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Los rascacielos de Nueva York antes de los ataques del 11 de septiembre. Foto: EFE

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Manhattan surrealista

Por María Luisa Miretti

“Chronic City”, de Jonathan Lethem. Traducción de Cruz Rodríguez Juiz. Mondadori. Buenos Aires, 2011.

“Vivir en Manhattan es asombrarse constantemente ante los mundos que se cobijan unos dentro de otros...” (Lethem).

Este libro es ideal para cinéfilos. La persistente asociación entre nombres de figuras emblemáticas (como Marlon Brando), títulos de películas y el afán de uno de sus protagonistas por mantener el recuerdo de su infancia en la pantalla que lo hiciera famoso, no alcanza para aliviar el peso de la burla por estar enamorado cuando grande de una prometida atrapada en la Estación Espacial Internacional, con quien sólo puede comunicarse a través de melodramáticas cartas de amor. La aparición de otro personaje under el artista y pensador Perkus Tooth, estrábico, sucio y apasionado del cine y del buen porro- cambia el recorrido y el sentido de sus días.

Lethem, Nueva York 1964, ha sido premiado por varias de sus novelas. Aunque la crítica no le ha sido favorable en este caso, es bueno confesar que resulta llevadero y ameno, y sintetiza una excelente parodia entre realidad y ficción, poniendo en juego nombres y palabras que dicen mucho más de lo que contienen (tal el caso del protagónico Chase Insteadman y sus dilemas en ese contexto, extensivo al personaje de ficción de la TV americana Prison Break- o de Chronic, en su doble alusión a la fábula o la secuencia de sucesos, pero también al árbol de marihuana- y en medio de ellos, La Gran Manzana, el caos cotidiano, una neblina permanente que los aísla y un tigre mecánico que no es otro que una máquina para construir un línea de metro en la Segunda Avenida-, en acciones dispares con consecuencias infinitas que mantiene en vilo al lector, generando verdadero disfrute.

Al igual que Vila Matas en El Mal de Montano, cuyos personajes -de tanta literatura- se enfermaban encarnándose en ella, acá vemos a sujetos mimetizados con actores, películas y fichas técnicas, dejando al descubierto la maquinaria cinematográfica y los manejos, pero también una ciudad con una indiferencia crónica el título- que alude a la forma de ser de sus habitantes, cada vez más autistas y alejados de la realidad.

Las permanentes alusiones literarias y cinematográficas despiertan en más de una ocasión una feliz coincidencia al descubrir el doble sentido de ciertas expresiones, permitiendo presuponer variados puntos de vista.

Desde Wallace, Salinger, Borges, Cassavettes, Norman Mailer, Cortázar, Bolaño, pasando por Marlon Brando, Bob Dylan, hasta The Rolling Stone, asistimos a un abanico de propuestas artísticas sorprendentes, que permiten las mejores asociaciones, demostrando que más allá de cierto toque surrealista- sólo una planificación muy bien pensada puede vertebrar la estructura de esta novela, con numerosos registros del español coloquial.