¿Bicicleta o marianela?

Lujos, gambetas, destellos. El talento y la audacia sobresalen en un escenario de mediocridad y falta de agallas. Los desafíos a futuro de las cadenas productivas necesitarán de estas virtudes.

Federico Aguer

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31 minutos del segundo tiempo. Argentina y Brasil intentan vulnerar sin éxito el arco rival. El gran clásico del fútbol mundial se va apagando, luego de un encuentro opaco y aburrido. En ese momento, Damiao, el delantero de Inter de Porto Alegre, desborda por la derecha, y saca de la galera una maniobra genial ante la marca de Papa. Deja atrás la pelota, la engancha y la tira de sombrerito por encima suyo y del marcador. Después, remate al arco, palo y afuera.

Después del partido se genera la gran polémica nacional: ¿Cómo se llama la jugada de Damiao? Algunos aseguran que es “la bicicleta”, dejando en evidencia que nunca vieron al desgarbado Saturno realizarla infinidad de veces en Boca y Huracán. Otros la conocen como “marianela”. Otros, que no se llama de ninguna de las dos formas.

Allá lejos y hace tiempo, en el campito de barrio, el único que la hacía era el flaco Iván, verdadero “crack” de la infancia. En ese entonces, la maniobra no tenía nombre. Iván sólo la “tiraba” de vez en cuando, a sabiendas que no era necesario deslumbrar a un grupo de amigos. Con la humildad de los grandes, sabía de sobra que podía llegar sólo al arco y colocarla junto al palo que él quisiera, sin necesidad de tanto lujo. Sólo a veces, cuando se agregaba alguno nuevo, para impresionarlo, o cuando se aburría, Iván tiraba algún lujo para reafirmar que, sin ser el dueño de la pelota, era el titular indiscutido en el “pan, queso” que definía los equipos.

El tema, ya instalado como debate nacional, atraviesa las redacciones de los diarios, llena los noticieros de la televisión y es disparador de las opiniones de los columnistas deportivos de todas las radios. En cantidad de tiempo al aire, sólo es superado por la tragedia del tren y el colectivo.

No pude ver la maniobra de Damiao. Me tocó estar en Rosario, cubriendo eventos de otra relevancia, como los desafíos que tiene por delante la cadena de la soja del Mercosur; la creciente demanda de sustentabilidad de los países desarrollados; la necesidad de definir protocolos que cuantifiquen la huella de carbono para la agricultura y la ganadería; las claves para esquivar las políticas nefastas y seguir siendo exitosos. La sanidad y la biotecnología como aliados para crecer en la producción mundial de alimentos. Entuertos que necesitan del talento, las ganas y la atención de los argentinos para aprovechar esta oportunidad que nos regala el mundo.

Me parece que Iván le decía “el sombrerito”, o “la voladora”. La verdad, no me acuerdo...