En Familia

El desaliento: cómo afrontarlo

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Se trata de una asfixia de las sanas ambiciones, que instala en nuestro pensamiento el rótulo de perdedor, de fracasado; despertando dudas y temores que nos paralizan; magnificando dificultades, destruyendo sueños e inhibiéndonos para tener una clara visión sobre el propósito de la vida. Foto: Archivo El Litoral

 

RUBÉN PANOTTO (*)

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En la práctica, el desaliento o desánimo expresan un mismo síntoma que todos padecemos en algún momento de la vida. En el mejor de los casos, superándolo rápidamente, y en otro extremo, sobrellevándolo como un estilo de sobrevivencia.

El diccionario lo define como un decaimiento del ánimo, falta de vigor, de fortaleza, de energía. Este estado anímico-emocional se produce por variadas razones que están en nuestro ser interior, en el entorno, y más allá, en las tremendas contradicciones de la vida, con sus crisis económicas, sociales, de salud; o frente al desprecio, falta de equidad, descalificaciones y discriminaciones personales.

En un diagnóstico más cotidiano, podemos explicar al desaliento como la asfixia de las sanas ambiciones, que instala en nuestro pensamiento el rótulo de perdedor, de fracasado; despertando dudas y temores que nos paralizan; magnificando dificultades, destruyendo sueños e inhibiéndonos para tener una clara visión sobre el propósito de la vida.

Ánimo a 700 m de profundidad

Ya pocos recuerdan la odisea de los 33 mineros chilenos, cuando se cumple el primer año del rescate el próximo 13 de octubre. Según su especialidad e interés, esa noticia que conmovió al mundo proporcionó material de investigación para la ciencia médica, la psicología, en la aplicación de ingeniosos sistemas de rescate y hasta un manual empresarial para la conducción de equipos humanos en situaciones de crisis extremas. No obstante, resulta interesante repensar cómo 33 personas de carne y hueso como nosotros lograron sobrevivir 70 días bajo tierra, cuando aun quienes debían rescatarlos habían cedido al desánimo, declarándolos desaparecidos en las entrañas de la mina San José. Cuando una sonda los ubicó vivos, después de haber abandonado el rescate, comenzaron a deslizarles mensajes por el mismo tubo de plástico, mientras sus familiares acampaban en el lugar. El comportamiento de las respectivas familias instaladas allí fue fundamental para levantarles el ánimo y que no perdieran las esperanzas de salir con vida. “Les hacemos bromas y les pedimos que estén tranquilos, que los estamos esperando” comentaba Carolina Lobos, quien hacía vigilia por su ser querido. La distensión y el buen humor fueron el sustento principal y seguro para emerger a la superficie. Ellos comentaron la importancia de haberse cuidado mutuamente para que ninguno cayera en desaliento y depresión.

El contacto familiar, a través de la imagen, de los mensajes hablados y escritos, resultó ser el recurso fundamental para la sobrevivencia.

Caminos para salir vencedores

Los tiempos que se avecinan no parecen ser los mejores para combatir el desaliento, pero advertidos y preparados podemos minimizar sus efectos. En una encuesta doméstica, lo más citado como causales son: no ganar el suficiente dinero en el trabajo o comercio; tener un hijo con una enfermedad incurable; discordias con hijos adolescentes; conflictos conyugales; detenerse más en lo negativo que en las cosas bellas de la vida; estar en soledad; pensar en las incertidumbres del futuro, etc.

Existen al menos tres alternativas que se pueden practicar en el esfuerzo por superar el desánimo: 1- Cambiar la actitud: puede ser que no podamos solucionar el problema que nos acosa, no obstante sí se puede adoptar una postura que confronte con el inconveniente y así surjan nuevas posibilidades de solución, lo que servirá para bajar el nivel de desaliento. La pionera china Zina Young, tras haber enfrentado la muerte de sus padres, la pérdida de su cosecha y la enfermedad, se sintió animada por una experiencia que le hizo cambiar la actitud: mientras buscaba ayuda para su desesperada situación, oyó la voz de su madre que le decía: “Zina, cualquier marinero puede dirigir un barco con un mar en calma; cuando aparezcan las rocas, esquívalas”. 2- Aceptar la ayuda de los demás: es común que cuando iniciamos algún emprendimiento sea económico, una carrera profesional o el proyecto de formar una familia, recibamos todo tipo de comentarios. Siempre está el infaltable: “No vas a poder”. Cuando hacemos caso a esta proclama, nos vemos al tiempo en un estado de decepción paralizante, que desarticula todo intento esperanzador. En cambio, la ayuda oportuna de quienes nos aman de verdad llegará a través del aliento y la compañía en el proceso de salir adelante. 3- Derrotar el miedo: la ciencia ha demostrado que al nacer un bebé sólo manifiesta dos miedos congénitos: el de caerse y el ruido o sonido fuerte y destemplado. A medida que nos desarrollamos, vamos incorporando nuevos miedos y temores que reducen nuestras capacidades superadoras. El miedo es producto de la ignorancia y la incertidumbre. Jesucristo dijo: “No se turbe tu corazón ni tenga miedo. La paz les dejo, mi paz les doy, no como el mundo la da yo se la doy”.

Como hecho simbólico, aconteció que tres días antes de ser rescatados los mineros, la esposa de uno de ellos dio a luz una beba, a quien conmovedoramente llamó: Esperanza.

(*) Orientador Familiar