En la ciudad, las palomas se

pueden convertir en una plaga

Su población aumentó en forma significativa en Santa Fe. A la paloma ciudadana también se le suma la torcaza, que viene del campo. El principal problema es el impacto urbano de la materia fecal.

En la ciudad, las palomas se pueden convertir en una plaga

Posadas. Al atardecer, nutridas bandadas llegan a dormir a los árboles de la plaza España.

Foto: Flavio Raina

 

 

De la Redacción de El Litoral

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De frente a calle La Rioja, casi Rivadavia, posando sobre una pata, una paloma se revuelve las plumas azules, verdes y grises con esmero y el sol se las hace brillar. Un niño que apenas camina le acerca un puñado de maíz al que llega en un vuelo rápido; en pocos minutos, el niño desaparece bajo una maraña de palomas.

La imagen, tan común en el palomar de la plaza Colón, es vista con otros ojos por especialistas que advierten sobre los riesgos del crecimiento de la población de las aves en centros urbanos y, como consecuencia, el incremento de los inconvenientes que causan en edificios y espacios públicos, sobre todo por el impacto de la materia fecal.

En la ciudad, predominan dos especies: la Columba livia también conocida como “paloma ciudadana”, es la que se encuentra en el palomar y la Zenaida auriculata o “torcaza” que tenía como hábitat natural las zonas rurales.

El ingeniero agrónomo Carlos Debona, director general de Política Agropecuaria del Ministerio de la Producción de la provincia, le explicó a El Litoral que el incremento de la población de ambas especies en la ciudad está directamente vinculado con la facilidad para obtener alimento. Además, son aves que no necesitan demasiadas condiciones para reproducirse, tal es así que “si no encuentran árboles para anidar lo hacen en el suelo”.

El incremento de la cantidad de su población denota lo fecundas que son: la Columba livia pone huevos dos veces al año, mientras que las torcazas lo hacen cinco veces, con un 50 % de posibilidad de supervivencia de los huevos o los pichones. Esta última especie fue declarada por el Ministerio de Agricultura de la Nación como plaga nacional de la agricultura en 2009 y, en el campo se ganó el apodo de “rata alada” por los destrozos que provoca su paso por los lotes sembrados.

Cambio de hábitos

Las ciudades predilectas de las palomas son aquellas con puertos activos, con tráfico de cereales como Bahía Blanca, Buenos Aires o Rosario. Según el ingeniero Debona, el principal problema que causan es la cantidad de

En la ciudad, las palomas se pueden convertir en una plaga

Desechos. La estatua “El baño” está debajo de un gomero en la plaza España; un baño sería bienvenido después que las aves hacen lo suyo. Foto: Mauricio Garín

En la ciudad, las palomas se pueden convertir en una plaga

Torcaza. Está declarada plaga de la agricultura por los daños que causa en los campos sembrados. Foto: Flavio Raina

excremento que dejan en veredas, jardines, autos estacionados o en cualquier cosa que esté ubicada debajo de donde se posan.

A diferencia del ingeniero Debona, el secretario de Ambiente municipal Roberto Celano aseguró que el aumento de la población local de palomas se debe a las fumigaciones y a la tala de árboles en zonas de explotación agraria. “No es que hay más, sino que se vienen a la ciudad a sectores arbolados”, explicó Celano. Por su parte, el médico veterinario y ornitólogo esperancino Martín de la Peña explicó que el crecimiento de la cantidad de palomas está asociado a las torcazas y no a las ciudadanas. “Tengo entendido que en Santa Fe, al tener el palomar, la cantidad se mantiene y es importante, aunque no pasa lo mismo con las torcazas que sí aumentaron”, precisó.

Según el especialista, las palomas torcazas y otras especies de aves modificaron hace unos años sus hábitos cotidianos nocturnos y en esos cambios puede estar la explicación de la superpoblación en las ciudades. Aunque desconoce los motivos, De la Peña comentó que “las aves pasan el día en el campo buscando comida y de noche vuelan a dormir a la ciudad”.

Respecto de las consecuencia para los seres humanos del contacto con la bosta de paloma, De la Peña comentó que “son las mismas que puede ocurrir si alguien toca el excremento de cualquier otro animal o carne en estado de descomposición”, y agregó que hasta el momento “no se conoce que haya ocurrido una epidemia por el contacto con materia fecal de las aves. Es más la molestia porque se pega en todos lados y el olor, que otra cosa”.

Métodos disuasivos

Durante ocho meses de 2009, en los árboles ubicados en el frente del municipio dos gavilanes evitaron el asentamiento de palomas. La cetrería es uno de los modos de control natural o ecológico de la población de aves en la centros urbanos.

“La experiencia fue buena, la cantidad de palomas disminuyó notablemente pero es necesario que se sostenga en el tiempo porque cuando se deja de hacer vuelven a aparecer”, explicó el secretario de Ambiente municipal sobre la experiencia, que fue una prueba piloto.

“Estamos analizando realizar un convenio con otros organismos porque es un servicio costoso y hay una sola empresa que hace el trabajo”, refirió Celano, a la vez que determinó a la plaza España como otro de los puntos críticos por el asentamiento de palomas.

Como método de control de la reproducción, Debona sugirió la aplicación de alguna sustancia esterilizante en las zonas donde se alimentan, como el palomar. A su vez, opinó que podría interrumpirse su asentamiento con la generación de sonidos o iluminando las copas de los árboles.

El ingeniero Debona reparó también en la importancia de lograr la conciliación de intereses a la hora de trabajar en el control. “En la sede del ministerio, por ejemplo, estamos rodeados de árboles grandes y cada vez que intentamos correr las palomas hay vecinos que nos piden que las dejemos pero ellos sacaron los árboles de sus veredas”, soltó como ejemplo.

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En la ciudad, las palomas se pueden convertir en una plaga

Ciudadana. La especie se reproduce con facilidad en donde encuentra alimento. Foto: Mauricio Garín