Argentina y Brasil en Mercosoja 2011

Aceiteros de acá y de allá, cada cual con su “pero”

Desde CIARA -la cámara nacional- y su par brasileña ABIOVE trazaron un diagnóstico de la industria en cada país. Los argentinos esperan recuperar los volúmenes de ventas a China y afirman tener “márgenes negativos”. Los brasileños se quejan de la presión impositiva y la falta de incentivo.

Juan Manuel Fernández

jmfernandez@ellitoral

Enviado Especial

Durante la primera jornada de Mercosoja 2011, uno de los foros desarrollados en la Bolsa de Comercio de Rosario congregó a los máximos referentes de las industrias aceiteras de la región, quienes trazaron un diagnóstico sobre la situación del sector a nivel mundial y los desafíos futuros.

En el contrapunto entre brasileños y argentinos, los asistentes se encontraron con datos sorprendentes como “las ventajas impositivas” que favorecen la radicación de nuevas industrias en Argentina antes que en el país vecino; o el lamento de los aceiteros locales por estar trabajando con “márgenes negativos”, a pesar de ser el principal exportador mundial de aceite de soja.

China, aquel amor

Alberto Rodríguez, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), comentó que la comercialización de aceite de soja a China mejoró “relativamente” porque este año “se han hecho ventas”, mientras en 2010 ese mercado estuvo totalmente cerrado (apenas compraron 290.000 toneladas). Sin embargo las fábricas nacionales aún están lejos de las 2 millones de toneladas que supieron vender en el mejor momento. “Este año vamos a estar muy por debajo de esa cifra”, se lamentó Rodríguez.

En 2011 las compras totales del gigante asiático de aceite de soja serían de 1.6 millones de toneladas -menores a las del año pasado-, de las cuales 600.000 serían “probablemente” argentinas. “Estamos lejos del total que importarán y del máximo que supimos venderles”, señaló el titular de CIARA.

Desde el cambio en la relación comercial con China, India -con 1.5 millones de toneladas al año- es el primer comprador y en tercer lugar se ubica Irán, “no sólo para aceite sino para harina de soja”.

Para el ejecutivo, las inversiones en plantas aceiteras en Argentina se frenarán hasta que se aclare el panorama económico mundial. “Si había un proyecto en carpeta, seguramente lo van a mantener en el cajón un tiempo más”, redondeó.

Cierta sorpresa generó en el auditorio la revelación de Rodríguez sobre los “márgenes negativos” que tienen las fábricas del primer producto de exportación del país. Explicó que el indicador se construye en base al precio de venta contra el de la materia prima (poroto), restando el costo de elaboración promedio (entre u$s10/12 por tonelada). “Nos está dando que desde abril del año pasado hasta ahora ha sido negativo”, dijo, y remarcó que los peores índices se dieron en agosto-septiembre de 2010. Si bien desde entonces la tendencia es a recuperarse, advirtió: “todavía no llegamos a cero”. Explicó que esto no quiere decir que todas las empresas trabajen a pérdida, sino las más ineficientes. Aseguró que el factor principal es el incremento de los costos en pesos con un dólar estable, “el aumento de la capacidad ociosa” y la pérdida de precio de venta producto del cierre del mercado chino el año pasado.

Melhor acá

El secretario de ABIOVE (Asociación Brasileña de Industrias Aceiteras), Fabio Trigueirinho, también asombró a los presentes al afirmar que existen “mejores condiciones tributarias en Argentina” para la instalación de empresas aceiteras, que les permiten tener un diferencial que compense las tarifas de importación de los mercados compradores. El mecanismo de los brasileños para contrarrestar el proteccionismo, en cambio, es un reintegro (llamado “crédito presumido”) que resulta poco operativo, porque el gobierno federal tarda 5 años en pagarselo a la industria.

Además, mencionó que en su país el poroto de soja para ser procesado en un estado diferente de donde fue cosechado debe pagar un impuesto del 12%, que sólo se reintegra por ventas internas y no en la exportación. “No hay una lógica, es un sistema que estimula la exportación de poroto de soja”, agregó.

A raíz de esta situación, el mapa de la industria brasileña es un entramado de pequeñas plantas de 3.000 toneladas diarias, ya que deben operar sólo con grano local. “Acá (en Argentina) pueden hacer plantas 15.000/20.000 toneladas, que es más económico”, insistió. “La industria sólo trabaja para el mercado interno -se lamentó-, estamos exportando la soja todo como grano”.

Según relató Trigueirinho, esta situación ha hecho que en los últimos 15 años se inviertan las relaciones de exportación: mientras antes el 75% de las ventas al exterior eran de aceite y harinas, hoy esa proporción la ocupa el poroto sin procesar y sólo un cuarto se vende con algún agregado de valor.

Sin embargo el sector no está estancado. “Está creciendo gracias al biodiesel (cortan con 5% el diesel fósil), pero menos de lo que podría”, señaló el ejecutivo.

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Negativo. Alberto Rodríguez señaló que el incremento de los costos en pesos con un dólar estable y el aumento de la capacidad ociosa conspiran contra los márgenes de la industria aceitera.

Foto: Archivo

Contradiscurso: “Donde hay soja hay progreso”

El secretario de ABIOVE destacó que -al igual que en Argentina- en Brasil la soja tiene una gran importancia para la economía del país. “Vamos a exportar (el sector sojero) este año u$s 23.000 millones, un poco más del 10% de la exportación total brasileña”.

Pero además aseguró que la oleaginosa es un factor de desarrollo, contrario a lo que consideran varios sectores en ambos países, no sólo ambientalistas sino también funcionarios, políticos y técnicos. “Se está sembrando -destacó- en 17 provincias y es una forma de llevar riqueza y empleos al interior del país”. Para cuantificar esos beneficios, citó el Indice de Desarrollo Humano: “Mato Grosso (el principal estado sojero) tiene índices semejantes a ciudades del interior de los estados de San Pablo o Río de Janeiro; y son ciudades donde se puede ver escuelas, hospitales, todo funcionando bien porque la plata está allá y las personas pagan impuestos y compran cosas y con eso va desarrollando toda la región; nosotros vemos que donde hay soja hay progreso, donde no hay otras actividades no se ve lo mismo”.