Otro masivo embate contra la Junta Militar
La plaza Tahrir quiere la renuncia de los militares antes de las elecciones
A tres días de las elecciones legislativas, los revolucionarios de la cairota plaza Tahrir desconfían de unos comicios hechos a la medida de la Junta Militar y “votan” por que la consulta se celebre después de traspasar el poder a una autoridad civil.
Identificados. Manifestantes portan un cartel con los miembros de la Junta Militar, cuya renuncia reclaman de inmediato. Tras la oración de los viernes, miles de egipcios se volcaron nuevamente a la plaza, en un clima enrarecido. Foto: Agencia EFE
De la Redacción de El Litoral
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Agencias EFE y DPA
fLa prioridad de los congregados en la emblemática plaza es la renuncia de los dirigentes castrenses, que a su juicio han quedado “desenmascarados” tras sus intentos de retrasar su salida del poder, así como por su “continuismo” con el régimen del expresidente egipcio Hosni Mubarak, derrocado el pasado 11 de febrero.
“No es el momento, las elecciones deben ser pospuestas”, dijo a Efe el activista Ahmed Abu Jalil, que alegó como principales motivos la participación en las mismas de los llamados en árabe “fulul“ (remanentes del disuelto partido de Mubarak) y la falta de seguridad engendrada por los “baltaguiya” o matones del antiguo régimen.
Para Abu Jalil, que formó parte de la coalición electoral de los Jóvenes de la Revolución, lo primero que necesita Egipto es tener “un nuevo Gobierno con poder real”, es decir, que no esté en manos de la cúpula militar.
El dimitido gabinete de Esam Sharaf ha resultado ser para los revolucionarios un títere del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, supeditado a las decisiones de unos dirigentes militares que ya movían los hilos en la época de Mubarak.
Tampoco la designación hoy de Kamal Ganzuri, exprimer ministro bajo el régimen de Mubarak, parece convencer a Tahrir.
Por ello, la formación de un nuevo Ejecutivo con prerrogativas verdaderas para guiar a Egipto en el periodo de transición y la salida del poder de la Junta Militar son para muchos los requisitos imprescindibles antes de llevar a cabo cualquier tipo de consulta electoral.
Mantener la presión
Es el caso del investigador de la Universidad Ain Shams, Jaled Awad, quien aseguró en Tahrir que las elecciones, que está previsto que comiencen el próximo lunes, “no pueden celebrarse antes de transferir el poder a los civiles”.
En su opinión, los comicios “no son importantes”, pese a que se espera sean los primeros democráticos en la historia del país, ya que lo principal es que los dirigentes castrenses se marchen y, para lograr eso, “hay que estar en Tahrir”.
La idea de que solo manteniendo la presión en la calle se lograrán los cambios deseados, como ocurrió con la revolución que estalló el pasado 25 de enero, es compartida también por el médico Mohamed Kamel, que trabaja como voluntario en uno de los hospitales de campaña instalados en la plaza.
Mientras atendía a varios heridos en los enfrentamientos con la policía, Kamel dijo que “la Junta Militar dejará el poder por la fuerza y no tras unas elecciones”.
“Creen que nos iremos a casa, pero se equivocan. Si conseguimos que cayera Mubarak también lo hará el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, son la misma cara”, subrayó el médico, que, sin embargo, prefiere que los comicios se celebren en su fecha para “continuar con el proceso democrático”.
¿A quién votar?
Al hecho de que la sombra de Mubarak planea para muchos sobre los actuales dirigentes y sobre las elecciones, se le suma la desconfianza en las fuerzas políticas, y no solo en las formadas por exmiembros del disuelto Partido Nacional Democrático (PND).
Las palabras de la joven doctora Ramia Salem, compañera en el hospital de campaña de Kamel, resumen bien este sentimiento: “Creemos que Mubarak sigue controlando el país y no estamos satisfechos ni con los políticos ni con el Gobierno”.
En este mismo sentido, el artista Nabil Bahgat, que ha participado durante toda la semana en los choques con la policía cerca de Tahrir, explicó que si las elecciones se celebran no votará, porque “continúa el mismo régimen y la misma corrupción y los partidos no son fiables”.
“¿A quién apoyar? ¿A un régimen religioso, a uno nuevo militar o al antiguo de Mubarak?”, se preguntó Bahgat, fundador de un grupo de marionetas y teatro de sombras, antes de concluir desesperanzado: “No hay nadie a quién votar”.
EE.UU. pide “rápido traspaso”
Estados Unidos pidió hoy un “rápido traspaso” de poder a un gobierno civil en Egipto, informó la Casa Blanca en un comunicado. Creemos que el traspaso pleno de poder a un gobierno civil se tiene que realizar de manera justa e inclusiva, que responda a las legítimas aspiraciones del pueblo egipcio, tan pronto como sea posible”.
Y se agrega: “Estados Unidos cree firmemente que un nuevo gobierno egipcio tiene que tener poder con autoridad real de forma inmediata”.
Los Hermanos Musulmanes, favoritos
Los egipcios tendrán que elegir a partir del lunes entre un complicado mosaico de partidos políticos, que engloba a un sinfín de nuevas formaciones surgidas tras la revolución, pero también a viejos conocidos como los grandes favoritos, los Hermanos Musulmanes.
Más de cincuenta partidos y coaliciones se postulan a las elecciones legislativas para designar a la Asamblea del Pueblo (Cámara Baja) y la Shura (Cámara Baja), una cifra inédita en Egipto, marcado durante más de tres décadas por la omnipresencia en la escena política del extinto Partido Nacional Democrático (PND).
En la línea de salida parte con clara ventaja el Partido Libertad y Justicia (PLJ), de los Hermanos Musulmanes, que tras pasar casi 60 años proscrito aspira ahora a emular a los islamistas tunecinos y hacerse con entre un 40 o 50 por ciento de los escaños, lo que les abriría la llave para formar un futuro Gobierno.
Cuentan con una gran capacidad de movilización y lo saben: prueba de ello fue el éxito obtenido en las elecciones de 2005 en las que obtuvieron 88 asientos en el Parlamento del régimen de Hosni Mubarak presentando a sus candidatos como independientes.
El PLJ, constituido tras la Revolución del 25 de Enero, se presenta como una formación islamista moderada, abierta a todos los egipcios, aunque reivindicaciones como que la “sharia” o ley islámica siga siendo la fuente de la Constitución se dirigen a su público natural, la mayoría musulmana de un país muy conservador.
Las otras opciones
El partido de la Hermandad concurre a la votación dentro de la coalición Alianza Democrática que incluye a grupos como Al Ghad (El Mañana), de tendencia laica liberal; Karama (Dignidad), laico izquierdista, y el Partido Reforma y Renacimiento, salafista.
Al poderío de los Hermanos Musulmanes trata de plantarle cara la plataforma laica liberal del Bloque Egipcio, encabezada por el Partido de los Egipcios Libres, también creado tras la revolución.
A pesar de haber sido financiado por el gran magnate Naguib Sawiris, de confesión cristiana, el Partido de los Egipcios Libres no se describe como una formación copta, aunque es susceptible de recibir un buen número de votos de los fieles de este credo, que suponen el diez por ciento de los más de 80 millones de egipcios.
El Partido de los Egipcios Libres puede quedarse solo en el bloque junto al Tagamu, también de izquierdas, después de que el Partido Socialdemócrata haya anunciado su intención de no concurrir al considerar que unas elecciones libres son imposibles bajo la Junta Militar.
Mientras el Bloque Egipcio y la Alianza Democrática se sitúan en el centro del mapa político, en los extremos se ubican, por un lado, la izquierdista Coalición Completar la Revolución y, por otro, la salafista (fundamentalistas islámicos) Alianza Islamista.
La punta de lanza de los salafistas es Al Nur, el primer partido de este tipo creado tras la revolución y miembro fundador de esta coalición religiosa radical, donde también tiene cabida el Partido Construcción y Desarrollo, brazo político de la Gamá al Islamiya, grupo terrorista que dejó las armas en 1998.
En las antípodas de los salafistas está la Alianza Completar la Revolución que intenta atraer los sufragios de los votantes de izquierda con partidos como la Alianza Popular Socialista, el Partido Socialista Egipcio y Egipto Libre, y en la que también hay cabida para formaciones religiosas como la sufí Partido de la Liberación Egipcia.
Esta plataforma podría ser la opción de voto para los jóvenes revolucionarios, ya que agrupa a movimientos juveniles religiosos y laicos.
Partidos para todos los gustos
Fuera de estas cuatro grandes coaliciones han decidido postularse por su cuenta formaciones como el Wafd, el partido más antiguo del país, los naseristas, de tendencia panárabe, o el Partido Egipto Libre, creado este año por el analista Amer Hamzawy y jóvenes de la revolución.
Aunque han pasado más de nueve meses de la revuelta popular, la sombra de Mubarak sigue presente con la participación de una serie de partidos de los llamados “fulul”, exmiembros del desaparecido PND, que van a poder concurrir después de que la Comisión Electoral anunciara que no da tiempo a aplicar un reciente decreto de ley para evitarlo.
Y es que hasta exsecretarios generales del PND como Hosam Badrawy o Mohamed Ragab van a acudir a los comicios con formaciones como el Partido Federación o el Partido de los Ciudadanos Egipcios.
Con o sin pro Mubarak, los partidos egipcios se enfrentan al desafío de traer la democracia al país, que sufre una tambaleante transición, y hacer olvidar a los ciudadanos el crédito político perdido en los últimos disturbios, donde han sido muy criticados por su inacción.