El viejo almacén

El viejo almacén
 

Socios en el trabajo y en la vida. Carlos Roland marcó la continuidad familiar de su padre Evaristo en la sociedad con Elvio Juan Sierro.


Sierro-Roland es una dupla familiar de Arroyo Aguiar que estuvo al frente de un almacén de ramos generales durante 62 años. Una historia teñida de anécdotas y satisfacciones personales. Ahora llegó el momento del descanso.

TEXTOS Y FOTOS. CÉSAR BENÍTEZ. [email protected].

Quien pasó por Arroyo Aguiar seguramente se vio tentado alguna vez de entrar al almacén de Sierro y Roland, un espacio donde el tiempo parecía haberse detenido y que ahora después de 62 años cambia de manos pero sigue con sus puertas abiertas en este pueblo, ubicado a tan sólo 25 km. de la capital santafesina.

Un enorme mostrador de madera, grandes estanterías del mismo material, una imponente registradora National de 1915 y una heladera Siam de 8 puertas que data del año 1959, totalmente enlozada en su interior, hacían detener por un instante la atención de cualquier parroquiano en aquel comercio, cuyas características en la zona sólo conserva otro similar que todavía tiene vida en la vecina Cayastacito.

“Todo comenzó aquel 10 de octubre de 1949, donde vive actualmente la familia Ocampo en la esquina frente a la plaza aguiarense, donde se alquiló el negocio y la casa de familia, comprándose luego la llave del comercio a Serafín Carro”, recuerda con precisión Elvio Juan Sierro (86 años), acompañado de su sobrino Carlos Roland (62 años), ahora ya más distendidos después de más de cinco décadas de trabajo detrás del mostrador.

Precisamente, fue Elvio quien comenzó con aquel almacén de ramos generales que vendía naftas y lubricantes de YPF. Además, traían los ya afamados vinos Gargantini y Toro en bordalezas de 200 litros, harinas en bolsas de 50 kg, así como también el resto de la mercadería.

Por ese entonces había mucha colonia y sólo existían en el pueblo tres comercios. Al año se asocia Evaristo Roland (papá de Carlos), hasta que en 1961 se mudan a la esquina de Corrientes y San Martín donde funcionó el almacén hasta hace tres meses con sus dueños iniciales.

“Se trabajaba todo a crédito con libreta de año a año y a término de cosecha; incluso se respetaban los precios y no había inflación como ahora. Había más colonia y las chacras eran chicas en esta zona, mejor distribuidas porque ahora prácticamente ya no queda gente en el campo”, apunta con nostalgia Elvio Sierro sobre un tiempo que ya pasó y no volverá a repetirse.

“Luego se trasladó el surtidor de combustibles y se instalaron más estanterías. Había muchos personajes en el pueblo y se atendía por la mañana a los pasajeros que venían en el colectivo que iba con destino a Campo Andino por polvorientos caminos de tierra. Eran épocas en que mucha gente venía a recolectar la cosecha de maíz y se hacía desmonte, prácticas muy comunes en la zona”, revela con precisión.

Por aquel entonces los más fuertes económicamente eran los empleados ferroviarios de la Sección Vías y Obras, además de otro equipo volante que trabajaba en todo el ramal del ferrocarril Manuel Belgrano -en total eran unas 120 personas-, que dieron prácticamente origen a lo que hoy se denomina como La Cuadrilla, el barrio de trabajadores del riel ubicado a la vera de las vías férreas.

Un dato de color es que, por ese entonces, en Arroyo Aguiar vivían muchos polacos que escaparon de la Segunda Guerra Mundial y trabajaban en el ferrocarril al igual que los italianos, aunque éstos en menor número.

“HABÍA QUE REMARLA”

A partir de la década del ‘60 se incorpora al negocio Carlos Roland, hijo de Evaristo y sobrino de Elvio, quien también cuenta sus vivencias: “A veces había que lavar 20 docenas de envases de cervezas día por medio ya que se traían de la cervecería unos 300 cajones que se desfondaban y a veces te pegaban en el pie. Además, cuando llegaba el vino se descargaba un equipo de transporte completo, unos 400 cajones de Viejo Viñedo de Emilio Gaberione, y cuando hubo inundaciones las mercaderías venían por tren y se unían los comerciantes (“Cacho” Clebot, “Pancho” Bonadeo, Fredy Bonivardi y Elvio Sierro) para llenar un vagón”.

El 16 de mayo de 1977 fallece Evaristo Roland, pero la continuidad familiar la prolonga su hijo Carlos con Elvio de socio en el comercio, pero ahora sumándole una novedad: incorporan a la sociedad la actividad ganadera. “Desde ahí hasta que nos retiramos este año, seguimos trabajando de lunes a lunes y cada uno de nosotros descansaba domingo por medio”, cuenta Carlitos, ahora ya más relajado en su ritmo de vida.

Para Elvio -quien vivía en San Pedro a 6 km de Arroyo Aguiar y sobre la costa, en lo que era la Estancia Santa Catalina, donde su padre (don Luis Sierro) era mayordomo y él se ocupaba de la parte administrativa- su destino cambió totalmente con su nueva tarea de comerciante porque reconoce que incluso lo quisieron llevar a Formosa “como segundo mayordomo en una estancia de 60 mil hectáreas de superficie; sus dueños eran franceses y un uruguayo. El 31 se liquidaba puntualmente al igual que los empleados que trabajaban día por día”, señala con certera memoria.

BALANCE Y ENSEÑANZAS

La confianza y el respeto mutuo fueron la clave en la sociedad Sierro-Roland y en ese sentido destacan que “desde el año 1949 hasta el 2011, jamás se hizo un balance, porque siempre existió una excelente relación entre las partes. Se llevaban todos los libros correspondientes pero nada más; por eso terminó todo muy bien”, señalan orgullosos Elvio y Carlos.

“Pero toda la contabilidad la llevó Elvio, y cuando cerraron, la contadora que nos asesoraba se sorprendió porque nunca dejamos de pagar ningún impuesto”, apunta Carlos con admiración familiar.

Ahora, el inmueble y el fondo de comercio fueron vendidos a Néstor Bonadeo, quien sigue con la explotación comercial y además dándole vida a la tradicional esquina de Arroyo Aguiar, donde los parroquianos se juntan para disfrutar de una generosa picada y choripanes, regados con una fresca cerveza o un buen vino.

El espacio físico no sólo comprende el almacén, ya que también posee un salón y pista, donde se proyectaba cine ambulante y se organizaban bailes con orquestas para cumpleaños de 15 y para conscriptos, además del aniversario del pueblo.

Incluso, en los festivales folclóricos, llegaron a actuar Horacio “pueblo” Guaraní y el humorista chaqueño Luis Landiscrina, además de la compañía de Alfonso Amigo que presentaba los radioteatros que en su época hacían furor. Entre el salón de fiestas y el almacén suman 311 metros cuadrados cubiertos, además de una pista con escenario bailable.

El año 1961 marcó un hito para Arroyo Aguiar, ya que la localidad accedió a la energía eléctrica. “Cuando llegó la luz, se hizo una gran fiesta en la pista a la que concurrió todo el pueblo”, enfatiza Elvio, quien también tuvo tiempo para ejercer la presidencia comunal durante 8 años -entre 1964 y 1972-, período en el que se inauguró la avenida principal, el busto a la madre, el mástil y la renovación de la sede comunal. También fue tesorero de la Comisión Pro Templo junto a Arnold Bronzo. Después consiguió llevar la energía eléctrica a Constituyentes, debido a su amistad con la empresa encargada de ejecutar la instalación.

Como se aprecia, una trayectoria signada por el trabajo, el bien común y que ahora da paso para que sus protagonistas disfruten del merecido descanso familiar.

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Los parroquianos en un momento de esparcimiento disfrutan de una fresca cerveza en el mediodía pueblerino.

Fue Elvio quien comenzó con aquel almacén de ramos generales que vendía naftas y lubricantes de YPF.

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La registradora marca National (modelo de 1915) es toda una reliquia, es la de mayor tamaño en su tipo y se encuentra en estado original, ya que funciona de manera eléctrica y también a manivela.

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“La copa”, el mostrador y las estanterías de mercaderías en el fondo. Todo un símbolo de un tiempo pasado que todavía perdura en el tranquilo ritmo de vida de un pueblo.