Una sobre (ausencia de) cloacas

El tema es inevitablemente escatológico. Pero yo no invento la realidad, sólo la comento. Hay mucha gente, muchísima que no tiene cloacas y que debe manejarse por la vida de otra manera. No toco este tema ni a palos y me voy antes de que tiren la cadena...

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

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Claro, para quienes disfrutamos desde hace mucho tiempo de cloacas, todo es más fácil: lavamos, nos bañamos, popeamos (que no es precisamente escuchar música pop) y todo va silenciosa y naturalmente -artificialmente- hacia un lugar que desconocemos y del que sólo tuvimos noticias cuando se construyó la casa o se hizo la conexión. Pero en la ciudad, en la nuestra y en todas, hay muchísima gente que no tiene cloacas. Y en los pueblos, también.

Yo me crié en un pueblo sin cloacas, con pozo negro, con un baño oficial en la casa y con excusado en el fondo del patio.

Antes, se hacía el pozo negro en el patio a pura tierra nomás, sin más artesanía que cavar y compactar un poco. Y cuando ese pozo, que era enorme en un terreno que también lo era, se llenaba, nadie rezongaba y se hacía otro pozo un poco más lejos y listo. Nuestros pueblos, buena parte de las ciudades hasta que construyeron su sistema de cloacas, están asentados -sentados sería la palabra correcta- sobre, literalmente, caca. Son unos pueblos de miércoles, por decirlo de una sola vez.

En las ciudades, ahora, se ha regulado hasta el detalle la construcción y mantenimiento del pozo negro, por cuestiones sanitarias. Ya no puede estar en el patio sino en la vereda, debe hacerse de material formando celdas y su construcción, “inútil” y bajo tierra, cuesta tanto o más que una pieza nueva para los pibes.

Y además del costo de la construcción -y quieran los dioses constructores que salga bien de una, porque de lo contrario empezás a renegar temprano, a tapar y destapar, y otras beldades cuyos detalles obviaremos...pero existen y son los que te garcan la vida, literalmente también- está el de mantenimiento, sobre todo cuando por fin ese pozo se llena.

Los que saben aseguran que entre el agua con jabón de los lavarropas, los papeles higiénicos y otros pegamentos -son colas, literalmente una vez más- se genera una pasta que termina haciendo un revoque fino al pozo, y lo transforma en una caja -negra e inviolable, como la de los aviones- que impide cualquier reabsorción.

Ya estás en problemas: tenés en realidad una pileta impermeable con equis capacidad y ello implica llamar al camión todos los meses. Ahí ya te afecta la lluvia, se le pasan facturas a la nena que se baña mucho tiempo y hasta se cuestiona la compota de ciruelas del nono, antes elogiada porque me lo mantenía hecho un relojito al hombre...

Todo lo que uno había conectado impunemente a la misma salida hacia el pozo negro, y que en una casa con cloacas incluye a absolutamente todos los fluidos, ahora es desconectado, desagregado, sacado hacia otros destinos: regar el patio, volcado en la cuneta, donde todavía impera el palo con el tarrito que permite regar no preguntemos con qué la calle de tierra...

Te llaman la atención los nombres de los camiones encargados de liberarte el pozo negro, entre prometedores de velocidades incumplibles -la veloz, la rapidita, la yavoyllegando, entre otras- y otros sonoros, socarrones, geográficos, humorísticos...

También te llama la atención el precio. Mantener un pozo negro, que ya se transformó en un poco negro, tiene un costo altísimo, además de vicisitudes odiosas. Que te quedes sin gas es grave. Que te quedes sin electricidad también. Pero que el pozo se te llene y rebase un viernes a las cinco de la tarde, con todo el fin de semana por delante hasta el lejanísimo lunes, es una trastada y otras adas, todas las adas juntas taquelotiró.

En la familia, empiezan las acusaciones cruzadas y un espeso clima que se transformará en problemas. Hay olor a conflicto en el aire, literalmente.

Y nos vamos rapidito, como vinimos: somos la veloz de Barranquitas, la diarrea estival del norte, la salí que vengo apurado, la correte de una vez, la garbancera del oeste, la ciruelita, la que sea. Como ya les conté que viví en pueblos sin cloacas, más allá de que ahora la tenga, me voy con los deberes hechos. No necesito abundar en detalles. Estoy excusado.