ISABEL CARRIÓ EN GUATEMALA

Intervención artística con una comunidad maya

La artista santafesina está trabajando en Alta Verapazuna, con una población muy aislada, sin centro de salud y con una escuela que funciona como sede para varias actividades. Allí, desde enero, aborda temáticas como la higiene y la autoestima con la comunidad Guachcuz.

Ana Laura Fertonani

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Isabel Carrió es santafesina, y desde que se fue a Nueva York en el 2001 completó una beca en pintura mural en la Academia Nacional de Bellas Artes y trabajó durante dos años como profesora de arte en el sistema educativo público. También enseñó artes plásticas en un centro de arte comunitario en la India y ahora está en Guatemala, en el departamento de San Cristóbal, trabajando (inspirando, creciendo) con una comunidad maya.

En la búsqueda de “vivenciar el arte desde una perspectiva más humana y social” encontró en Internet la página de Artcorps y le interesó la propuesta: trabajar codo con codo con las organizaciones locales para que el arte y la cultura se conviertan en poderosas herramientas para reforzar y educar a las comunidades y para provocar cambios significativos y duraderos.

“Salir de mi estudio en Nueva York para ir a trabajar en contacto directo con comunidades indígenas mayas me resultó muy motivador”, cuenta la artista por mail. Le siguieron los pasos para concretar el destino: formularios por e-mail, presentación de un proyecto y entrevistas por Skype.

Carrió subraya la propuesta de ArtCorps, la que le permitió ser partícipe/protagonista de la experiencia: “Me interesa mucho el modelo ‘Arte para la acción social’. ArtCorps colabora, durante períodos de cinco años, con organizaciones socias que promueven el desarrollo local en Centroamérica, enviando artistas a las comunidades en las que estas organizaciones trabajan. Durante sus permanencias de entre uno y dos años de duración, los artistas usan murales, teatro, literatura, música, marionetas y otras técnicas creativas para educar e inspirar a la gente y para que participen activamente en la mejora de sus comunidades. Los artistas ArtCorps trabajan en iniciativas relacionadas con el medio ambiente, la salud pública y los derechos humanos, formando tanto a los miembros de la comunidad como al personal de la organización”.

ESPEJOS

—Específicamente ¿dónde estás trabajando?

—En una comunidad que se llama Guachcuz, en el departamento de San Cristóbal, Alta Verapaz en Guatemala. Es una comunidad que habla el idioma maya pokomchi. Tiene un promedio de 70 viviendas de familia y un total de alrededor de 500 habitantes. No hay luz eléctrica ni agua potable. Utilizan el agua de lluvia que contienen en tinacos. En los períodos de sequía se complica el acceso al agua y con esto las condiciones de higiene son muy precarias. No hay transporte público terrestre que acceda a la comunidad. Es una población muy aislada, sin centro de salud y con una escuela que funciona como sede para todas las actividades educativas y sociales, así como también de dispensario de medicinas básicas.

—¿En qué consiste el voluntariado que estás llevando a cabo?

—Mi organización socia Fundenor AQ’AB’AL (que busca contribuir como actor local al desarrollo integral de las comunidades marginadas y vulnerables de Guatemala, para mejorar su calidad de vida), está muy interesada en que trabaje el tema de la higiene y la autoestima entre los miembros de la comunidad. Mi primer intervención fue la entrega de cepillos de dientes y pasta dental. Los niños no conocían ni sabían como lavarse los dientes.

Con respecto al tema de la autoestima, estoy dando unos talleres de dibujo y creatividad. Los niños disfrutan mucho. Se los ve asombrados dibujando su auto-retrato mirándose en un espejo. También les sorprende mucho verse en fotografías. No tienen acceso a esa forma de representación personal.

REGALOS

Isita, como le dicen los amigos que dejó de este lado, cuenta algunas de las actividades de las que formó parte, aquellas instancias que resultaron mágicas hasta por el simple hecho de hacer sonrisas.

“Hicimos murales en las aulas, el último tiene dos quetzales (pájaro nacional) en el cual se incluyeron cintas métricas que funcionan como varas de medición. La idea es que los niños puedan medirse la estatura jugando y a la vez se sientan identificados y orgullosos con su trabajo. Es muy importante para ellos y sus familias cualquier actividad extraordinaria que se pueda realizar. Al estar tan marginados geográficamente y sin mayores recursos de trabajo y económicos, están encerrados en la comunidad pero a la vez muy abiertos a los estímulos externos que puedan recibir”.

Dice que la idea es poder acompañarlos y que esos estímulos se transformen en herramientas para el cambio social a través de manifestaciones artísticas. “Pero es un proceso muy largo, en el cual hay que tener mucha paciencia y respetar los códigos y necesidades de la comunidad y no tratar de imponerse o imponerles nada”.

“En mis primeras visitas a la comunidad, no sacaba fotos. Y ahora, les ofrezco a los niños y maestros la cámara de fotos para que ellos también se sientan parte de la documentación del trabajo que estamos haciendo juntos. También estoy intentando aprender la lengua pokomchi. Ante todo, es un proceso de confianza mutua, que recién ahora después de 6 meses de interacción, siento que se está consolidando.

“Tuve la oportunidad de trabajar en un proyecto de género en Purulha, Baja Verapaz para el Día Internacional de la Mujer. Purulha es una población más grande y avanzada que las comunidades.

“Así fue que 110 mujeres fueron fotografiadas y se hizo una instalación en el parque con las fotografías expuestas en una pared del edificio de la Municipalidad. Esta manifestación de arte público provocó mucho entusiasmo de parte de las mujeres que se sintieron representadas y miradas desde otra perspectiva. Todas acudieron al parque con sus familias a buscar su retrato que se les entregaba de regalo en su día”.

PRESENTE

Isabel está participando de la experiencia desde enero de este año, con un período de entrenamiento y encuentro con los otros artistas que están trabajando en Guatemala, el Salvador y Honduras. El voluntariado es por un año con la posibilidad de extenderlo a dos años.

—¿Qué considerás que estás afectando y cómo te está afectando a vos esta experiencia?

—La experiencia está siendo muy reveladora. En principio, porque aunque pensaba que conocía los problemas, no me imaginaba las condiciones reales de la gente de la comunidad con la que estoy trabajando. Por ejemplo, sabía que era difícil el tema de la recolección de agua y por consecuencia las condiciones de higiene.

Entonces veo que las mujeres recorren largos caminos con un contenedor de agua en la cabeza. Posteriormente, en las jornadas médicas vemos que ésta es la causa general que provoca dolores crónicos en muchas de ellas. Pero estas mujeres no lo ven de esta manera. Que la mayoría de la población está deshidratada, pero prefieren tomar una gaseosa en vez de agua pura. Sin embargo, algunos no saben o no quieren hervir agua. Y que a pesar de todo esto y de las condiciones extremadamente difíciles, las mujeres tienen hasta 10 hijos.

Así, es una cadena que muchas veces me resulta impenetrable. Entran muchos factores a la hora de intervenir en una comunidad y hay que tener mucho conocimiento del contexto, de la población, de la situación particular de cada individuo y su familia, de los recursos disponibles y de los códigos sociales que se manejan en general.

Es un proceso largo y a veces se pierde un poco el horizonte. Pero considero que es posible el cambio. Y que ese cambio comienza de alguna manera con estar presente.

Una de las actividades

que encararon es la realización de murales, el último tiene dos quetzales (pájaro nacional).

A partir de Artcorps, la artista participa de la experiencia de vivenciar el arte desde una perspectiva más humana y social. Fotos: GENTILEZA PRODUCCIÓN

La artista pretende que los estímulos se transformen en herramientas para el cambio social a través de manifestaciones artísticas.

Foto: GENTILEZA PRODUCCIÓN

ArtCorps

Durante un año sabático en Centroamérica, Martine Kellet, directora ejecutiva de New England Biolabs Foundation (NEBF), observó la lucha común a la que todos los beneficiarios de las ayudas de NEBF se enfrentaban al intentar estimular la participación comunitaria y al tratar de transmitir la importancia de complejos problemas sociales y medioambientales que afectan a los colectivos locales.

Las organizaciones que recibían ayuda de NEBF, fundación con un enfoque preeminentemente medioambiental, acordaron crear y financiar un nuevo programa que integraría el uso del arte y la cultura para salvar las diferencias entre las organizaciones locales y las comunidades a las que ayudan. Y de ahí nació ArtCorps. Con una demanda creciente de artistas por parte de las organizaciones en Centroamérica, comenzó a ser algo más que un programa dentro de la fundación y se estableció como una organización independiente en 2006.

Desde el año 2000, ArtCorps colabora con más de 20 organizaciones en Guatemala, Honduras y El Salvador para hacer posible un futuro más sólido y sostenible.

ArtCorps favorece el avance de iniciativas de cambio social promoviendo las artes y la cultura como herramientas poderosas que generan el trabajo cooperativo y sostenible entre organizaciones de desarrollo y las comunidades a las que sirven.

El arte y la cultura tienen la capacidad de superar las barreras comunicativas y de inspirar a las comunidades locales para que sean agentes activos del cambio; son potentes mensajeros que sirven como herramientas para construir un mundo sostenible y lleno de paz.

El arte llega a todos los sentidos y a múltiples formas de inteligencia, fomenta el pensamiento crítico y analítico, y ayuda a imaginar nuevas posibilidades. Y abre la puerta a la imaginación y permite que las personas conciban en sus mentes el tipo de mundo en el que les gustaría vivir y las comunidades que desearían construir. Más información en www.artcorp.org