La mirada miope

Arturo Lomello

El escepticismo y el pesimismo caracterizan la cultura que gobierna al mundo. Son las consecuencias de una mirada miope. En efecto para una mirada sin bloqueos se hace evidente que la realidad que nos constituye y nos rodea es inagotable y, por lo tanto, nos muestra que se puede esperar siempre más y que nunca podemos considerar agotadas las posibilidades de una vida mejor.

Es curioso que esa positividad última de la realidad sea inadvertida cuando aparte de las infinitas potencialidades humanas los mismos descubrimientos de la ciencia y sus aplicaciones en la tecnología trasuntan la presencia de un mundo invisible al que le vamos arrancando secretos que abren nuevas puertas y, por ende, perspectivas cada vez mayores. Aquí cabe aplicar la analogía con la vida íntima ya que esos descubrimientos de la física son sugerentes en lo que atañe a las potencias de nuestra psicología.

¿Cómo no creer en la infinitud de la realidad humana y en el sentido de la vida si manipulando unos botones aparece la imagen televisiva o mediante la telefonía celular logramos comunicarnos utilizando ondas invisibles sin necesidad de cables que sin embargo también en su momento significaron un hecho de características mágicas?

Pero quizás la mirada miope es provocada precisamente porque no somos capaces de afrontar sin ayuda la presencia del infinito. Es como si nos asustara el contacto con una realidad que nos excede por todas partes. Una autoprotección contra el vértigo. Claro que esa miopía combatida por las religiones ha provocado y provoca inmensos males porque al acotar la realidad genera violencias y evita la vida en plenitud.

La pérdida del asombro de vivir, el miedo a vivir en plenitud es lo que nos ha llevado a negar el sentido de la existencia, inclusive, a matar las preguntas que están inscriptas en nuestro corazón. Es como si no importara, como si fuera inútil preguntarse por el sentido de la vida, sin darnos cuenta de que así nos quedamos sin alma. Y no es raro entonces que caigamos en el escepticismo y en el pesimismo, omitiendo como se omite ahora la dimensión religiosa de la vida, que es lo que une todas las actividades propias del hombre y le otorga significado.