Violento asalto a un remisero

Le robaron hasta los zapatos

Tres malvivientes desvalijaron a un “trabajador del volante”. El golpe comenzó en el centro y terminó en la zona sur.

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Con la soga al cuello. Adolfo Cicuttini, el remisero asaltado, muestra la manera en que fue reducido por los delincuentes.

Foto: Guillermo Di Salvatore

Danilo Chiapello

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“De repente alguien me pasó una soga por el cuello y quedé aprisionado. No podía tocar el botón de la alarma ni nada. Encima la más brava era una mujer que me gritaba: “Callate la boca porque te mato de una puñalada”.

El relato pertenece a Adolfo Cicuttini (54) un veterano remisero que anoche fue víctima de un violento asalto. Minutos antes de las 21 el nombrado cumplía una nueva jornada de trabajo a bordo de un Chevrolet Corsa, interno 107, de la empresa Boulevard.

En momentos que circulaba por 9 de Julio y Corrientes tomó como pasajeros a dos mujeres, las que estaban acompañadas por un muchacho.

Los integrantes del grupo eran todos jóvenes, y sus edades no superaban los 25 años. Tenían sus cabellos teñidos. Una mujer se ubicó en la parte delantera del coche, en el asiento del acompañante del conductor. Los demás tomaron posición en el asiento de atrás.

Apenas el automóvil recorrió unos metros los “pasajeros” pidieron ser trasladados hasta J. J. Paso y Roque Sáenz Peña.

Quizás por oficio o por “tener calle” ya en medio del viaje el conductor del coche comenzó a sospechar que las cosas no terminarían del todo bien.

“Iban conversando y se gastaban bromas unos con otros”, dijo hoy Adolfo en diálogo con El Litoral. “En realidad me estaban haciendo un ‘chamullo’ para hacer pasar el tiempo”, agregó.

Y su pálpito no falló.

A poco de arribar al destino los jóvenes le solicitaron que recorra unas cuadras más. Luego siguió otra orden (la última antes del golpe): “doble a la izquierda”.

El laberinto terminó en Pietranera al 3900, casi esquina con Roque Sáenz Peña. Y comenzó la pesadilla.

“Entonces siento que desde atrás me pasan una soga por el cuello y me aprietan contra el asiento”. La presión era tan fuerte que no me podía mover. Ni siquiera podía tirar la clave de asalto. Una de las mujeres fue la que se puso más violenta. Me gritaba ‘no toques nada, ni hagas nada porque te mato de una puñalada’. Estaba enfurecida”, recordó hoy Adolfo.

“Me llevaron todo. Los pocos pesos que tenía encima. La radio; un rastreador satelital, los papeles del coche, en fin... todo. Me sacaron hasta los zapatos. Una vez que me desvalijaron se fueron corriendo”, prosiguió.

“Después llegó la policía y eso fue otro capítulo. No me gustó su intervención. Se quedaron haciéndome preguntas en vez de salir a buscar a los delincuentes.

“Llegó la dueña del vehículo y activó el rastreador satelital. Se supo que el aparato estaba en Varadero Sarsotti. Los policías en vez de salir para allá, se quedaron conmigo”.

Por último Adolfo indicó que “la situación en la calle está cada vez más difícil. Uno siente la inseguridad y los hechos que sufren los colegas no pasan por alto. La verdad es que es muy duro salir de tu casa y no saber si vas a volver”, sentenció.