Mañana, en ATE Casa España

Cierre de año solidario

La Orquesta Sinfónica Provincial despedirá el año adhiriendo a la Campaña del Juguete de LT9. Será un concierto para todo público bajo la conducción de su titular, Roberto Montenegro, quien inicia su última temporada frente al organismo.

Cierre de año solidario

Montenegro dirigiendo a las Sinfónicas de Rosario y Santa Fe: fue en la Costanera, en diciembre de 2010, frente a unas 6.000 personas. Foto: Pablo Aguirre

Ignacio Andrés Amarillo

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Mañana desde las 21, en ATE Casa España, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe despedirá el año bajo la conducción de su titular, Roberto Montenegro, adhiriendo a la Campaña del Juguete de LT9, por lo que la entrada será libre pero habrá que llevar un juguete en buen estado o nuevo, y que no sea bélico.

“Va a ser un programa con obras muy ligeras, agradable para el oído. Vamos a hacer la Obertura de ‘Las bodas de Fígaro’, la ‘Danza Macabra’ de Saint-Saëns, dos danzas de Dvořák, la Obertura de ‘Carmen’ de Bizet, ‘Las bodas de Luis Alonso’, de Giménez; la suite de ‘La novicia rebelde’, y terminamos con la ‘Marcha Radetzky’. Son todos clásicos que en general se hacen en Europa en los conciertos de fin de año, por lo que la gente va a quedar contenta, va a ser muy lindo; no es un programa largo”, relata el maestro Montenegro, en diálogo con El Litoral.

—Aparte son obras que son accesibles para todo público...

—Para todos: niños, jóvenes, mayores, para todo el mundo. Muchas de ellas son obras conocidas, se va a pasar un buen rato. Y creo que lo importante también es adherir a una causa tan noble como es ésta.

En el pasado he hecho cosas relacionadas con niños: me acuerdo en Uruguay que he hecho conciertos benéficos, en los cuales regalaba los honorarios para el Instituto de Cardiología Infantil, y siempre por una causa determinada: en mi caso era para comprar no sé qué aparato para síncopes cardíacos.

Después en España hice un concierto relacionado con la Unicef, y ahora se da este caso. Doble satisfacción: una poder hacer música, y además hacer un “benéfico”, por decirlo de alguna manera.

En la balanza

—Más allá de lo que hablamos la otra vez (con relación a su participación en festivales europeos), ¿qué balance del año en lo que respecta a la Orquesta?

—El balance que hago es de tres años. Acabo de presentar la memoria de estos tres años, en la cual muestro todos los programas que se hicieron, los invitados que vinieron de afuera, los invitados de la Orquesta Sinfónica, directores que trabajaron con nosotros, el catálogo de obras y todo lo que ha salido en la prensa. Es todo muy objetivo, yo no emito ninguna opinión de nada.

Creo que en estos tres años lo que dejo es una casa ordenada en el sentido de que los programas que se hicieron iban con una finalidad que era el rigor técnico: tratar de que la orquesta cada día se fuera superando más.

En el primer año creo que el punto culminante fue la posibilidad de asistir al festival de Llao Llao en Bariloche: tuvimos muy buena repercusión de la crítica. Además, el hecho por demás positivo de que el concierto fue transmitido por la Televisión Pública, y nos dio un rating de dos puntos, lo que significan 100.000 televisores, un promedio de 200.000 personas. Para llevar esa cantidad tendríamos que hacer diez conciertos por año durante 20 años, eso fue en una noche.

Por lo que entiendo que es muy importante (que lamentablemente luego no se repitió) poner a la Orquesta Sinfónica de Santa Fe como representante de la cultura de la provincia, en un lugar en el que la estaban viendo en todo el país, y quizás en el exterior también por Internet.

El segundo año (a medida que íbamos levantando en el nivel técnico a través de un trabajo que fui haciendo), creo que el punto culminante fue el concierto con las dos orquestas juntas, de Rosario y Santa Fe, en la Costanera y en el Monumento a la Bandera. Acá creo que fueron 6.000 personas, y en el Monumento me dijeron que fueron alrededor de 13.000 ó 14.000. Eso nos da alrededor de 20.000 personas que vieron a las dos orquestas: creo que es muy importante también, haciendo buena música, de la denominada clásica, pero para multitudes.

Y este último año, que era en el que quería medir realmente el potencial de la Orquesta hasta dónde habíamos llegado, invité a pesos pesados de la dirección de orquesta, como son los maestros Aldo Ceccato y Enrique García Asensio; eso nos dio un parámetro de a dónde habíamos llegado. Ellos se fueron bastante contentos, estuvimos charlando de cuestiones que faltarían, dónde habría que atacar más, cuestiones estrictamente técnicas. Y creo que para el público ha sido bueno, fue un proceso: podrá gustar o no, en esto no existe la verdad absoluta. Simplemente dentro de una disciplina fui llevando en estos tres años en que me tocaba estar acá.

Ahora llegamos a este cuarto año, en el cual yo voy a estar como director titular pero buscando la transición hacia uno nuevo: ahí ya es la Orquesta con las autoridades los que se tienen que ir poniendo de acuerdo. Yo lo que había querido era terminar este año, la Orquesta me pidió de quedarme un año más, así que he armado esta última temporada, con la finalidad de buscar a un sustituto.

Fin de etapa

—¿Cuál es el motivo de cerrar el ciclo?

—Creo que tres años es un período más que aceptable para un trabajo con una orquesta de estas características. Se armó un proyecto. En el caso de volver a conversar tendríamos que ver qué tipo de proyecto podríamos tener para tratar de superar lo anterior.

Capaz que el proyecto pasa por otra persona, yo no me niego a venir de vez en cuando como director invitado; en las mejores relaciones.

Entra dentro de mi ánimo tratar de buscar lo mejor para la Orquesta: una orquesta de estas características, en una provincia de estas características y en un país de estas características... en un continente de estas características (risas).

Capaz que luego de un proceso puedo ser un estorbo: es como un matrimonio, que luego de algunos años ya... entonces lo ideal es buscar un cambio o crear motivación a través de un proyecto nuevo.

—A través de una planificación.

—De metas: metas como el Llao Llao, el Monumento a la Bandera; el último año con individuos pesados, solistas muy buenos, como la solista de la Orquesta del Concertgebow de Amsterdam, algo muy positivo.

—Emily Beynon.

—Claro. Y para este próximo año, en la temporada que he armado, tenemos algunas cosas...

—¿Se puede adelantar algo?

—Prefiero primero pasárselo a la Orquesta (risas), pero ya está toda elaborada.

Personal

—Hablábamos de metas ¿Qué metas se pone a nivel personal?

—Las metas en este tipo de profesión que uno ha elegido, en la que manejas estados de ánimo, están estrechamente ligadas a la madurez que tú vas adquiriendo con el paso de los años. Creo que puedo afrontar un repertorio que aunque lo conozco o lo he estudiado muy bien, técnicamente no estaba preparado para empezar a abordarlo.

Me gustaría muchísimo abordar Wagner, algunas de las sinfonías culminantes de Bruckner, algunas obras culminantes de Richard Strauss: creo que ya estoy en el momento de madurez. Dirigir una orquesta es fácil: lo que es difícil es la música, porque son estados de ánimo que tú estás manejando, o estados de ánimo de un gran compositor que nos dejó en un papel símbolos nada más, pero que era un momento en la sociedad en que él vivía.

—Es una cuestión de afinar la sensibilidad.

—Puede ser. He estudiado muchas obras que de repente las voy a hacer por primera vez, y te das cuenta de que falta algo por tu responsabilidad: técnicamente lo dominás, pero falta algo que es vida: visitar el lugar del compositor, leer un poco más... todo eso está adentro y sale a la hora de afrontar la obra.