Cuando la ciudad vivía una intensa vinculación con el río

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Dos escritoras santafesinas investigaron sobre el proyecto de reconversión de nuestra estación fluvial y advierten sobre la importancia de la construcción de una nueva terminal sobre el río Paraná al recordar las épocas florecientes de nuestro puerto. A partir de hoy serán tres entregas consecutivas.

TEXTOS. ALBA JOBE DE ÁBALO Y BERTHA AIDEÉ COUSINET. FOTOS. EL LITORAL.

Estas aguas desde donde han partido hacia distintos lugares del mundo incontables barcos, transportando millones de toneladas de granos, de carnes, de cerveza para satisfacer la demanda de exigentes países, están extrañando el ir y venir de los barcos; el ruido de los motores de los remolcadores; de las voces de mando de sus capitanes que se perdían entre las olas como en un eco; de las anclas que se clavaban en las profundidades de las aguas amarronadas, reteniéndolos en el lugar elegido.

Sobre los diques se deposita el polvo del paso de los años sin actividad; los silos ansían el entrar y salir de sus depósitos, la maravilla de los granos cultivados en esta fértil tierra santafesina y en provincias limítrofes.

Extrañan los estibadores (hombreadores) de bolsas que miraban con pena angustiosa el silencio que los invadía mientras sus brazos estaban caídos porque no había dónde emplearlos, como hoy; las empresas navieras de las que han quedado oficinas cerradas a la espera de una reactivación; y las riquezas del norte de la provincia que necesitan de la vía fluida para ser transportadas hacia donde la demanda exige.

Y nosotros, los habitantes todos de esta ciudad, de esta provincia y de provincias vecinas, esperamos ver resurgir nuestra “Ciudad-puerto” de la que un día estuvimos orgullosos. No nos resignamos a que intereses ajenos manipulen los hilos y seamos simples marionetas en manos de unos pocos.

NUEVO DESAFÍO Y GRAN COMPROMISO

Hoy se abre ante nuestros ojos una nueva perspectiva. Un estudio pormenorizado de factibilidad realizado por consultores argentinos y europeos ha ubicado el lugar más adecuado y preciso para relocalizar nuestro puerto.

El “punto elegido está dos kilómetros al sur de la salida del Canal de Acceso”. Esta decisión se ha tomado en función a “ventajas y desventajas, debilidades y fortalezas de cada una de las tres chances propuestas para mudar el puerto”.

Es importante tener en cuenta que el Ente de Administración ya elaboró la resolución respectiva, que oficializa la decisión asumida por la totalidad de los diferentes sectores que integran el Consejo de Administración. Esta información se ha tomado del artículo del Diario El Litoral de fecha 7 de junio de 2006.

Entendemos que aún faltan cumplimentar etapas administrativas de financiamiento, que llevará su tiempo ya que necesita la conformidad de Fonplata (Fondo Financiero para la Cuenca del Plata) y una aprobación legislativa para extender el aprovechamiento de esta línea de financiación.

Es decir, que deberán ajustar los tiempos de tramitación todos aquellos estamentos involucrados en el proyecto de relocalización de nuestra, desde ahora, “estación fluvio-marítima”. Todos estamos moral y funcionalmente comprometidos, desde el empleado que recibe la tramitación, el que transcribe las providencias e informes, y -con mayor razón- el que las firme.

Ningún escritorio debe permitir que descansen en él trámites tan importantes que hacen al beneficio de la población, especialmente a la posibilidad de incrementar las fuentes de trabajo y el bienestar para los habitantes de nuestra Argentina.

Se evidencia un loable intento de reactivar económica, social e intelectualmente la situación de los individuos que habitamos este suelo tan amado y tan nuestro, soñando con la época floreciente de los años ‘30 y ‘40, fortalecidos hoy con la informatización tecnológica, la sistematización y las comunicaciones.

A modo de referencia y recurriendo a nuestros recuerdos, aportamos relatos, datos históricos, anécdotas, los que tienen la finalidad de ilustrar -someramente- la realidad vivida por esta “Ciudad Puerto” cuando el Puerto de Santa Fe tenía vida propia.

LA IMPORTANCIA DE UNA PUBLICACIÓN

“Sante Fe, primera Ciudad-Puerto de la Argentina” es un trabajo pormenorizado del Archivo General de la provincia y la Bolsa de Comercio de Santa Fe, publicado en 2003. En él se ha podido demostrar fehacientemente que la “ciudad puerto de Santa Fe ha mantenido tal calidad desde su fundación hasta nuestros días. Y que es, por lo tanto, la más antigua formación urbano-portuaria activa en el espacio de la República Argentina”.

En el Dictamen de la Junta Provincial de Estudios Históricos Nº 3/03, del 22 de septiembre de 2003, en su artículo 21º , expresa: “Que en virtud de todo lo expuesto, corresponde avalar la tesis presentada por el Archivo General de la Provincia de Santa Fe y la Bolsa de Comercio de Santa Fe , considerando a la ciudad de Santa Fe como primer puerto de la República Argentina con continuidad histórica”.

En la misma obra se cita la “X Reunión de Puertos Latinoamericanos”, realizada en la ciudad y puerto de Santa Marta, Colombia, el 19 de julio de 2001, en la que el representante del Ente Administrador Puerto Santa Fe, Herbert Norman, y el presidente del Puerto de Santa Marta, Julián Palacio Salcedo, “procedieron a declarar la hermandad de ambos puertos con motivo de las similitudes que exhiben en orden a sus respectivas antigüedades, ya que Santa Marta fue fundada en el año 1525, constituyéndose en el primer puerto de América del Sur, en tanto que la ciudad y puerto de Santa Fe, nació el 15 de noviembre de 1573, constituyéndose en el más remoto antecedente portuario de la República Argentina”.

“El 1º de enero de 1911 atracó, en los flamantes muelles, el primer ultramarino que operaba oficialmente en el nuevo puerto. Fue el Ministre Beernaert, de bandera belga, que -consignado a la Agencia Norman- cargó una partida de trigo por cuenta de Bunge y Born, cuya gerencia ejercía el Sr. Andrés Oser. Fue encargado del embarque, en esa oportunidad, don José Giammaría, quien desempeñó esas funciones hasta la década del ‘60”.

“Desde aquel momento inaugural, entraron al puerto 10.598 ultramarinos, entre graneleros y petroleros, y 159.440 unidades de cabotaje de diversos tipos, lo que hace un total de 170.018 buques que han operado en la estación marítima local desde la fecha de su habilitación”.

“El año récord de movimiento de vagones fue también 1929, con 78.593 unidades entradas y 1972 el de más baja actividad, con 2.405. En materia de camiones, fue 1971 el año que registró más entradas (con 34.591 unidades) y 1945, el que menos, con apenas 591”.

“En relación con las actividades de buques de ultramar, el mayor total de unidades entradas de ese tipo corresponde a 1928, con 433, mientras que la cifra menor, realmente significativa, es para 1945, año en que sólo entró una nave de esas características. Por último, para unidades de cabotaje, el año de mayor actividad en cuanto a buques entrados fue 1938, con 6.104 naves, y el de menor actividad en 1918, con 723”.

Estos datos suministrados, “en forma alguna representan un detalle de lo ocurrido en 62 años de historia portuaria, pero acercan bastante a una idea general de la que fluye la importancia fundamental del puerto de Santa Fe, cuya construcción costó al erario 15.998.533 moneda nacional”. Eduardo Barone Daneri.

Esta importante referencia afirma la significatividad de nuestro concepto hacia las instituciones de Santa Fe. Los recuerdos datan desde fines de la década de los años ‘30.

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Desde los campos (donde se cosechaba lino, maíz, avena, trigo, etc.) llegaban los camiones transportando los granos para almacenarlos en los silos.

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Florian Paucke retrató la actividad del antiguo puerto de Colastiné Sur.

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La estación fluvial de Santa Fe era puerto de ultramar de constante movimiento.

Tiempos de gloria

La ciudad vivía intensamente su vinculación con el río. En aquel entonces y varias décadas después, el Puerto de Santa Fe era puerto de ultramar de constante movimiento. Fue considerado uno de los puertos del interior del país más importante, sin tener en cuenta las dificultades con que debían luchar como consecuencia del dragado permanente, costas muy bajas, desorden de tráfico de barcazas, muelles, etc..

En esos años, nuestra nación era eminentemente agrícola-ganadera. Desde los campos (donde se cosechaba lino, maíz, avena, trigo, etc.) llegaban los camiones transportando los granos para almacenarlos en los silos. Nuestros granos eran muy cotizados y -como consecuencia de ello- arribaban al puerto naves de gran porte a llenar sus bodegas, desde países lejanos como Italia, España, Francia, Inglaterra, Alemania, Hungría, Yugoslavia, entre otros.

Desde muy temprano en la mañana, el puerto se ponía en movimiento. En aquel entonces toda fábrica importante contaba con una sirena muy potente que llamaba a todos los trabajadores que se desempeñaban en distintas tareas. Era característico oír la sirena del puerto, con su timbre inconfundible.

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Un estudio pormenorizado de factibilidad ubica el lugar más adecuado y preciso para relocalizar nuestro puerto.