivo está presente una y otra vez, sin desmayos ni desorientaciones plásticas. La cobertura plateada de algunas obras diluye la potencia expresiva dramatizada del cuerpo tensionado, orientando a éstas en exceso brillantes configuraciones hacia el territorio del “glamour” sofisticado.

El expositor César Benzi titula a su colección de trabajos en la Sala Mayor del Museo Provincial como “Intangible con aparente posibilidad de fuga”, llamando de tal modo a la Instalación-Intervención en el muro de 300 rayos de ruedas de bicicletas con gotas de cristal; a más de 200 estructuras de cristal suspendidas como nudos lumínicos. Benzi apela al involucramiento espacial y al recorrido visual con sus proyectos que desechan el vínculo unitario espectador-obra para generar una atención colectiva envolvente. La multiplicidad de efectos intangibles, la espectacularidad del globo de luz pendiendo sobre la fuente, concitando la expectación entorno hacen del mismo y de la refracción de las múltiples y diminutas estructuras esféricas “encadenadas” al infinito, una instalación espacial autorreferenciada. La ocupación del espacio con sus provocaciones, deslizamientos y recorridos teatralizan el acto visual, con el riesgo cierto de trastocar la obra expuesta en bello ornamento ambiental eventualmente prescindible. Los procesos de ejecución son de manifiesta calidad, su proyección conceptual es limitada al bello efecto.

El “Hall de los Espejos” reúne las proposiciones visuales de Norma Catán, quien exhibe laberintos de papeles enrollados sobre sus ejes y adjuntos por acumulación en gesto reiterado, creando de este modo laberintos visuales de evidente y esmerada realización que cierran cualquier metáfora poética sobre sí mismos, remitiéndonos a la prolija y paciente tarea de elaboración de sus propuestas visuales. A modo de instalación que invade el espacio y los muros desdobla sus proposiciones a partir de recursos plásticos diversos: el papel y los espejos y puntos metalizados, que concitan la atención por su muy cuidado proceso de elaboración y reiteración, deviniendo en ambos casos en curiosas instalaciones ornamentales autorreferenciadas que no embargan el sentimiento, viajando en superficie.

Por su parte, Noemí Schenck expone una colección de trabajos que nuclea con la denominación común de “Transmutación”. Sus obras recurren al fino alambre forrado, anudado y pintado que simula grafías laberínticas en el espacio. Concatena el entorno con los microespacios visuales en los límites marcados por los hilos-alambres conductores.

Se trata aquí del dibujo, del tejido de complejas estructuras y urdimbres en las que hace presencia constante el ritmo, la tensión, el espacio, la ruptura y el vacío. Algunas piezas se adhieren al muro como series escalonadas de modo regular; otras están suspendidas o colocadas en el piso, en proceso de referencia y simulación.

Viajan de un micro a un macrocosmos inclusivo orillando la bella ornamentación autocomplaciente y enigmática a la vez. No embargan la atención más allá del delicado oficio constructivo que se reitera una y otra vez.

Enigma a resolver

Santiago Iriel titula a su colección de pinturas expuestas como: “El vuelo de las abejas”, enunciado que hipotéticamente describe o alude a los recorridos lineales que se superponen en algunas de las pinturas, apuntando a un doble efecto de mirada, contrastado del gesto pictórico que entorpece la apreciación global según sean los trabajos.

Teórica, conceptual y fácticamente línea y plano cromatizado son opuestos constructivos que requieren una delicada tensión para su conjunción exitosa. En un texto de presentación de su muestra enuncia un enigma que sólo él podrá resolver. La pintura también es, ya se sabe, un enigma a resolver.

Inauguraciones simultáneas

“Hello”, de Cristian Amaro. Foto: Mauricio Garín

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“Paranatellon”, de Juan Batalla. Foto: Mauricio Garín