De enemigo, a aliado político

En la Rosada nadie nombra al riojano

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Después del fallo, llegó el medido festejo de Menem y sus allegados. Foto: DyN

José Curiotto

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“Las fuerzas de seguridad trabajan, detienen, detienen... Y los jueces liberan, liberan, liberan” (Cristina Fernández de Kirchner, setiembre de 2008).

“Si hay jueces que son permisivos, nosotros deberíamos ajustar las clavijas para que (los delincuentes) no tengan la posibilidad de salir con tanta facilidad”. (Aníbal Fernández, agosto de 2010).

“Los jueces muchas veces deberían aplicar mucho mejor la ley, para que aquellos que delinquen, que son un peligro para la sociedad, estén entre rejas”. (Florencio Randazzo, agosto de 2010).

“No puede ser que la televisión exhiba caras de personas que agreden y tiran piedras a la Policía, la Gendarmería y la Prefectura, y no tengamos detenidos ni órdenes de captura sobre ninguno de ellos” (Cristina Fernández de Kirchner, diciembre de 2010).

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Hace cuarenta y ocho horas que un tribunal absolvió de culpa y cargo a Carlos Menem, Emir Yoma, Oscar Camilión por la venta de 6.500 toneladas de armas a Ecuador y Croacia, y ningún funcionario kirchnerista abrió la boca para hablar sobre el tema.

Desde un punto de vista estrictamente técnico-jurídico, se puede decir que resulta apresurado criticar el fallo de los jueces hasta tanto no se conozcan sus argumentos. Sin embargo, estos mismos funcionarios del gobierno no tuvieron el mismo cuidado cuando hablaron de la conducta de los magistrados frente a situaciones mucho más triviales.

¿Por qué los que hasta hace poco criticaban de esta manera a la Justicia por la inseguridad en el Conurbano bonaerense, no pronunciaron todavía una sola palabra sobre lo que acaba de ocurrir?

Porque son los mismos, ¿no?... Cristina, Florencio, Aníbal... Sí, sí. Son los mismos. Todavía no cambiaron de funciones.

¿Cómo es posible que se rasgaran las vestiduras por los que tiraban piedras, y no se inmuten por el hecho de que nadie sea culpable de vender 6.500 toneladas de armamento a Croacia y Ecuador a cara descubierta, firmando decretos y con largas filas de camiones del Ejército transportando material bélico por las calles de Buenos Aires?

¿Por qué los que criticaron de esta manera a los jueces, no abren la boca frente a un caso que derivó, incluso, en el sospechoso estallido de una Fábrica Militar, provocando 7 muertos y 300 heridos en Río Tercero?

Pasaron 16 años desde que el escándalo se hiciera público gracias a la prensa. Fueron tres años de juicio, 495 cuerpos de expedientes, 383 testigos y ni un solo culpable. Y para colmo, nadie sabe detalladamente por qué los jueces llegaron a esta decisión, pues los argumentos de la sentencia sólo se conocerán después de las elecciones de octubre, cuando Menem, aliado con el kirchnerismo de La Rioja, intentará ser reelecto.

El fiscal Mariano Borinksy está atónito, aunque seguramente esperaba que esto ocurriera. Había pedido ocho años de prisión para el ex presidente por el delito de contrabando agravado de armas por los tres decretos secretos que firmó con destinos falsos (Venezuela y Panamá).

“La Fiscalía tiene por probado el contrabando porque se desvió el destino previsto para las armas en los decretos presidenciales. Pero además salió material bélico en una cantidad mucho más importante de la autorizada en los decretos, salieron armas usadas y hubo cobro indebido de reintegros”, había dicho el fiscal antes de conocer el fallo del que, al parecer, nadie se enteró aún en la Casa Rosada.

Pero mientras el kirchnerismo mantenía -al menos hasta este mediodía- un silencio sepulcral sobre el tema, el primero en hablar fue el canciller peruano, Rafael Roncagliolo: ‘Obviamente, esta noticia nos llena de malestar’. Y cómo no molestarse, si Perú fue siempre un aliado y durante el menemismo el país le vendió armas a Ecuador en un conflicto en el que, además, Argentina actuaba como garante de la paz.

Pasó mucho tiempo de aquella afrenta a los peruanos. Hoy, Ollanta Humala necesita incrementar sus negocios con la Argentina y deberá manejarse con diplomacia.

Es cierto que desde un punto de vista estrictamente técnico-jurídico, puede resultar apresurado criticar el fallo de los jueces hasta tanto no se conozcan sus argumentos. Sin embargo, nadie puede evitar que las sospechas estén firmemente instaladas, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes del caso y de los personajes involucrados.

Cuando en noviembre de 2005 Carlos Menem juró en el Congreso como senador de la Nación, Néstor Kirchner no aplaudió, no lo saludó y “tocó madera” en el momento en que el riojano se acercó al estrado para cumplir con el trámite de rigor.

Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Primero, Menem actuó como un aliado circunstancial del kirchnerismo.

Luego pasó a ser un incondicional.

Hoy, Carlos Menem se convirtió en un protegido.

Y todo a cara descubierta.