El verdadero GPS

Muchos creen que se trata del sistema mediante el cual puedo unir dos puntos cualquiera del planeta, aun sin conocerlos, sólo siguiendo el camino prefijado de una pantalla que te da indicayionesh -en gallego-, pero GPS es otra cosa. Les presento al Tolo, tipo de barrio con GPS múltiple, variable y simultáneo incorporados. Y doblá a la derecha, si querés.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

El verdadero GPS

El Global Positioning System, pa’ los vagos GPS, es muy útil en determinadas ocasiones y en otras no tanto. Recuerdo un viaje a Brasil en que íbamos confiados a una estación de servicio que brillaba rutilante por el aparatejo y cuando nos acercamos al lugar sólo había una ex estación de servicios, casi en ruinas; y la próxima, irremediablemente lejos. O sea que el GPS te puede llevar a un lugar determinado pero también enterrarte en medio de una zona caliente donde te roban hasta el saludo.

Sin tanta presunción, el Tolo, clase media baja (usa medias porque le transpiran las patas; pero bajas para que no se le acalore la pantorrilla) tiene una serie de GPS que funcionan todo el tiempo y en simultáneo, un alarde científico: Garpá un Porrón y Servilo, Gran Pileta Suburbana, Gratis Paseo Saludable, Genial Pizza Suculenta entre otros.

Esos GPS del Tolo se activan con el calor, en el verano y son hasta una postulación del universo, con su infalible armonía. Por ejemplo, nadie como el Tolo para tener un registro completo, actualizado, recargable, contrastable on line de todos los kioscos que ofrecen cerveza fría después de las diez de la noche. El GPS en cuestión incluye datos que otro aparato de última tecnología no podrá ostentar, como precios, marcas de cervezas, trato del despachante, incluyendo la veterana mirona de a la vuelta, posibilidad de fiado, capacidad de préstamo de envase o su traslado a otro recipiente, calidad del freezer. ¡Veinte quioscos y despensas, por lo menos en el radio de acción del usuario, listos para ser elegidos y con el camino marcado para ser conducidos hasta el sitio exacto en tiempo récord y sin metidas de pata!

Lo mismo con las piletas. El Tolo tiene un piletín chiquito para el nene, pero en su cabeza, su súper GPS le refresca las ocho piletas que tiene a mano esta tarde, sin ir más lejos: el club, como invitado del Pancho -diez mangos-; tu suegro, si te bancás la conversación -el calor hace milagros-; el Rafa, hace años que no lo ves, pero es un amigo de la infancia que no va a cerrarte las puertas aunque caigas en zunga; el tío Carlos, que tiene una quinta fetén fetén, y así una serie completa.

Marche otro GPS para los locales de comida rápida (el Tolo se resiste a llamarlos deliverys), de los cuales debe saberse que acá la pizza es incomible pero la empanada de queso y cebolla es única; allá es barato; y más allá tiene un vago, ex piloto del Dákar, que la descose con la motito y llega en dos patadas...

Hay otro GPS para los baños públicos cercanos y lejanos, para los sitios que tienen aire acondicionado, para los bares que tiran lisos bien fríos, para los mecánicos turros y los serios, para saber en qué pueblo de la colonia hacen el mejor chorizo en grasa, para... ¡Tenemos GPS para todo, todo el tiempo!

Y toda esa enorme y útil tecnología no requiere automóvil, ni celular, ni conexión y tampoco parece tentadora para posibles ladrones, pues, en general, la cabeza del Tolo no tiene demasiado marketing, ni packaging, ni cualquierotroing.

Y nos vamos yendo, nomás, derechito hasta la casa de Doña Marcia, que prepara unos tragos fantásticos. Y si acertás con el elogio o el chisme adecuados, hasta pueden ser gratis y con repetición. Allá vamos: Gracias Por Seguirme.