Editorial

Conflictuada oposición

La perspectiva de un contundente triunfo electoral del oficialismo en las urnas el próximo 23 de octubre, instalada por el test de las primarias y consolidada por los posteriores sondeos de opinión, sumió a buena parte del arco opositor en una verdadera crisis sobre su rol institucional y político, agravada por una sucesión de desaciertos que bien podrían desembocar en debácle.

Así, la preocupación inicial por cifrar la estrategia proselitista en la obtención de la mayor cantidad posible de bancas en el Congreso -blandiendo por anticipado la fundada advertencia sobre los riesgos que supondrá la hegemonía kirchnerista- no tardó en derivar en una lucha descarnada por el segundo puesto. O, en otras palabras, ante la virtual imposibilidad de acercarse a una hipótesis de ballotage, los candidatos abandonaron el combate contra el gobierno y se lanzaron a disputarse entre sí el sitio honorífico, como recurso para quedar comparativamente mejor parados o posicionados a futuro.

En ese contexto, la orientación del discurso de campaña hacia las supuestas flaquezas, inconsecuencias o pecados del contrincante, se convirtió en la envenenada continuación de los frustados intentos originales por articular una confluencia que, en virtud de la simple sumatoria de votos y por el mágico efecto de la matemática, estuviese en condiciones de disputar el poder. La ilusión se topó más temprano que tarde con personalismos e incompatibilidades de caracteres, pero también con planteos principistas; tan escasos en estos tiempos como inconciliables con articulaciones demasiado flexibles y carentes de real sustancia. De manera consecuente, las miserias que afloran en la actual instancia son una elocuente exhibición de algunas de las razones por las que era inviable la primera.

En este contexto de luchas entre opositores, el gobernador y candidato santafesino pasó a ser el blanco recurrente a partir de sondeos que lo posicionan con más adhesiones que el resto de las fórmulas alternativas al kirchnerismo. Y así es como las airadas denuncias de Elisa Carrió sobre un presunto pacto para habilitar la reforma constitucional y la reelección indefinida de la presidenta hallaron eco enseguida en Ricardo Alfonsín -que formuló un llamado a repasar la historia reciente que, en su caso, resulta cuanto menos paradójico- y, por carácter transitivo, en quien encabeza la lista de diputados nacionales del radicalismo en nuestra provincia. Esta última intervención resultó particularmente desprolija respecto de la atribución de adhesiones al crítico documento emitido, y por el inevitable impacto que tuvo en el complejo equibrio en que se sustenta el gobierno de coalición santafesino.

El último tramo de la campaña electoral parece un momento propicio para que los referentes de la oposición reflexionen no sólo sobre la manera en que se paran ante el electorado, sino también sobre la verdadera naturaleza de la alternativa que pretenden ofrecer a la ciudadanía y a las instituciones del país.